sábado, 8 de noviembre de 2014

Good Bye Berlín, Hello Caracas



Este domingo 9 de noviembre en Alemania se celebrarán en grande los 25 años del derrumbe del muro de Berlín y el fin de la República Democrática Alemana, casualmente en octubre de 2014 realicé el sueño de visitar esta espléndida ciudad, sueño reciente ya que solo de unos añitos para acá todo el que visita el antiguo epicentro del Third Reich, que desde agosto 1961 hasta noviembre de 1989 estuvo divida por el conocido como "muro de la vergüenza", regresa enamorado de su actual efervescencia. Quienes la visitaron cuando estaba partida en dos, y desde entonces no han regresado, se sorprenden cuando les describen tan drástico cambio: la Berlín dividida era una ciudad "triste" y "fría", un lado muchísimo más triste que el otro. 
Fría sigue siendo, triste ya no. 
Mi visita fue corta, cuatro noches y cinco días, pero logré ver los puntos turísticos más importantes de la ciudad, estadía que coincidió con "El Festival de Luces" que desde hace diez años se celebra durante tres semanas en octubre, iluminando todas las noches sus principales edificios y monumentos. El Scandic Berlín Postdamerplatz fue el hotel donde mi hija y yo nos alojamos, parte de una cadena escandinava que se ofrece como "ecofriendly", lo que significó: económico, minimalista, bonito pero sin lujos, con trino de pajaritos dentro del ascensor, moderno y limpio, copiosos desayunos, mini bar gratis con bieres incluidas, y sobre todo, muy bien situado, en una zona tranquila a pocas cuadras de Postdamerplatz, aquella plaza que los ángeles de Wim Wenders tenían tomada, y que hoy es sinónimo de lo mejor de la modernidad. 
En el año 2014 para quien se medio maneje en inglés el idioma no es una barrera en Berlín, por lo menos en las partes donde abundan los turistas no hay quien no lo hable, sin embargo el berlinés es de trato seco con el turista que raya casi en lo descortés. Y eso éramos mi hija y yo en Berlín, las propias turistas, tanto que por primera vez en mi vida compré tickets para los autobuses de dos pisos que gracias a audífonos con varios idiomas a elegir, se puede seguir la historia de la ciudad a medida que se recorren diversos puntos de interés, teniendo el pasajero la oportunidad de subir y bajar a su gusto en distintas paradas. 
Gracias a la narración que iba escuchando en el tráfico de Berlín, mucho más leve que el de Caracas, me enteré que aproximadamente el 70 por ciento de la ciudad quedó en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial,  y para terminar de hundirla en la miseria se le añadió la división entre la Berlín Oriental y la Occidental: una Berlín estancada en el comunismo y otra abierta al progreso. Por eso lo que más me impresionó gratamente en mi breve visita no fue haber tenido la suerte de coincidir con un programa de Strauss y Mozart en la Filarmónica de Berlín, ni la Branderburg Thor iluminada con variados diseños de luces, ni la sobria belleza del Homenaje a las víctimas del Holocausto; ni siquiera la deslumbrante arquitectura moderna de la ciudad, ni los orígenes de la civilización exhibidos en el Museo Pergamon, o la variedad de salchichas y cervezas que sin duda aumentaron mi nivel de triglicéridos; como caraqueña viviendo en una ciudad desvencijada y dividida ideológicamente, lo que más agradecí de mi visita a Berlín, salvando las distancias, fue constatar cómo fue reconstruída en menos de dos décadas tras semejante devastación física y moral. 
De regreso a Caracas, entre la oferta de películas del vuelo de Air France estaba la alemana Goodbye, Lenin!, que no veía desde su estreno en el año 2003, la disfruté aún más que la primera vez que la vi, fue otra lectura ver esta película de Wolfang Becker tras mi visita a Berlín y ante el difícil momento que vivimos en Venezuela, donde quizás no estemos divididos por un muro cubierto de alambres de púas, ni fieros guardias armados de rifles evitando deserciones de un lado a otro, pero si hay una división ideológica que parece infranqueable, una obligada homogeneidad de pensamiento de quienes ostentan poder, y una escasez de productos de primera necesidad que casi se iguala con la situación de un país en postguerra.
Contar de qué va Goodbye, Lenin! es como contar de qué va El mago de Oz, ¿quién no la ha visto? (y si no la has visto vela ya), once años después de estrenada y 25 años después de derribado el muro, pareciera que no ha cambiado mucho Alexanderplatz, principal escenario de la película, como sí cambió radicalmente en cuestión de meses (ocho son los que pasa la madre en coma perdiéndose el derrumbe del muro de Berlín) la dinámica de la parte de la ciudad que quedó en manos soviéticas, tanto que el hijo temiendo terminar de romperle el corazoncito comunista a su madre convaleciente, al no poder ocultarle más la unificación de las dos Alemanias, hace lo posible por hacerle creer que en la batalla de las ideas, el comunismo triunfó y son los antiguos capitalistas quienes derrumbaron el muro para abrazar las austeras costumbres de la República Democrática Alemana. 
Sí Luis.
La hermana del hijo abnegado lo secunda en la farsa, pero todo sacrificio, hasta por amor a la madre enferma, tiene su punto de quiebre, el de la hija es volver a ponerle a su bebé pantaletas plásticas. 
Tras tres semanas fuera (el resto del viaje en París de visita a mi hermano y su familia), de regreso en Venezuela no tardé en entrar en la dinámica de las colas y la escasez que lejos de mejorar cada día se torna peor. Esta semana llegaron pañales a diversos Farmatodos, daba dolor de país ver las largas colas que salían a la calle de madres con sus bebés cargados para demostrar que el niño existía, que no eran bachaqueras. En algunas farmacias piden las partidas de nacimientos de los niños antes de vender pañales, en otras el número de cédula de la madre para venderles dos paquetes por semana, no importa que sea madre de morochos o que el bebé tenga diarrea. Sin excepciones.
Pantaletas de plástico para su bebé fue el punto de quiebre de la hija sacrificada para mantener vivo el sueño político de su madre... nosotros en Venezuela lejos de evolucionar con este sueño revolucionario pareciera que estamos involucionando, cada vez más parecidos a esa represiva República Democrática Alemana que este domingo a todo trapo se celebrarán los 25 años de su desaparición.
¿Cuál será el punto de quiebre del pueblo venezolano?



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