El programa Aló Ciudadano, sin el ciudadano, no es lo mismo a pesar del empeño puesto de quienes le hacen el quite a Leopoldo Castillo cuando toma vacaciones, o como fue el caso reciente, cuando @elcitizen se vio obligado a dejar el programa en diciembre 2012 luego de contar a su audiencia que fue diagnosticado con cáncer, y debía tomarse unos meses para luchar contra la enfermedad.
Este lunes reaparecieron dos ejes opuestos de la actual Venezuela Revolucionaria: el presidente Chávez regresó al país tras casi tres meses de convalecencia en Cuba (o por lo menos así lo aseguran los subalternos porque más nadie lo ha visto) y Leopoldo Castillo regresó a Aló Ciudadano -tras ponerse en manos de la medicina venezolana- a tomar las riendas de su programa en este momento tan difícil en nuestra historia, sin importar la identidad ideológica de quien suspire.
Una de mis críticas a Aló Ciudadano es que enrosca demasiado a los invitados, por eso fue un placer que la primera invitada de este ciclo fuera Ana Teresa Torres, que no se puede decir que sea una invitada frecuente del programa de Leopoldo Castillo, pero lo debería ser, porque la capacidad de análisis de esta escritora y psicoanalista quisiera tenerla más de un político de la oposición.
Decía Ana Teresa en el Ciudadano que la mejor palabra que describe lo que hoy se vive en Venezuela es "desconcierto", ni chavistas ni oposición ni ninis pueden estar seguros de lo qué está pasando ante la enfermedad presidencial y los movimientos de poder más allá de la escueta información oficial sobre la salud de un presidente, cuya única fé de vida desde principios de diciembre, ha sido unas fotos con sus hijas leyendo el Granma la semana pasada, fotos que con la magia de photoshop bien pudieron ser trucadas.
"Desconcierto" dice Ana Teresa, en el que "la lógica se ha quebrado", porque si bien en la constitución está establecido que comenzando un nuevo período presidencial ante la falta temporal del presidente electo, debía ser nombrado el presidente del Congreso para llevar las riendas del país por tres meses, con prórroga de tres meses, y si la ausencia presidencial persistía, se debían convocar nuevas elecciones; a pesar de que el presidente Chávez se despidió del país diciendo que sería sometido en Cuba a un nuevo tratamiento para luchar contra la recurrencia de su cancer, y que si no regresaba para tomar posesión, el gallo sería Nicolás Maduro. No fue así, porque con la anuencia de la mayoría roja de la Asamblea y de un TSJ siempre alcahuete de los designios oficialistas, cuando en enero llegó la fecha prevista para la nueva juramentación, se optó por jalar la liga constitucional casi hasta reventarla, y aqui estamos, en medio de la incertidumbre y el desconcierto de quién está en estos momentos a la cabeza del país.
Algunos dicen que "el eje cubano", Teodoro Petkoff aseguró en Aló Ciudadano que Chávez sigue controlando el poder esté en las condiciones que esté, otros que los militares, algunos apuestan que hay una pugna interna en el chavismo entre militaristas y comecandelas. Por twitter se comienzan a oír ruidos de sables. Hay quienes dicen que el presidente ya murió y están esperando el momento adecuado para revelarlo. Otros que no está enfermo y va a reaparecer como Cristo resucitado. Incertidumbre es la única certeza.
¿A quién conviene este desconcierto? Decía Ana Teresa Torres que sin duda al Oficialismo porque sabe a qué atenerse. La oposición solo puede dar palos a ciegas. Además del chantaje emocional que hablar sobre un fatal desenlace de la enfermedad presidencial es comportarse como zamuros. Al Gobierno le conviene generar confusión para no tener que someterse a las medidas constitucionales pertinentes.
Y confusión es lo que estamos viviendo hoy en Venezuela, generada tanto por la ausencia presidencial como por las consecuencias inmediatas de la devaluación del bolívar. Mientras tanto el delfín Maduro se comporta más como esbirro que como ungido por el patrón, queriendo a fuerza de insultos, amenazas y bravuconadas ser reconocido por el pueblo como heredero natural del Comandante.
Posición, que con el país vuelto trizas, y sin el carisma natural del líder de la Revolución Bolivariana, sinceramente, es difícil envidiarle.
2 comentarios:
¡Excelente reflexión!
Así estamos Diana, nos quieren desconcertados para controlar el poder a su antojo.
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