Incondicional miembro del Club Internacional de Apologistas de Chávez parecía ser la escritora colombiana Laura Restrepo. Cada vez que el tema del presidente venezolano salía a relucir en una entrevista, la autora de La novia oscura reiteraba su admiración por el líder del Socialismo del Siglo XXI. Tal era su fe en Hugo Chávez que hasta tildó como "elegante" su actuación en la primera fase del operativo de intercambio de prisioneros de la FARC conocido como la Operación Emmanuel, a pesar del show mediático que se vivió en la frontera colombo-venezolana la última semana del 2007.
Cuesta entender cómo la pluma que escribió Delirio, novela que describe a Midas Mc Alister, uno de los personajes más rapaces de la literatura latinoamericana reciente, no considerara desmedida la puesta en escena del “desagravio” de la FARC para con el presidente venezolano. Cómo no le dio mala vibra que el intercambio de rehenes perdiera su cariz de acuerdo humanitario para convertirse en “un acto de desagravio hacia el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela” después de que el presidente Uribe le negara a Chávez seguir como mediador en el conflicto colombiano.
Y eso que Laura Restrepo no era ninguna novata en esto de las mediaciones, ella fue comisionada de la paz entre el Gobierno Colombiano y el M-19 en los años 80.
Tampoco es fácil entender cómo una mujer austera como Laura Restrepo pudo obviar tanto invitado internacional en la frontera , el despliegue mediático, y la nada discreta presencia del wild horse de Hollywood, Oliver Stone, para inmortalizar con su sensacionalista cámara (y en exclusiva) el momento de liberación de las rehenes Clara Rojas y Consuelo Perdomo tras seis años retenidas en la selva, además de grabar las primeras imágenes del pequeño Emmanuel, engendrado y nacido hace tres años en cautiverio.
¿Qué habría hecho el director de Platoon y Natural Born Killers con semejante material? ¡Mínimo un Oscar al mejor documental en Hollywood, Palma de Oro en Cannes, Oso Dorado en Berlín! Quién sabe si hasta el premio Nobel de la Paz para el presidente venezolano. Tristemente para los rehenes y sus familiares, y quizás para la historia del cine épico documental, no se dio el “desagravio” en diciembre del 2007: la FARC se echó para atrás sin dar las coordenadas del rescate, unos dicen que porque el Gobierno colombiano no cumplió con las condiciones de seguridad, otros porque a la FARC les faltaba Emmanuel para cumplir su promesa.
¿ Le habrá dado mala espina a la autora de Las rosas invisibles que el presidente Chávez no le diera importancia al pequeño detalle que la guerrilla hacía meses que no tenía al niño que prometió devolver? ¿Que lo habían separado de su madre? ¿Que Chávez sólo responsabilizara al Imperio –como siempre- del fracaso inicial de la Operación Emmanuel?
Días después, viendo las imágenes en Telesur, no sentiría Restrepo cierta piquiña ante la calurosa despedida: “Sigan con su lucha camaradas” del Ministro de Relaciones Interiores venezolano a los guerrilleros de la FARC que en enero entregaron a Consuelo y a Clara sin la fanfarria decembrina.
Hizo falta que tras el final feliz de ver a las rehenes reunidas con sus familias, Chávez exigiera a la comunidad internacional y al gobierno colombiano reconocer a la FARC como fuerzas beligerantes, que llamara en su discurso de año nuevo a la guerrilla colombiana “un ejército salvador”, para que Laura Restrepo, por fin, le viera las costuras y calificara las palabras del líder revolucionario como un “autogol patético” por justificar a quienes tanto sufrimiento le siguen causado al pueblo colombiano, recordándole al presidente venezolano que esto no es cuestión “de egos ni prestigios presidenciales”, sino de la vida de inocentes rehenes, y que todavía quedan cientos de civiles en cautiverio.
Cuesta entender cómo la pluma que escribió Delirio, novela que describe a Midas Mc Alister, uno de los personajes más rapaces de la literatura latinoamericana reciente, no considerara desmedida la puesta en escena del “desagravio” de la FARC para con el presidente venezolano. Cómo no le dio mala vibra que el intercambio de rehenes perdiera su cariz de acuerdo humanitario para convertirse en “un acto de desagravio hacia el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela” después de que el presidente Uribe le negara a Chávez seguir como mediador en el conflicto colombiano.
Y eso que Laura Restrepo no era ninguna novata en esto de las mediaciones, ella fue comisionada de la paz entre el Gobierno Colombiano y el M-19 en los años 80.
Tampoco es fácil entender cómo una mujer austera como Laura Restrepo pudo obviar tanto invitado internacional en la frontera , el despliegue mediático, y la nada discreta presencia del wild horse de Hollywood, Oliver Stone, para inmortalizar con su sensacionalista cámara (y en exclusiva) el momento de liberación de las rehenes Clara Rojas y Consuelo Perdomo tras seis años retenidas en la selva, además de grabar las primeras imágenes del pequeño Emmanuel, engendrado y nacido hace tres años en cautiverio.
¿Qué habría hecho el director de Platoon y Natural Born Killers con semejante material? ¡Mínimo un Oscar al mejor documental en Hollywood, Palma de Oro en Cannes, Oso Dorado en Berlín! Quién sabe si hasta el premio Nobel de la Paz para el presidente venezolano. Tristemente para los rehenes y sus familiares, y quizás para la historia del cine épico documental, no se dio el “desagravio” en diciembre del 2007: la FARC se echó para atrás sin dar las coordenadas del rescate, unos dicen que porque el Gobierno colombiano no cumplió con las condiciones de seguridad, otros porque a la FARC les faltaba Emmanuel para cumplir su promesa.
¿ Le habrá dado mala espina a la autora de Las rosas invisibles que el presidente Chávez no le diera importancia al pequeño detalle que la guerrilla hacía meses que no tenía al niño que prometió devolver? ¿Que lo habían separado de su madre? ¿Que Chávez sólo responsabilizara al Imperio –como siempre- del fracaso inicial de la Operación Emmanuel?
Días después, viendo las imágenes en Telesur, no sentiría Restrepo cierta piquiña ante la calurosa despedida: “Sigan con su lucha camaradas” del Ministro de Relaciones Interiores venezolano a los guerrilleros de la FARC que en enero entregaron a Consuelo y a Clara sin la fanfarria decembrina.
Hizo falta que tras el final feliz de ver a las rehenes reunidas con sus familias, Chávez exigiera a la comunidad internacional y al gobierno colombiano reconocer a la FARC como fuerzas beligerantes, que llamara en su discurso de año nuevo a la guerrilla colombiana “un ejército salvador”, para que Laura Restrepo, por fin, le viera las costuras y calificara las palabras del líder revolucionario como un “autogol patético” por justificar a quienes tanto sufrimiento le siguen causado al pueblo colombiano, recordándole al presidente venezolano que esto no es cuestión “de egos ni prestigios presidenciales”, sino de la vida de inocentes rehenes, y que todavía quedan cientos de civiles en cautiverio.
3 comentarios:
Gracias por contarlo. No lo habia leido. Es similar a lo que pienso de la lectura que Sean Pean le dio a su visita a Venezuela. Tanto mono color rojo debe decir algo para una persona inteligente. PS: perdona la ausencia de acentos. Cuestiones tecnologicas
Poco a poco las mascaras se van cayendo, ojala Latinoamerica se de cuenta.
Mas vale tarde que nunca, digo yo, que cada vez que me topo con un libro de Laura Restrepo, me tapo la nariz, recuerdo lo que me gustó "Delirio", olvido que abandoné "La multitud herrante" y sigo leyendo "La novia oscura" para deleitarme con ese libro a caballo entre reportaje y novela de amor.
Otra que salta la talanquera... Enhorabuena!!
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