Nada causa tanta repugnancia como una rata, poco prepara al ser humano para enfrentarse dignamente a ellas, por eso el día en que llegué a casa de mi suegra y mi sobrinita me recibió con la noticia que una rata había quedado atrapada en el baño, debí agarrar a mis niños y salir por la puerta por la que entré. Dos motivos me retuvieron: primero, el amor propio, no iba a dar pie a mi familia política para reafirmar la teoría: “pobrecita, es que ella es una intelectual”; y la segunda razón por la cual me vi obligada a quedarme a la cacería fue porque justo en el momento en que iba a decir: “Niñitos, nos tenemos que ir, se me olvidó apagar el horno”, oí a mi hija de siete años vociferar envalentonada entre los chillidos desesperados de la rata: “¡Déjenmela a mí!”.
Los antecedentes de esta fobia roedora se remontan a mis años universitarios cuando en una especie de rito de iniciación un grupo de compañeros me entregó Crímenes bestiales de Patricia Highsmith, colección de relatos sobre animales que cansados de ser víctimas de los seres humanos, buscan escalofriantes revanchas. Enamorada de tan sórdida lectura a los 18 años, le pedí a mis nuevos amigos que me siguieran recomendando libros de esta excéntrica escritora norteamericana nacida en Texas en 1921, quien a fuerza de ser ignorada por sus coterráneos, se mudó a Suiza donde murió a los 74 años en 1995.
Antes de que la película de Anthony Minghella El Talentoso Sr. Ripley(1999) fuera candidata al Oscar, los libros de Patricia Highsmith eran una rareza en las librerías estadounidenses. Los norteamericanos no lograban entender el extraño placer europeo de leer a una escritora que generaba con sus psicóticos personajes tal sensación de angustia, siendo su escenario predilecto los “perfectos” suburbios norteamericanos. Curiosamente, el atormentado mundo de Highsmith tiene una alta cuota de admiradores venezolanos y sus libros solían encontrarse con facilidad en nuestro país.
Patricia Highsmith aseguraba que el cuento era su género favorito, y que escribía relatos durante los fines de semana como descanso de sus novelas. En el año 2001, seis años después de su muerte, los cuentos de Highsmith son desempolvados en los Estados Unidos gracias a la publicación de The selected stories of Patricia Highsmith(W.W. Norton, 2001), una colección que recoge en un solo tomo cinco de sus libros de relatos publicados en los años setenta. Crímenes Bestiales se encuentra en esta colección. Mi ancestral odio por las ratas se deriva de la lectura de un cuento publicado en este maravilloso libro: La rata más valiente de Venecia, la historia de una rata atacada salvajemente por unos hermanitos en un canal de Venecia, el astuto roedor logra escapar y en la mejor tradición vigilante, se entrena durante un año hasta convertirse en una súper-rata a la espera de cometer su sangrienta venganza. ¿Habrá escrito Highsmith este cuento en un descanso sabatino de la rata humana por excelencia, el inolvidable Tom Ripley?
“¡La tenemos!” -oigo gritar a los despiadados cazadores. No soy una persona sanguinaria, pero por el bien de la familia, espero que la bestia no escape con vida.
Crónica escrita hace como 8 años. Crímenes Bestiales se consigue en español editada por Planeta (2001) y Anagrama (2003).
Crónica escrita hace como 8 años. Crímenes Bestiales se consigue en español editada por Planeta (2001) y Anagrama (2003).
1 comentario:
he leido con detenimiento estas lineas escribes muy bien te felicito
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