sábado, 1 de marzo de 2014

Tras el chaparrón



Tras escribir "Breve manual de etiqueta para quienes están lejos pero no ausentes" sentí que debería cambiarle el nombre a este blog a "Provocando Intensidades" porque ¡madre mía! se desataron los demonios de quienes al leer el breve manual, se dieron por aludidos. En los comentarios en el blog hasta ahora me han llamado resentida, llena de odio, divisora, censora, intolerante, pasivo-agresiva, y la última perla "Dictadorzuela que me merezco al presidente que tengo"; poco faltó para que me llamaran infiltrada. 
Comprendo que muchos asumieron que en este post estaba menospreciando de un plumazo la angustia de quienes viven este sangriento y represivo febrero 2014 desde el exterior, que  pretendo la imposible tarea de calibrar "el angustiómetro ajeno" como escribió mi amiga Inés, una de las más recientes emigrantes en mi enorme lista de amigos que se han ido, y quien tuvo la valentía de expresar su malestar con nombre y apellido. 
No fue mi intención desestimar ni la voz ni la ayuda ni la impotencia de los venezolanos que hoy viven lejos. Por el contrario, para mí siempre han sido luces que muestran perspectivas desde la distancia analistas como Boris Muñoz, Francisco Toro, Miguel Octavio, Moisés Naím. A nivel personal valoro la opinión y la preocupación por las redes sociales de tantos familiares y amigos en el exterior, y lamento que muchos de ellos se puedan haber sentido cuestionados por la intensidad pasada, porque más bien uno en Venezuela se siente menos solo por su solidaridad y preocupación.
Así como quienes me echan en cara ignorar el dolor de vivir lejos y la angustia de tener familia en Venezuela, tengo hermanos, cuñados, sobrinos y primos regados por todo el mundo, y en estas circunstancias en las que Venezuela parece estar en pie de guerra -anoche mientras escribía se estaban llevando a más de cuarenta personas detenidas en Altamira-  me consta que están sufriendo tanto como quienes se ofendieron por creer que yo ponía en duda su angustia al tener familiares aquí.
Traté, se ve que no lo logré, de ser específica que en este breve manual me refería a la rama más comecandela de la oposición en el exterior. Así que a quienes simplemente se dieron por aludidos por no estar en Venezuela en estos momentos, me disculpo de corazón, y a quienes se sientan orgullosos de ser de la rama talibana que llama desde las redes sociales a vencer o morir, bueno, seré una pendeja, pero sigo siendo de quienes abogan por una lucha pacífica y me irrita cuando se llama a la batalla hasta las últimas consecuencias desde lejos, aunque confieso que cada vez me pregunto con más mortificación cómo será factible una salida pacífica con la banda de malandros que hoy ejerce el control del poder en Venezuela. 
Por otro lado, (no pensaban que se iban a ir así sin un por otro lado), este es un blog que en un día normal apenas supera las cien visitas, en un día bueno llega a un poco más de trescientas, dista de ser un portal como Caracas Chronicles o Prodavinci. Pero este breve manual de etiqueta que tantos detestaron, en dos días ha tenido más visitas de las que suele tener el blog en un año. La única intensidad que llegó a semejante cantidad de visitas y comentarios fue cuando explicaba en Diciembre de 2012 los pro y los contra del Kindle Fire. Así será de pangola este blog en el que no se dictan pautas sino en el que escribo lo que siento para compartir con los panas. 
Eso habla tanto de un nervio pisado como los comentarios indignados que he recibido de aquellos dolidos en su honor patrio. Si este post tuvo semejante número de visitas fue porque muchos venezolanos de la oposición que viven en Venezuela, se sintieron identificados en buena parte de lo expresado. De eso me doy cuenta por la cantidad de veces que este Breve Manual ha sido compartido en las redes sociales. También me lo dice la reacción de quienes me han llamado o me han escrito en privado para felicitarme porque en él resumí muchas arrecheras recientes en Facebook.  
Echémosle la culpa a las redes sociales, lo intensifican todo y los venezolanos, tanto adentro como afuera, estamos de a toque y cualquier comentario adverso a nuestra línea de pensamiento puede representar un unfollow y hasta el fin de una amistad: desde los sí o los no a las guarimbas, o apoyar a Henrique Capriles, o cuidado quien ose ir a la playa en Carnaval, o a quien todavía se le ocurra respetar a José Antonio Abreu, o meterse con el Maestro.
En el caso de la reacción particular a este artículo, me hace pensar que quizás ya se abrió una brecha como en Cuba entre los venezolanos que se fueron y los que se quedaron. Brecha que hasta hace unos meses no existía. (Ya me van a decir separatista otra vez).
No se puede negar que esta Revolución en Venezuela ha sido atípica, Chávez se apoderó poco a poco del control de los poderes ciudadanos, de las Fuerzas Armadas, de la mayoría de la Asamblea Nacional, del Tribunal Supremo de Justicia, del Consejo Nacional Electoral; pero había una falsa sensación de democracia porque todavía quedaban restos de libertades económicas y de Expresión, como por ejemplo Globovisión. Nadie sería capaz de negar que Chávez era idolatrado por más de la mitad de los venezolanos, y se podía dar el lujo de dejar una ventana a la disidencia. Había quienes decían que tras el cierre de RCTV, de 47 estaciones de radio, la autocensura de Venevisión y Televen; el canal de noticias Globovisión no era más que una falsa sensación de que en Venezuela había Libertad de Expresión porque al final Chávez siempre imponía su voluntad.
La gran mayoría de quienes emigraron y hoy me llaman resentida por seguir en Caracas, lo hicieron cuando Chávez era presidente, las razones personales por las que cada quien decidió irse o seguir aquí pueden ser casi infinitas, lo que si era obvio era que Chávez estaba cocinando esta Dictadura a fuego lento respaldado por su popularidad, quizás pensando que viviría tanto como Fidel Castro. Pero no fue así, y sin la presencia del Comandante Eterno, su sucesor el desángelado Nicolás Maduro y quienes manejan los hilos detrás de él, parecieran haber subido la candela para lograr por medio de la represión y la censura, tapar la actual crisis política y económica en la que tienen sumergida a Venezuela, y que tarde o temprano será el fin de esta locura.
Sistemas represivos como la Revolución Cubana o las Dictaduras militares del cono sur, la represión fue tan inmediata que a muy pocos les dio tiempo de aplicar un Plan B, quienes vieron amenazada su libertad, sus vidas y las de sus familias, emigraron si acaso con una maleta. En la Venezuela de Chávez no fue así, durante 14 años vivimos a cuenta gotas la decadencia de país, muchos planificaron su Plan B cuidadosamente mientras algunos seguíamos insistiendo en esa frase que se volvió lugar común del optimismo: "mi plan B es echarle bola al plan A", o quienes decían "el mejor país para vivir es Venezuela sin Chávez, y el segundo mejor país para vivir es Venezuela con Chávez".
Nadie se atrevería a decir lo mismo de la Venezuela de Maduro, cuando vemos cómo a los manifestantes en las marchas y concentraciones les disparan en la cabeza con municiones militares, mientras hay pruebas concretas de torturas de las Fuerzas del Estado como las fotos de la Guardia del Pueblo dándole con su casco a una muchacha en el suelo en una manifestación en Valencia, jóvenes que denuncian haber sido violados con un fusil por el ano,  el testimonio de una familia cuyo hijo fue rociado de gasolina y envuelto en un colchón para disimular los golpes recibidos, hasta a mi cuñado la Policía Nacional le cayó a patadas para quitarle el celular... Y la cara e tabla de la fiscal desestima públicamente todas estas denuncias... En esta represión y salvajismo de Estado nuestra principal fuente informativa son los twitteros serios que manejan de manera responsable la información, y los improvisados reporteros de calle que con las cámaras de sus teléfonos celulares han logrado dejar testimonio de más de una canallada del poder, testimonios que ni el más cínico del oficialismo ha logrado desmentir.
Dentro de este tremendo bloqueo informativo, temiendo que hasta la prensa escrita está a punto de desaparecer por falta de divisas para comprar papel, ¿cómo no tener la certeza de que llegamos a ese punto de reconocer que entramos sin disimulo en un gobierno represivo? Etapa que se estrenó con fuerza este febrero de 2014 dejando un saldo de 18 muertos, 1044 detenciones, 888 medidas cautelares e incontables denuncias de maltrato y de tortura. 
Algo que dudo puedan entender quienes no están aquí, por más que se los cuenten, es cómo en Venezuela este febrero muchos perdimos por completo lo poquito que nos quedaba de cotidianidad, más allá de los horrores que se leen en la redes sociales y en los medios de prensa internacionales, hay una atmósfera estancada, caminamos como si lleváramos zapatos de plomo, nadie echa broma, la respiración entrecortada con suspiros, asumiendo que lo peor está por venir. Como los habitantes de New Orleans sintiendo los primeros ramalazos de viento ante la llegada del huracán Katrina. 
No tenemos conciencia del tiempo, no sabemos si es lunes, martes o domingo; las marchas y concentraciones suben un poco el ánimo -aunque perdieron el optimismo de las marchas pasadas-. Los carnavales fueron extendidos por decreto presidencial para ver si con la rumbita las protestas se enfriaban. Pareciera que no. La banalidad del mal se demuestra a cada rato, como cuando la diputada María Corina Machado mostró en la Asamblea Nacional fotos de muchachos asesinados y torturados en días pasados, la cámara la esquiva y enfoca el techo, en lugar de que los asambleístas del oficialismo se hagan cargo de las denuncias de tortura, le gritan ¡asesina! y le cortan el derecho de palabra, para dárselo a la camarada Tania Diaz, quien la acusa de "necrofílica" y la amenaza con que pronto se le quitará la inmunidad parlamentaria.
Aviones militares sobrevuelan muy bajo el cielo de Caracas preparándose para un desfile el miércoles para conmemorar la muerte de "El Grande".
Pero ya todo esto ustedes lo saben porque están pegados a las redes sociales y a los mismos medios que surten noticias sobre Venezuela. Lo que sería difícil sentir es tener a los niños en casa porque no pueden ir al colegio por las guarimbas, o porque la manifestación del día anterior terminó como fiesta de policía, o porque Maduro decretó enemil días de fiesta; lo que es salir al trabajo (si las guarimbas te lo permiten) y darte cuenta que ante las medidas económicas populistas tomadas por Maduro del Dakazo para acá, la productividad en Venezuela es negativa, porque cuando hay trabajo, no hay material ya que no hay divisas para importar. Internet funciona a paso de morrocoy.  Caracas sucia por los restos de guarimbas que van quedando. Para comprar lo que se encuentre representa horas de cola y los anaqueles tan vacíos como dijo Maduro en noviembre que debían quedar. Nuestra idea de felicidad es hacerse del último paquete de jabón que quedaba en Farmatodo. Rezar para no enfermarnos porque sabemos que el actual inventario de medicinas está tan escaso como la leche y el papel toilet.
Hoy muchos nos sentimos como El pianista de Polanski, preguntándonos si acaso ya estaremos tarde para escapar de un país en ruinas prisionero de un fanatismo político. Por ahora vamos a ver cómo nos guarecemos y salimos con bien, no sin cansarnos, porque cansados estamos, pero sí sin rendirnos. Estoy segura de que vendrán tiempos mejores para Venezuela, pero vendrán momentos terribles antes de que los veamos. 
Y si algo se puede decir de horrores históricos como las Dictaduras del Cono Sur, los años de fusilamientos en la Revolución Cubana, cuando los judíos de gran parte de Europa los sacaron de sus casas y los metieron en ghettos antes de trasladarlos a los campos de concentración; es que no contaban con las redes sociales porque imagínense que desde afuera les estuvieran escribiendo: "No se dejen...". No nos vamos a caer a cuentos, agradezco a las redes sociales no solo porque han sido el mejor arma contra la actual represión en Venezuela sino también porque gracias a ellas hemos podido seguir en contacto con tanta gente querida que emigró al exterior (si es que no me borraron por la arrechera), pero lo malo es que hasta cierto punto muchos de quienes seguimos aquí campeando esta tormenta hemos sentido, intensidades de uno quizás, que en tiempos excepcionales, en tiempos de represión y Dictadura, en los que: "dos no es igual que uno más uno" como canta Sabina,  desde lejos no faltan quienes encuentran una manera de culpabilizar a las víctimas por no ser lo suficientemente arrechos, quienes no fallen en asegurar: "de merecer al presidente que tenemos" (frase que se ha repetido tanto en diferentes contextos), aquellos que llaman a dejarnos de pendejadas, a no entregar el país, a agarrar el toro por los cachos, a terminar esto ya, coño, a como dé lugar... y eso queridos amigos del exterior, son comentarios que aquí en la candela no todos apreciamos.
 Pero quién soy yo para coartarles su libertad de expresión. 


1 comentario:

CPH 75 dijo...

Tu sigue escribiendo Adriana...el que se pica es porque ají come... Se habrán sentido aludidos y criticarte e insultarte fue su manera de lamer sus heridas...!
Felicitaciones!