lunes, 4 de marzo de 2013

Tarde de nalgas


Ayer, en una concentración de la juventud oficialista en la Plaza O'Leary, el Gobernador de Aragua, Tareck El Aissami, con el verbo soez que va caracterizando cada vez más al desespero oficialista ante la falta visible de líder, llamó a los estudiantes que se concentraron en la Plaza Bryon de Chacaíto: "Los nalgas blancas...".
Semejante alusión se basa en los estudiantes que hace algunos años, para demostrar el caracter pacífico de sus manifestaciones, se pintaron las manos blancas para entregarle flores a los guardias nacionales que empuñaban sus armas contra ellos. Como el despectivo "manitos blancas" del oficialismo le pareció un tanto comeflor, al galante gobernador se le ocurrió ayer recrudecerlo a "nalgas blancas" -además de llamar a los estudiantes de la oposición "mamitas", "pendejos", "sifrinos"- siguiendo lo aprendido en la escuela de Mario Silva de la cual Nicolás Maduro es alumno dilecto, esa escuela que enseña que mientras más se insulte a quienes se atreven a dudar de la Revolución, más se fortalecerá la causa gobiernera. 
Ante un Presidente que tiene tres meses desaparecido, viviendo al margen de la constitución, sin un Tribunal Supremo de Justicia, o un Fiscal o una mayoría de la Asamblea que se pronuncie ante un país acéfalo; mientras gran parte del país espera ansiosa que termine de reventar la olla de presión ante el desconcierto en el que vivimos; un pequeño grupo de estudiantes decidó dar un paso más allá de la pasividad actual del resto de los venezolanos, y realizan acciones de calle pacíficas para exigir que salga a flote la verdad sobre la salud del presidente y se tomen las medidas constitucionales pertinentes.
Tras el despectivo "nalgas blancas" de El Aissami al referirse a estos estudiantes, ayer en twitterzuela el trending topic fue la palabra "nalgas", al principio con indignación, y después como nos los tomamos todo los venezolanos, a broma. Así leí por un rato un sin fin de combinaciones y lugares comunes con la palabra nalgas: La noche de las nalgas frías, Cien nalgas de Soledad, Fiebre del sábado por las nalgas, Nalgas al borde de un ataque de nervios, desnalgues por doquier, chistes homofóbicos, aplausos de nalgas, nalgas, nalgas, nalgas... durante horas en mi timeline esa era la palabra que más se leía.
Fue divertido al principio, pero al rato ya me sentía como se deben sentir quienes odian eventos como la entrega de los Grammys o de los Premios Oscar cuando las redes sociales se monopolizan comentando el vestido de Beyoncé o de lo ultra guapo que siempre luce George Clooney o que si el premio se lo merecía nuestro artista favorito y no el cretino que se lo llevó.
Nalgas, nalgas, nalgas, fue de lo único que twiteamos los arrechos venezolanos una tarde con su noche de un caluroso domingo de principios de marzo en el que el Presidente de la República lleva tres meses desaparecido, y quienes están al mando de esta nave a la deriva llamada Venezuela, solo parecen tener aptitud para insultar. 
Y no crean que tengo algo contra las nalgas, mucho menos contra las nalgas blancas, estoy satisfecha con las mías que son lo suficientemente grandes para sentarme con comodidad y lo suficientemente pequeñas para que a estas alturas de la vida todavía entren en un blue jean talla 8. Pero toda una tarde con su noche leyendo chistes de nalgas en un país violento, devaluado, desabastecido, con un presidente que puede estar o no estar en capacidad de gobernar (cómo saber), y quienes hoy parecen tener las riendas del poder solo han demostrado ser aptos para vejar y amenazar. Y así de mal como estamos, y apenas un grupito de estudiantes son los únicos en hacer bulla para bien o para mal, y mientras tanto en twitterzuela  lo que se lee son chistes malos con la palabra nalgas. 
Tardes como la de ayer son las que me hacen comprender lo cruda que está la oposición todavía.   

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