martes, 7 de febrero de 2012

Apología a la lectura digital


Días atrás el escritor norteamericano Jonathan Franzen despotricaba en el Hay Festival de Cartagena contra el libro electrónico, decía que era una perversidad del capitalismo, que si le caía un vaso de agua, se arruinaba. Franzen, cuyas novelas están a la venta digitalmente, siente una justificada antipatía por la lectura electrónica: "Da angustia que dentro de 50 años los libros impresos estén obsoletos". 
Amo mi biblioteca recopilada desde hace más de treinta años, y estoy encantada con la lectura electrónica, no abandonaría una por la otra, ambas formas tienen sus ventajas y desventajas, y aunque tienda a repetirme con lo escrito en crónicas anteriores, aquí van algunos ejemplos de cómo la lectura digital puede beneficiar a lectores (escritores) como yo, viviendo en un país que hoy se encuentra a la retaguardia en muchos sentidos, y en qué aspectos jamás logrará sobrepasar a un libro impreso.

ESPACIO: no me caben los libros en el apartamento: tengo debajo de las mesas, torres sobre ellas, en el baño, en el cuarto de los niños, en la cocina, empiezan a tomar las esquinas. He tratado de donar algunos pero ya ni en el Banco del Libro los quieren, y si encuentro quien los acepte, cuando voy a hacer la selección, soy incapaz de decidirme de cuáles libros prescindir. Apenas he logrado regalar libros de cuentos de cuando mis hijos estaban pequeños, y no todos, ¿cómo desprenderme de la colección de Anthony Browne?
 Formamos un estrecho vínculo con nuestra biblioteca, deshacernos de alguno de nuestros libros, hasta de la novela más latosa, es como deshacernos de un pedacito de nosotros...  y me perdonan la intensidad. 
En cambio los libros electrónicos están en nuestro cloud (archivo virtual) sin ocupar espacio físico, aún si cae encima de la tableta digital el temible vaso de agua del que amenaza Franzen, el contenido de nuestra biblioteca electrónica queda grabado en el inframundo de la Web esperando para ser bajado en una nueva máquina. Sería como cambiar un libro de una biblioteca a otra.
Quizás estos libros digitales no son tangibles, se hacen tangibles en el aparato, pero allí están.

PESO-VOLUMEN- Tomemos por ejemplo dos novelas de Franzen: Las correcciones y Libertad, ambas se acercan a las seiscientas páginas. A quienes nos gusta llevar un libro en la cartera para mitigar las horas muertas, el tamaño sí importa, y los libros, mientras más pequeños, mejor. Las correcciones y Libertad son novelas que de leer impresas, de lo grandes que son, solo leeríamos en casa o en unas vacaciones.  Digitalmente la prosa de Franzen nos acompaña a donde sea.

BIBLIOTECA PORTATIL: Siguiendo con los problemas de espacio, cuántas parejas, cuando los hijos se van, sienten que les llega la hora de mudarse a apartamentos pequeños, y no saben dónde meter la catajarra de libros que tienen. Se ven obligados a hacer una reducción de sus bibliotecas con una encrucijada tipo la decisión de Sofía: "¿Cuáles libros se mudan con nosotros y cuáles vender o regalar?".  Un vecino jubilado se mudó a un apartamento más pequeño, viviría de la renta de alquilar su apartamento de 360 metros cuadrados que tenía una hermosa biblioteca con la más espectacular colección de libros de Política, Historia y Literatura venezolana.  En ella no había novelas de Barbara Taylor Bradford ni de Sidney Sheldon, era una biblioteca de coleccionista con énfasis en lo nacional. El vecino trató de subirle el precio al inquilino por dejarle el contenido de la biblioteca, recibiendo como respuesta: "Llévese sus libros". Ahí los tuvo que dejar, donde se mudó no cabían, rogándole a los inquilinos que se los cuidaran para cuando les encontrara mejor destino.
 Qué decir de la ola migratoria estos últimos años de Venezuela, ¿cuántos libros han sido abandonados en cajas? ¿Cuántas bibliotecas desmembradas? Un amigo radicado en los Estados Unidos me cuenta que no está dispuesto dejar atrás un libro más, desde que se fue de Venezuela casi todas sus lecturas son digitales, su biblioteca está en su Kindle y se puede mudar con ella a donde sea.

EL TAMAÑO DE LA LETRA, PANTALLA ILUMINADA Y DICCIONARIO INCORPORADO: De mis ventajas favoritas de la lectura digital está que los lectores adaptamos la letra a nuestra vista, y para quienes la presbicia comienza atacar, poner la letra a la medida de la ceguera es de los inventos más prácticos desde el lavaplatos automático. El diccionario incorporado también es de gran utilidad sobre todo si estamos leyendo en un idioma que no es nuestra lengua materna: al toparnos con una palabra desconocida la presionamos levemente con el dedo, y ahí está la definición. Y ni se diga la pantalla iluminada, se acabó el "¿Cuándo vas a apagar la luz?" de un cónyuge encandilado, además, la pantalla iluminada que dura horas en las tabletas digitales, y hasta días en los kindles más sencillos, resulta propicia en países como Venezuela donde debido a la crisis eléctrica no sabemos cuándo nos puede sorprender un apagón.

 DESCARGAS GRATIS DE CLÁSICOS:  Los libros de dominio público (los derechos de autor expiran entre 50 y 70 años después de su muerte) se descargan gratis en su forma más elemental: portada simple y texto. Si se desea una edición ilustrada, con prólogo, notas al margen, con portada más bonita, hay que pagar, pero no mucho. Esto no solo es positivo por el dinero ahorrado, sin regresar al tema "espacio", sino porque podemos hacernos de una biblioteca que ni la de Alejandría: los Antiguos Griegos, Las mil y una noches, todo Shakespeare, todo Dickens, todo Tolstoi, todo Dostoievski, todo Chéjov, todo Balzac, todo Víctor Hugo, todo Dumas.  Leer cada una de las obras de los grandes escritores sería tan ambicioso como quienes quisieron construir la torre de Babel, pero qué bueno saber que tenemos a los clásicos a un descargar de distancia.

IR A BARNES & NOBLE SIN SALIR DE EL CAFETAL: ¿Cuántas veces nos enteramos por Internet de un libro que acaba de salir en los Estados Unidos, digamos "11 22 63" de Stephen King, novela que quisiéramos leer pero de tan voluminosa que es habría que ser bien cara e'tabla para encargársela a un amigo que se va de viaje? Gracias a la lectura digital, raspando la tarjeta Cadivi de dólares de Internet, en menos de lo que tomaría hacer la cola para pagarla en cualquier Barnes & Noble, podemos empezar a leer la última novela de King o de cualquier otro autor anglosajón que tardaría meses y hasta años, si acaso, en llegar a las librerías de Caracas.

VENTAJAS QUE TODAVÍA NO SON, POR LO MENOS PARA LOS HISPANO-LECTORES.

TÍTULOS EN ESPAÑOL: A pesar de que Kindle Fire ya está a la venta en España, Amazon no ha llegado a América Latina aunque muchos lectores de este continente nos las arreglamos para bajar libros de distintas maneras. Por Internet se encuentran decenas de portales de descargas de libros PDF (Portable Document Format). Hay autores que comparten sus libros gratis por este medio, al igual que se consiguen clásicos como Don Quijote sin costo alguno, pero viendo por Amazon es. la oferta de libros en español es fácil darse cuenta de que todavía nuestros editores le tienen tanta aprensión a la lectura digital como Jonathan Franzen.
El catálogo electrónico de escritores hispanoamericanos es pobre, inclusive de autores contemporáneos de prestigio internacional como Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes y Enrique Vila Matas, sus obras aún no se consiguen por esta vía. Otros escritores, como Rosa Montero, encontraron en la lectura digital la manera ideal para rescatar sus primeras novelas. Sin embargo el catálogo de libros en español está en pañales, ya vendrá, es cosa de meses, y será perfecto para tener acceso no solo a las novedades que tardan en llegar en muchas ciudades latinoamericanas sino a aquellos títulos que han ido saliendo de circulación por falta de espacio en las librerías.

VOLVER A CARACAS SIN SALIR DE MONTREAL: ¿Cuántos emigrantes venezolanos, al saber que un pariente o un amigo los irá a visitar, en lugar de pedirle que le traigan Nestea o Torontos, le piden la más reciente obra venezolana?  Miles de latinoamericanos se han ido a probar fortuna a otras tierras, llevándose la nostalgia de sus países, qué mejor manera de mitigarla, a quienes aman los libros, que con la literatura local, esa que mientras vivían en sus ciudades de origen quizás no se dignaban a destapar. ¿Cuántos libros de autores venezolanos llegarán en los próximos meses a las librerías en Canadá, España, Australia o los Estados Unidos?  Qué bueno sería que quienes hayan emigrado, o vivan temporalmente lejos, y quieran estar al tanto de la Literatura Contemporánea de sus países de origen, tengan acceso a ella de manera digital. Por los momentos, ya El regalo de Pandora del amigo Héctor Torres está disponible en Amazon.

INTERNACIONALIZACIÓN: Primero pasa un escritor latinoamericano por el ojo de una aguja antes que por los estantes de las librerías de un país que no sea el suyo. Gracias a los libros electrónicos, cada escritor tendrá la oportunidad de entrar en esta gran biblioteca universal donde el único freno será el idioma. Se acabó eso de que los editores no se arriesgan a vender libros fuera de las fronteras del autor (a menos que  haya pasado por el filtro de una importante editorial española) porque publicar un libro digital no tiene mayor costo a diferencia de la arriesgada inversión de embarcar cientos de libros a librerías donde el autor es un desconocido. En un futuro, esperemos cercano, los autores venezolanos no solo podremos ser leídos en Venezuela, los Ecuatorianos solo en Ecuador, los panameños solo en Panamá; sino podremos compartir nuestra obra en esta infinita biblioteca virtual, donde quizás habrá tantos libros como estrellas en el cielo, pero ahí estarán.

 LA AUTOGESTIÓN: Los autores con manuscritos inéditos bajo el brazo que no encuentran editorial que se los publique, gracias a los libros electrónicos pueden editar a bajo costo su obra en la web, e inclusive vender sus libros en Amazon, o permitir su descarga gratis a lectores interesados. Además de aquellos proyectos  privados como el de mi  tía Paulina que está por terminar la historia de las recetas de cocina de la familia, especie de memoria emocional de 500 páginas basada en casi un siglo de gastronomía doméstica, el libro estará en PDF al acceso de la familia y amigos, aunque de tan bello que quedó, debería ser impreso.

LA LITERATURA DIGITAL COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA: Apple anunció que pondrá a la disposición guías educativas para ser bajadas por IPad gratis, eso sí, los niños deberán leerlas en una herramienta de 500 dólares a la que si le cae un Toddy encima, se fregó.
Los aparatos de lectura digital vienen a distintos precios y eventualmente las guías educativas podrán ser ampliamente distribuidas. El Kindle más básico no llega a 100 dólares. Ustedes dirán: "pobres niños que les vamos a imponer desde pequeños la fría lectura digital", pero la realidad en países como Venezuela, y me consta por mis hijas mayores es que a partir de tercer año de bachillerato los muchachos deben acudir a las fotocopias porque la mayoría de los libros que les mandan, más allá de las guías escolares, están desaparecidos de nuestras librerías.
Y no hablo de libros especializados, hasta fotocopias de clásicos como Utopía de Thomas More han tenido que sacar porque no es fácil conseguirlo en las librerías locales. La fotocopia de un libro sale más costosa que cualquier edición de bolsillo. Sin duda más cara que la descarga gratis de un clásico. Mi universitaria ha gastado cientos de bolívares en fotocopias, y sabemos qué pasa con esos papeles engrapados, suelen ir al cesto de basura terminado el trimestre.

LA VENTAJA QUE YA NO LO ES: Una de las ofertas recién lanzado el primer Kindle en el año 2007 fue que los libros digitales saldrían mucho más económicos que comprarlos impresos. Ese primer Kindle costaba 400 dólares y se agotó en 5 horas y media. Ante el alto costo del aparato, Amazon se comprometió en que ningún libro digital costaría más de 10 dólares ya que se estaban saltando varios eslabones de la cadena de costos como la distribución y la producción del libro físico.  Hoy la diferencia de costos entre los libros digitales y los libros impresos no suele ser mucha, a lo máximo dos dólares en una novedad como la biografía de Steve Jobs de Walter Isaacson. He encontrado casos donde el precio de los libros digitales está por encima de los impresos, volvemos a la razón "espacio", hay libros que se van quedando fríos y las librerías les bajan el precio para darle paso a las novedades. No es el caso de la literatura digital, el espacio es infinito. También hay muchos libros sobre temas especializados como sociología que comprados digitalmente cuestan hasta más de 100 dólares. En Amazon, al tener que retractarse de la política inicial de que ningún libro digital pasaría los 10 dólares, cuando superan el precio estimado, ponen un cintillo que especifica: "El precio está puesto por el editor".


DUDAS: Aunque Kindle ya tiene cinco años en el mercado, Kindle Fire apenas salió en 2011 y el IPad en 2010, quizás demasiado reciente para saber cuál es el standar de vida útil de las tabletas digitales¿Cada cuánto habrá que cambiarlas? No son a locha. ¿No tiene nuestra biblioteca digital un límite de aparatos en donde ser descargada? ¿Cuán confiados podemos estar de que estos libros permanecerán a nuestra disposición en el inframundo virtual? Se han dado casos, no muchos, de libros que han sido borrados de Kindle por distintas razones y desaparecen del cloud, aunque garantizan reponerte el dinero a cambio de vales por otros libros digitales. En cambio el libro físico estará ahí, en nuestra biblioteca, a menos que nos los robe un amigo o se lo coman las polillas.  

 TAMPOCO PODEMOS OBVIAR QUE:

LOS LIBROS IMPRESOS SON MÁS BONITOS:  Vamos a estar claros, cualquier libro es más bonito impreso, y sería nuestra primera opción si no fuera por los problemas  "espacio" y “disponibilidad” que nos hacen alternar con la lectura digital. Pero cuando es el tipo de libro que va más allá de su contenido literario: libros con gráficos, ilustraciones, catálogos de exposiciones, cuentos infantiles, libros de Arte y fotografía; vale la pena tenerlos impresos, como  el caso del Doña Bárbara de Rómulo Gallegos editado por Armitano con ilustraciones de Alirio Palacios, o el catálogo de la exposición del diseñador Alexander McQueen en el MET, que es una joyita de arte en sí, sería criminal bajarlo digital, a menos que claro, no nos quede otra que esperar a que salga en este formato porque es la única  manera de tenerlo si no se va a Nueva York.

QUÉ ESPACIO NI QUE ESPACIO: NADA MÁS BELLO EN UNA CASA O UN APARTAMENTO QUE UNA BUENA COLECCIÓN DE LIBROS ARRUMADOS DONDE SEA.

 EL PLACER DE COMPARTIR: Cuando bajé Los Enamoramientos de Javier Marías por Kindle Fire, al leerlo pensé en todas aquellas personas a quienes les habría podido prestar esta novela de amor y muerte: a mis padres, a un par de amigas, a mi vecina. En cambio leído en Kindle, conmigo terminó la cadena de lectores. Con una cuenta en Amazon o en Apple se puede crear un “plan familiar” y mis hijos, mi esposo y yo tendríamos acceso a la misma biblioteca en Cloud. Pero mis hijos todavía no tienen tabletas digitales, ni les interesaría la obra de Marías, y mi esposo no pasaría de la tercera página de tan intensa novela. Así que mi edición digital de Los Enamoramientos se quedó con el triste destino de tener una sola lectora.

 SEGURIDAD: Caracas es una ciudad en la que cuando atracan no te piden la cartera sino el celular. Ya surgió una banda de ladrones de IPad, presencié como en el Centro Cultural Chacao le robaron el suyo al escritor Oscar Marcano intercambiando el maletín donde había guardado su tableta digital por uno similar. Y no es la primera vez que pasa. Al igual que el teléfono celular, la gran ventaja de las tabletas digitales es precisamente su portabilidad, no solo para leer, a la hora de trabajar, llevar documentos, guardar fotos; pero en Caracas los malandros no perdonan, y una tableta digital es un bocado demasiado jugoso.
En cambio un libro impreso, ¿habrá un manjar menos apetecible para un malandro?  Por eso no salgo a la calle con mi Kindle Fire, para la cartera seguiré apelando a un buen libro de bolsillo.

 DISTOPÍA: Así como Jonathan Franzen tiembla ante un futuro sin libros impresos, yo tiemblo ante un futuro sin librerías. ¿Se imaginan que las librerías desaparecieran del paisaje de una ciudad como desaparecieron las tiendas de discos? 
Me encanta visitar el portal de Amazon para descubrir que hay de nuevo, pero escoger libros exclusivamente a través de la pantalla de una computadora no lo habría concebido ni la novela más distópica de Aldous Huxley. Así como las grandes cadenas de librerías se comieron a las librerías independientes en los Estados Unidos, la venta de libros electrónicos ha afectado a las grandes cadenas al punto de que Barnes & Noble sacó su tableta digital, el Nook: cuando un cliente entra con ella en una de sus librerías se activa la lectura de su inventario, y se desactiva al salir del local, a menos que se haya comprado el libro que se hojeaba (o ¿pantalleaba?). 
Sin embargo hojear un libro digital es como sexo sin amor, puede que esté bien pero no se compara con la empatía que sentimos por determinados libros impresos, esa fuerza que nos conduce hacia ellos, que entre miles de opciones ese libro sea el que abrimos, que en el primer párrafo ya sabremos si nos va a gustar o no, por más que Amazon ofrezca bajar gratis el primer capítulo de muchos ebooks, no es lo mismo.  Tanto así que en algunas librerías se han dado cuenta que hay clientes que anotan los títulos de algunos libros hojeados, suponen que para luego bajarlos por Internet. Ya la cadena Borders quebró, mi apuesta es que en los Estados Unidos, a corto y mediano plazo, esta coyuntura favorecerá a las pequeñas librerías puesto que los enormes locales de Barnes & Noble son de alquileres costosos para mantenerse ante una considerable disminución en sus ventas.
Se regresará al reino de los libreros, que por estas fronteras nunca dejó de estar vigente.
En cuanto a Venezuela, que el pez de la literatura digital se coma al pez de la literatura impresa dista de estar en nuestro futuro cercano, aquí pocos amantes de los libros se han mudado a la lectura electrónica, en parte porque las tabletas digitales todavía son artículo de lujo al sur del Mar Caribe. Nuestro problema es otro: la dificultad de los propietarios de las librerías para importar libros ante las trabas para acceder a divisas extranjeras. 
Sin embargo la lectura digital comienza a picarle el ojo a muchos lectores venezolanos que no se atreven a dar el paso, tengo amigos que han recibido el Kindle de regalo y no lo han sacado de sus cajas, y quienes aunque aman a su IPad, no se les ocurre leer en él, consideran una especie de traición a sus amados libros impresos comenzar a leer libros digitales, pero a cada rato me preguntan: “¿Y qué tal? ¿Ya te acostumbraste?”.
 No le hagan mucho caso a Jonathan Franzen, recuerden como los bisabuelos alguna vez aborrecieron la televisión porque no era el cine o la radio, y hoy no concebimos al mundo moderno sin alguno de los tres. 
Y para quienes estén interesados en el aspecto funcional de Kindle Fire en Venezuela, pueden regresar a la crónica:  

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendísimo análisis. Tengo mi Kindle en la mesa de noche esperando que la dueña se desocupe de la intensidad de las primarias. Desde que descubrí tu blog no me lo pierdo.

Odín Isaac dijo...

Excelente artículo. Lo publiqué en todas mis redes sociales y hasta en BB para que la gente pueda leerlo. Yo tengo un Kindle 3 desde hace un año y estoy más que satisfecho por él. Ahora te comento que no sólo se quedan en la Cloud. los libros puedes descargarlos a tu PC a través de la herramienta Kindle for PC que descargas desde la misma página de Amazon®. Por otro lado te comento que cuando tengo un libro deteriorado pero de pocas páginas yo mismo lo digitalizo a través del scanner y programas OCR y listo! Edición Digital homemade :) Eso hice con "La Revolución de la Inteligencia de Luis Alberto Machado"

Adriana Villanueva dijo...

Gracias, como digo en el post del mes con el kindle fire, los conocimientos de quienes aquí opinan superan con creces mi capacidad técnica, sigan pasando datos.

Ancapi dijo...

Todos los libros de mi biblioteca gritan. "¡Traición! "¡Que le corten la cabeza!".

No sé, Adriana, no sé. Todavía no me convence. No es lo mismo "Howards End" de Forster en una primera edición encuadernada en seda que la pantalla del Kindle.

En todo caso, como dice un personaje de Astérix: "He nacido demasiado tarde en un mundo demasiado antiguo".

Adriana Villanueva dijo...

Procuraré no visitarte con mi Kindle Fire, so pena de ser comida para tus gatos. En lo que respecta a mi edición de Howards End es de 2003, 5.99 $. Te consta Andrés que si comparamos nuestra bibliofilia, tu serías la Europa y yo el equivalente a los Estados Unidos de Henry James. Por cierto, el valor de Howards End en Kindle es 0.0 dólares, ¿será que lo bajo?

Anónimo dijo...

En España no se vende el Kindle Fire desde Amazon!!

Adriana Villanueva dijo...

Buen dato, pensé que Kindle Fire lo vendían por Amazon en España, pero tienen Amazon, al contrario de Latino América que nos las vemos verdes para bajar material en el Kindle fuego

Anónimo dijo...

A mi me gustó mucho esta reflexión: "hojear un libro digital es como sexo sin amor, puede que esté bien pero no se compara con la empatía que sentimos por determinados libros impresos"