Uno
de los momentos más impactantes de la película chilena NO (Pablo Larraín, 2012)
es cuando tras quince años de férrea censura, ante la presión internacional, el
Gobierno del general Augusto Pinochet cede a someterse a un referéndum revocatorio pensando
que al hacerlo desde el poder no había formar de perder. Para darle un viso de
legitimidad a este referendo, la Dictadura permite que la oposición disponga de
15 minutos todas las noches para hacer campaña por el NO a Pinochet. El momento
impactante al que me refiero es cuando un veterano periodista saluda al pueblo
chileno con algo así como: “buenas noches, por primera vez en quince años la
oposición tiene abierto un espacio televisivo donde opinar, después de este
proceso electoral, no sabemos si lo volveremos a tener”.
Esta
primera voz de la disidencia que se deja oír en tres lustros en el Chile de
Pinochet, hoy impacta tanto a los venezolanos porque vemos en peligro la única rendija
que todavía queda abierta a la disidencia en la televisión: el canal de
noticias Globovisión, un canal que no hay que ser adicto a él, ni siquiera
tiene que gustarnos, para saber que
es necesario que siga al aire si se
quiere aspirar a que en Venezuela quede un vestigio de eso que llaman Libertad
de Expresión.
Durante
los catorce años que duró la era de Chávez en el poder, al canal de noticias se
le fustigó de diversas maneras: con multas y procedimientos, ejerciendo presión en los anunciantes para que el canal no
tuviera casi pautas publicitarias, mandándoles hordas amedrentadoras exigiendo
respeto a la lucha del pueblo revolucionario.
Pero
mal que bien Globovisión legitimaba al Gobierno del presidente Chávez que tenía
el control de todos las instituciones que velan precisamente, porque las
Democracias no se vuelvan Dictaduras. Mientras el gobierno tuviera a
Globovisión a quien echarle la culpa de cualquier “canalla mediática”, y los
venezolanos con servicio de televisión por cable supiéramos que podíamos llegar
a las seis de la tarde a casa y ahí nos estaría esperando el ciudadano Leopoldo
Castillo con alguno de sus invitados denunciando la última patraña oficialista,
en Venezuela todavía no se podía hablar de Dictadura, en todo caso de Autoritarismo
porque para qué negarlo, el presidente Chávez era un líder fuera de serie y se
podía dar el lujo de que en medio del abuso de poder revolucionario, quedara
como en Asterix, un pequeño foco rebelde sobreviviente a los embates del poder.
¿Qué
pasa cuando súbitamente falta ese carismático liderazgo al proceso autoritario?
Solo queda la censura y la represión. Al negársele a Globovisión formar parte
de la red digital, se le condenó a una muerte lenta pero segura, la única
manera de apostar por la sobrevivencia del canal, fue cambiando de propietarios, y en ese proceso están. Pero en
este momento en el que está en el poder un Presidente sin el carisma de a quien
llama “su padre”, acusado de ganar unas elecciones viciadas y en proceso de
impugnación, ante una Asamblea donde no solo se le impide el derecho de
palabra, sino que también se agrade físicamente a la voz opositora; ante un
Ministerio de Información que el único medio de imponer su verdad es a punta de
cadenas; frente a la satanización de las ONG y de cualquiera que se atreva a desmentir la versión revolucionaria; al diablo la Libertad de Expresión, la única verdad posible es la verdad oficial. En momentos como estos a un
gobierno espurio solo le queda el camino
de la censura.
(Terminando
de escribir esta crónica me entero que Vladimir Villegas será el nuevo Director
de Globovisión secundado por el Ciudadano Leopoldo Castillo, interesante movida que le da un nuevo aliento al canal en
terapia intensiva).
Artículo publicado en El Nacional el sábado 4 de mayo de 2013.
PD: La noche del 13 de mayo Vladimir Villegas anuncia por su cuenta de twitter que declinó el cargo de presidencia de Globovisión por diferencias con la nueva junta directiva: "No hubo consenso en materia de programación ni con respecto a mis competencias". El paciente Globovisión vuelve a entrar en terapia intensiva y su pronóstico es poco alentador. ¿Qué dirá El Ciudadano hoy?
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