sábado, 27 de febrero de 2010

Palabras de Paulina


Cuando el año pasado Juan José Pérez Rancel fue a Caoma con la noticia que le habían encomendado preparar la biografía de Carlos Raúl Villanueva para la Biblioteca Biográfica Venezolana, confieso que lo miré con algo de conmiseración ante la tarea que enfrentaba y el poco tiempo que tenía disponible.
Una biografía es un tema difícil y Villanueva no es un hueso muy fácil de roer. Además, la que siempre fuera testigo de excepción de la vida de Villanueva, su esposa Margot, con su cabeza lúcida y llena de recuerdos, se nos fue tras él hace cinco años atrás; de no haber sido así, es muy probable que no estuviéramos aquí hoy y que Juan José todavía anduviera, libreta en mano, escuchando historias sentado con ella frente al jardín de Caoma.
Él no pudo hacerlo, pero mi sobrina Adriana sí, y gracias a ello nos quedó ese Retrato de una Caraqueña del siglo XX, un bello libro que permitió que pudieran mantenerse vivos todos esos recuerdos que Juan José fue entrelazando en su propio discurso.
Pero vamos directamente a lo que nos ocupa, esta pequeña publicación de 120 páginas que nos permite recorrer la vida de ese venezolano ejemplar que fue Carlos Raúl Villanueva.
Quiero comenzar por la sentencia donde Juan José, al final del primer capítulo del libro, nos tiende una invitación a leerlo (cito textualmente): “SIGAMOS LA CREATIVIDAD DEL MAESTRO VILLANUEVA EN SU GRAN TRAVESURA: LA ARQUITECTURA Y EN EL RESTO DE SU COTIDIANIDAD”. (Fin de la cita)
Con esta brújula en la mano Juan José tomó el camino correcto. Pues es imposible disociar en Villanueva al hombre del arquitecto, forman una unidad indivisible de significado.
Me gustó mucho además que hablara de la relación de mi padre con la arquitectura en términos de una gran travesura, con esa simple afirmación nos anticipó la perspectiva de una lectura amena, orientada a develar a Villanueva en su alegría de ser, vivir y trabajar.
El camino que al principio podía parecernos difícil de transitar se ilumina a partir de allí.  La estructura de capítulos, 14 en total, nos traza nítidamente la trayectoria a seguir, dentro de un discurso que es y no es cronológico, porque siempre va para adelante y para atrás.
Comienza por lo esencial, delinear el perfil del hombre en cuestión, ese venezolano universal que fue Carlos Raúl Villanueva. 
También allí hubo precisión en su adjetivación: ciudadano ejemplar, honesto, austero, solidario, humilde, respetuoso, igualitario, generoso, sencillo, modesto, discreto, hombre de acción, trabajador infatigable, sutil, travieso, osado, visionario; y por sobre todo, amante de su familia, apasionado por el arte y la arquitectura, maestro ejemplar. Bastaron sólo 3 páginas para presentar al lector un retrato afinado del hombre cuya biografía se está por leer.
Después de los primeros capítulos, que son de un carácter eminentemente personal y biográfico, Juan José deja la conducción del discurso a la arquitectura.
Es así como, a partir del capítulo 1928-1929 América, una arquitectura por descubrir, se deja guiar por otros testigos, muy fiables a mi manera de ver: las obras de arquitectura.
Obras que siguen allí, en Caracas, Maracay, Maracaibo, Ciudad Bolívar, desafiando el tiempo con gallardía. Obras que se ofrecen como libros abiertos para descubrir al hombre que con empeño creador modeló sus formas en la búsqueda del espacio nuevo que debía albergar a una sociedad mejor.
El Hotel Jardín, La Maestranza, los Museos, los Hospitales, las Escuelas, El Silencio, la Urbanización Rafael Urdaneta, las Unidades Residenciales, el Cerro Piloto, el 23 de Enero, sus casas de habitación, Caoma y Sotavento, y su obra mayor la Ciudad Universitaria de Caracas, ofrecen un hilo conductor que nos enfrenta sin mediación a la extraordinaria dimensión de su obra construida.
La arquitectura marca la pauta y Juan José nos acerca a ella de forma apropiada, dando una mirada al otro, al que lee, pero sin abrumarlo con consideraciones técnicas, teóricas o historiográficas complicadas, manteniendo siempre un equilibrio tal, que familiariza al lector con una arquitectura que en realidad es de una complejidad y una síntesis mayor.
Tres capítulos dan una pausa a tanta arquitectura: El arte y la amistadLas casas para la familia y La formación de los arquitectos del siglo XX en la UCV.
Pausas importantes pues Villanueva no es comprensible, sin plantear su vinculación con el arte y las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX.
Su familia, sus amigos, sus colaboradores y sus casas son, en relación al hombre, la expresión  de su más cara cotidianidad.
Y su labor docente, como Maestro en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, un tema imposible de soslayar.
Gracias a este libro, 75 años de vida fecunda se transitan rápido y dejan un sabor grato en la boca.
Dicho esto y para no abusar de ustedes, no me queda más que agradecer a Juan José, a El Nacional y a la Fundación Bancaribe por esta publicación, que desde su portada nos presenta a un Villanueva lleno de vida, mirando de frente desde su taller del jardín de Caoma, con una mirada que nos llama a preguntarnos qué hemos hecho de la Venezuela que hombres como él ayudaron a construir.
Y no tengo otra respuesta que dar a ustedes que repetir una gran paradoja, y es que, hoy por hoy, los venezolanos nos vemos en la necesidad y en la obligación de buscar nuestro futuro en el pasado; y en ese pasado Villanueva es y seguirá  siendo una figura primordial, como hombre y como arquitecto.

Palabras de Paulina Villanueva el martes 23 de febrero con motivo de la presentación de la biografía de Carlos Raúl Villanueva de la serie Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional

2 comentarios:

Isabel Peña O'conn dijo...

"una caraqueña del siglo XX" es la biografía publicada de su abuela, he entendido correctamente?,si así fuese es de fácil consecución?, cual editorial la publico?, en verdad es un personaje que me resulta altamente interesante y entrañable. Un saludo cordial Sr. Adriana, te sigo acá en tú blog agradecida por tus amenos relatos

Adriana Villanueva dijo...

"Margot, una caraqueña del siglo XX" es el resultado de dos años de conversaciones con mi abuela, memorias que le cuenta una abuela a su nieta. La primera edición fue publicada en una colección en forma de cajita por la Fundación Polar junto con libros de Rosario Anzola, Jacqueline Goldberg y Eduardo Fuenmayor; resultado del primer taller de Memoria y periodismo, literatura sin ficción, impartido por Milagros Socorro en el año 2001.
La cajita todavía se consigue en algunas librerías (ayer la ví en El Buscón) además de otras cajitas de talleres posteriores dados por Milagros.
En el año 2005 La Fundación Villanueva quiso sacar una segunda edición con nuevos cuentos que mi abuela seguía contando, aprovechar el archivo de fotos de la Fundación y con la letra grandota para que misia Margot pudiera leerla. Es el mismo texto con algunas anécdotas agregadas, entre ellas, la que cierra el libro. Como el título original nunca nos convenció, lo rebautizamos: Margot en dos tiempos (memorias de una caraqueña del siglo XX), lamentablemente, mi abuela murió días después de que saliera de imprenta, así que no lo pudo disfrutar.
En estos momentos Margot en dos tiempos debe estar en la Librería Lea de Mata de Coco, en Kalathos de los Galpones, en la Sala Mendoza en la universidad Metropolitana, en Templo Interno en Centro Plaza, y suele estar en El Buscón en Paseo Las Mercedes, pero ayer fui y Katina me informó que se había acabado, así que tengo que llevar.