martes, 8 de enero de 2013

El quiebre en la Escuela de Artes




Cuando en el año 1982 entré en la Escuela de Arte, ni siquiera había salido la primera promoción en la que se graduaron el actual Director de la Escuela de Artes: Juan Francisco Sanz, y su esposa, María Antonia Palacios. Entonces el director era su fundador, Inocente Palacios (abuelo de María Antonia) y Arte, después de comenzar en unos galpones, tenía como sede temporal unas aulas prestadas de la Escuela de Estadísticas, donde quedaban los antiguos dormitorios estudiantiles que casi no se usaron con esa función. 
Tanto Inocente Palacios como los alumnos y profesores soñábamos que la Escuela más temprano que tarde tendría sede propia, entonces se hablaba de un edificio anexo a la hoy sede de la Galería de Arte Nacional, que en los años 80 estaba en proyecto. 
No recuerdo a nadie de mis compañeros que no amara nuestra Escuela, y no hablo de su infraestructura porque Estadísticas dista de ser de los mejores edificios de la Ciudad Universitaria, sino del feeling que teníamos tanto estudiantes como profesores. Inocente Palacios había procurado como docentes a un Dream Team de la cultura venezolana de la época: Isaac Chocrón, Juan Carlos Gené, José Ignacio Cabrujas, Victoria de Stefano, Leonardo Azparren Jiménez, Nicolás Curiel, Ugo Ulive, Iván Feo, José Balza, Adriano González León, Enrique Porte, Eduardo Gil... Con muchos de estos profesores sus alumnos tuvimos la suerte de hacer amistad fuera de las aulas. 
La mayor crítica que le teníamos sus alumnos a la Escuela de Arte, y se debía a que era una Escuela recién nacida, es que entonces era teórica, no había espacio para la práctica. Por ejemplo, las tesis de grado tenían que ser 100 % teoría. 
Otro grave problema era la falta de equipos, Iván Feo, que era profesor de Introducción al Cine, una mañana a la semana contaba con el espacio de la Cinemateca Nacional en Los Caobos para darle clase a sus muchachos. Ahí vimos desde Intolerancia de Griffith hasta La Noche Americana de Truffaut, además de clásicos nacionales como El Pez que Fuma y País Portátil.
Pero si otro profesor requería apoyo audiovisual para una de sus clases, tenía que procurar tanto la tv como el betamax (película y aparato), como fue caso del profesor de Sicología del Arte, Mauro Parra, cuando nos dio una electiva a los alumnos de la mención Artes Escénicas en la que todas las semanas leíamos una obra de Tenesse Williams, y después nos reuníamos en clase a ver su versión filmica, que era un trabajón conseguir. 
Aunque su sede sigue siendo los otrora dormitorios, tengo entendido que ha cambiado mucho la Escuela de Artes (además de la s de más). De sus viejos profesores hasta hace poco solo quedaban Iván Feo y Nicolás Curiel como los últimos de los mohicanos. Muchos de los actuales profesores fueron mis compañeros de clases o nos cruzamos por el pasillo, quienes han trabajado duro para que la Escuela de Artes sea la que soñábamos en los años 80.
Por ejemplo, las tesis ya no tienen que ser exclusivamente teóricas, Federica Porte Arcaya presentó hace un par de años como trabajo de tesis un hermoso documental donde entrevista a amigos y alumnos de su padre, mi querido profesor Enrique Porte, para que le contaran cómo era su papá, sobre todo su faceta como maestro de actores, ya que el joven director de teatro murió de un infarto a los 42 años, cuando Federica apenas tenía cinco años. 
Otro enorme logro de esta nueva generación de alumnos y docentes de la Escuela de Arte fue la Videoteca Margot Benacerraf, y digo fue porque inaugurada hace tan solo dos meses, en diciembre resultó víctima del vandalismo que corroe a la UCV: abrieron un boquete en la pared y se llevaron 16 monitores pantalla plana. 
Cuenta el director de la Escuela, Juan Francisco Sanz, que los ladrones trataron de violentar las ventanas que tienen instalados mecanismos de seguridad, y al no lograr abrirlas, abrieron un hueco en la pared. 
No fue el único robo ocurrido en el asueto navideño en la UCV, además de varias computadoras robadas de la Escuela de Estadísticas, se metieron en la Dirección de Deportes, el Comedor Universitario, Faces, en la Escuela de Historia y en la Facultad de Ciencias. En algunos casos destrozaron las puertas de seguridad a mandarriazos. ¿Qué le importa a los malandros que la Ciudad Universitaria haya sido declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad? 
No se tienen fecha exacta de cuándo sucedieron estos actos delictivos en la Ciudad Universitaria, se calcula que entre el 28 de diciembre y el 2 de enero, estos robos solo fueron descubiertos cuando se preparaba el regreso a clases. Cómo no preguntarse: ¿qué pasó con la vigilancia?
Se lamenta Sanz en un comunicado público: "El estado de indefensión que sentimos es total, ya que no bastaron las diversas y numerosas medidas de seguridad tomadas para evitarlo. Estamos meditando las acciones a tomar, ya que sin duda esto representa un quiebre en la situación de inseguridad creciente dentro de nuestra institución".
Un quiebre que no es sino una réplica más del terremoto de la inseguridad en la que parece nos hemos acostumbrado a vivir los venezolanos. 

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