jueves, 29 de noviembre de 2007

Tres series para un fin de semana electoral















Quería dedicar este espacio de El Nacional a las elecciones de mañana, pero olvidé que el CNE exige 24 horas de recogimiento político antes de que los venezolanos ejerzamos nuestro derecho al voto. Por eso se me ocurre que este sábado de ley seca y de descanso al Sí y al No, podríamos aprovecharlo para ponernos al día con algunas series de televisión. Tres recomendaciones:
Napoleón: coproducción internacional con actores de la talla de Isabella Rossellini (Josefina), John Malkovich (Talleyrand), Gérard Depardieu (Fouché) y Christian Clavier como Napoleón Bonaparte; muchos le critican a esta miniserie de 6 horas el dejar por fuera importantes conquistas de uno de los militares que más poder acumulara en la Historia. Sin embargo, su espíritu está ahí: la ambición sin límites del pequeño gran hombre que hizo de Francia un Imperio en el albor del siglo XIX, y que murió en el exilio en la isla de Santa Helena, despojado de toda gloria.
De educación casi espartana, el joven general corso supo hacerse imprescindible para la salvación de la República Francesa, hasta el punto de llegar a creer que la República sólo podía ser él, y ante el beneplácito del pueblo, coronarse a sí mismo Emperador con la bendición del Papa, quien termina siendo un subordinado más de los caprichos de Napoleón.
Poder alimentado por sangrientas guerras y el odio del pueblo a la aristocracia francesa y al imperialismo inglés, los mejores momentos de la serie son los juegos políticos entre Bonaparte y sus no siempre leales consejeros: un Talleyrand sagaz como un zorro, y un Fouché cuya sinceridad lo hará caer en desgracia con el Emperador.
Roma: Producida por HBO, la primera parte de esta serie británica gira alrededor de las aventuras de Lucius Vorenus y Titus Pullo, soldados de ficción en tiempos de Julio César, quien en el año 52 A.C., victorioso tras conquistar Galia, descubre que en Roma el Senado y Pompeyo habrían preferido que la guerra durara 20 años más para mantener a César alejado del centro del poder.
Durante 400 años la República había sobrevivido evitando que un solo hombre acumulara todo el mando. Pero el poder no se comparte, es la moraleja de ambas Romas: la Roma de César, quien después de acabar con Pompeyo termina siendo asesinado por Brutus (al que consideraba un hijo); y la segunda Roma, que en la serie comienza en el año 44 A.C. con el caos originado por la muerte de Julio César, y narra a través de las peripecias de la aristocrática familia de Atia, y de la plebeya vida de los soldados Pullo y Vorenus, la lucha por el liderazgo del Imperio Romano entre Octavio y Marco Antonio, y el sometimiento del Senado a la voluntad del vencedor.
Los Sopranos: si la ambición, la inefabilidad, el fin justifica los medios de Julio César, de Octavio, de Napoleón, se trasladara al pequeño estado de New Jersey de principios del siglo XXI, el máximo jerarca de los negocios sucios sería Tony Soprano. Esta serie de HBO que, tras seis temporadas, en el año 2007 llegó a su capítulo final, refleja -ya no con la Historia como protagonista- cómo la cotidianidad del ejercicio del poder, la arrogancia de quien lucha sin tregua por ser el jefe supremo, que aplasta implacable al adversario; suele ser similar ejérzala un capo de la mafia(aunque atento padre de familia) o la cabeza coronada de un Imperio.
Magníficas series las tres, disfrútenlas, si pueden.

2 comentarios:

Maruja Muci dijo...

Me quedo con Dr. House!

Adriana Villanueva dijo...

El doctor House merece su reseña completa pero también se puede relacionar con el tema del poder: cómo abusa de los pobres doctores que tiene a su mando, y cómo se rebela contra las autoridades que tratan de mandarlo a él.