miércoles, 27 de febrero de 2008

Verdugos de almas



Teníamos tiempo sin ver a Claudio, solíamos encontrarnos en las piñatas de los hijos de nuestro amigo en común Pablo. Pero ya los niños de Pablo son adolescentes, por eso cuando vimos al pana científico en el Ateneo la noche del estreno de “Ladrona de almas” de Pavel Kohout, nos alegramos al descubrir que Claudio Mendoza, además de físico, también es teatrero.
La noche no comenzó bien, salimos tarde de casa y aunque no era un jueves de mucho tráfico, íbamos contra reloj y no contábamos con los soldados de la Guardia Presidencial custodiando el estacionamiento del Teatro Teresa Carreño.
Supusimos que no podríamos parar el carro ahí, pero quisimos oír qué pretexto nos darían los militares:
- ¿Hacía dónde se dirigen ciudadanos?
- Vamos al teatro.
- No se pueden estacionar aquí, hay un evento privado.
El estacionamiento del antaño complejo cultural se veía desierto, a pocos metros, a la vera de la Plaza de los Museos, se bajaban de autobuses decenas de hombres y mujeres con camisas rojas y cachuchas que hacen juego, con esa cara de éxtasis que da estar próximos a clamar en la sala Ríos Reyna: “Ordene mi comandante”.
Quienes tan sólo queríamos disfrutar de una noche de teatro, tuvimos que estacionar el carro en el hotel Caracas Hilton.
Poco antes de las ocho, atravesamos corriendo la pasarela y los espacios abiertos del Teresa Carreño, a pesar del apuro, nos extrañó la ausencia de los buhoneros que aprovechan este tipo de actos gubernamentales para vender discos quemados de Alí Primera, la Nueva Trova Cubana, y todo tipo de souvenires revolucionarios. Debían estar despertándose del sueño del Socialismo del siglo XXI ahora que quienes viven de la economía informal dejaron de ser políticamente necesarios.
“Ladrona de almas” no empezó todo lo puntual que debe ser el teatro, quizás por ser el estreno, pero valió la pena esperar por esta hermosa obra protagonizada por Marialejandra Martín y Elisa Stella, dirigida por Rodolfo Boyadjian, que trata sobre los efectos devastadores del Holocausto en la vida de tres mujeres, pero también sobre el vampirismo creativo y la eterna pregunta si en el arte, como en la política, según dice Maquiavelo, el fin justifica los medios.
En el brindis, una vez finalizada la función, Claudio nos contó como el teatro fue casi su perdición cuando en septiembre de 2006, a raíz de “Copenhague” de Michael Frayn, escribió un artículo para El Nacional titulado “Masa Crítica” ( http://asovac.net/bitacora/?p=34) donde ante la duda de si un físico de la talla de Heisemberg estaría “dispuesto a construirle una bomba atómica a un loco como Hitler”, Claudio se preguntaba cómo después del horror de Hiroshima y Nagasaki y el fin de la Guerra Fría, algunos gobiernos –entre ellos el de Venezuela- se quieren colar en el temible club nuclear.
El único alivio que sentía Claudio ante semejante posibilidad era el “desprecio revolucionario por los expertos”.
Jamás pensó el irreverente científico que su artículo levantaría tanta roncha: cuando salió publicado no sólo vio amenazado su trabajo como jefe de laboratorio de física computacional en el IVIC, sino también su integridad física. Nos contaba Claudio, medio en broma medio en serio, que temió ser apedreado en la plaza pública por hereje. Afortunadamente, las mujeres científicas, que “son bravas como pocas”, dieron la cara por él y no lograron tocarlo.
Una semana después de nuestro encuentro en el teatro, volvemos a ver a Claudio, esta vez retratado en el periódico: fue removido de su cargo administrativo en el IVIC por “el tono irrespetuoso de su artículo” escrito hace seis meses. Coincide su remoción con las descomunales multas impuestas al vespertino Tal Cual y a Laureano Márquez por el artículo donde el mejor humorista venezolano del momento le pide con ternura a la pequeña hija del presidente que interceda ante la intransigencia de su padre. Carta (o artículo) publicada en noviembre de 2005.
¿Acaso, al igual que la economía informal, después de las elecciones, dejó de ser la libertad de expresión en la República Bolivariana de Venezuela políticamente necesaria?
Quizás todavía nos falte para entrar en el temido club nuclear, pero asusta pensar que estos retroactivos casos de represión sean señal, junto a la promesa del cierre de RCTV y la amenaza de expropiar sus equipos, que quienes nos gobiernan se pusieron el uniforme de verdugos de almas.

Artículo pulicado en El Nacional en febrero 2007.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo, pues nos refresca cosas que no debemos olvidar, y nos confirman que lo que vamos viviendo ya estaba escrito en un artículo como el tuyo y como tantos otros y hace bastante tiempo

Anónimo dijo...

Excelente Adriana, los que conocemos a Claudio sabemos la talla moral e intelectual del Dr., pero hoy los que andan por allí en cargos de hacer ciencia o buscándolos son faltos de todo, pero con mucha masa obesa... y poca materia gris pero sobresalen los mas mediocres y rastreros.