Las malas mañas se pegan: encontré en la nevera un litro de leche Carabobo vencida. El hallazgo ocurrió la lluviosa tarde de domingo en la que la oncena de Brasil derrotó a Costa de Marfil 4 a 1. Me disponía a celebrar el resultado del fútbol con un delicioso café asumiendo que tenía en la cocina una tripleta difícil de conseguir en la actual Venezuela: café, azúcar y leche. Aprovecharía la leche fresca que había comprado el martes anterior, debía estar por vencerse. Cuando la fui a abrir me di cuenta con horror que su fecha de expiración ya había pasado.
Somos producto de nuestros tiempos, con un niño y dos adolescentes en casa supuse que la leche fresca no habría de caducar. A lo mejor pequé de acaparadora al descubrir en la nevera de la panadería el añorado empaque azul con la vaquita sonriente. Compré dos. Me recordaba tanto a mi infancia cuando todas las mañanas en la puerta de casa amanecía la prensa, una bolsa de pan y dos litros de leche Carabobo.
Recién casada, a principios de la década del 90, traté de seguir esa tradición, pero desde hace años sólo recibo la prensa en las mañanas: el llamado pan de a locha dejó de ser repartido a domicilio, y, con el auge de los empaques de larga duración, es más cómodo comprar leche homogenizada que dura meses en la despensa, que la leche pasteurizada que a menudo se vence en la nevera.
Lástima que desde hace varios meses la leche que se consigue en Venezuela rara vez es de producción nacional, es importada de países sureños, de marcas desconocidas y sabe aguada. Hasta es difícil conseguir fórmula maternizada, ni se diga las leches especializadas como la de soya. Tenía aproximadamente una semana sin encontrar leche de ningún tipo cuando una tarde por casualidad me topé en una panadería con leche Carabobo. Cuando la ví, tan sonreída la vaquita, me llevé 2 litros pensando que en casa se la habrían de tomar antes de su fecha de vencimiento.
Aparentemente mis chamos se desacostumbraron a beber leche pasteurizada, quizás porque en esta Caracas revolucionada es difícil conseguir buen cereal, y ellos las bebidas achocolatadas prefieren prepararlas con leche en polvo porque quedan más cremosas.
Así que uno de los litros de la pobre vaquita Carabobo se quedó en la nevera descomponiéndose como toneladas de leche podrida que han ido apareciendo estas semanas a lo largo del país. Vencida como tantos alimentos importados por el Gobierno revolucionario que, o se perdieron porque no se tuvo capacidad de distribución pudriéndose en los puertos, o porque los compraron vencidos.
Pero esa lluviosa tarde no me quedaría sin mi café, días antes, en una de mis masoquistas visitas al mercado socialista Bicentenario, encontré leche de larga duración de una reconocida marca transnacional. Con confianza compré dos litros asumiendo que serían de calidad garantizada. Su fecha de vencimiento decía 8/2010. Cuando vertí parte del contenido en una ollita para calentarlo, en lugar del ansiado líquido blanco salieron unos grumos que no pensaba engullir, mucho menos dárselo a mis hijos.
Por fin preparé el café con la leche Carabobo, a pesar de estar pasada de fecha, sabía bien. La de larga duración comprada en Bicentenario la boté por el desagüe, espero no haya dañado las tuberías. Quizás use la leche Carabobo para hacer dulce de leche cortada, sólo tengo un problema: el azúcar en casa no alcanza sino para el café.
Artículo publicado en El Nacional el lunes 28 de junio
2 comentarios:
Adriana como es posible esa situación, las personas que votan por Chávez no ven la realidad no entiendo por que no lo castigan en las urnas. Saludos
Mas vacas en Venezuela y menos petroleo para los asesinos comunistas cubanos.
PD: viva el pueblo cubano en libertad!
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