lunes, 28 de junio de 2010

Silva Rerum


Justo el Día del Periodista terminé de leer "La Guerra del Fútbol" (Quinteto-2009) de Ryszard Kapuscinski, una serie de crónicas publicadas por primera vez en 1990 que abarcan desde sus inicios como corresponsal en África a principios de los años 60, finalizando con una entrevista que le hizo Bill Buford en 1987.
Kapuscinski no siente empacho en afirmar que hace Literatura utilizando las herramientas del periodismo, después de todo sus inicios fueron como poeta, pero no quiso seguir el ejemplo de la Literatura Europea que narra dramas domésticos, para Kapuscinski había demasiadas historias en el mundo que quedaban por contar, como periodista encontró una veta inexplorada en África, que a mediados del siglo XX se despertaba del colonialismo europeo. 
La Guerra del Fútbol comienza con una hermosa crónica describiendo el calor del trópico sólo tolerable con enormes dosis de alcohol. El insomnio que ese calor conlleva, noches enteras en vela. La plaga. Menudencias comparadas con el estado de turbulencia de un continente en el que no es inusual acostarse a dormir con un presidente y despertar con otro. 
27 revoluciones y Golpes de Estado alrededor del mundo le tocó presenciar a Kapuscinski como corresponsal de la Agencia Polaca de Prensa: vivió sacudones políticos en Ghana, el antiguo Congo Belga (hoy Zaire), Algeria, Mozambique, Nigeria... en tiempos en los que cualquier rostro blanco era considerado enemigo. 
A pesar de simpatizar con su lucha contra el Imperialismo, Kapuscinski admite que casi siempre los carismáticos luchadores africanos al llegar al poder desembocaban en tiranos porque no obstante las buenas intenciones de muchos de estos líderes, años de colonialismo y atraso eran responsables de problemas de difícil solución, comienzan las críticas, los descontentos, para contrarrestarlos se suele recurrir a la acumulación de poderes, por ende la represión, y eventualmente suceden los golpes de Estado, comenzando un nuevo ciclo de tiranía.
Más de una vez cuenta el periodista que estuvo a punto de morir por encontrarse en lugares donde todo  hombre blanco era culpable, de poco servía un imparcial carnet de corresponsal, pero también casi sucumbe a diversas enfermedades tropicales: en Lagos pasó en cama dos meses cundido de llagas que le supuraban, antes de regresar a Varsovia hecho un estropajo. En la Agencia Polaca de Prensa lo pusieron a trabajar tras un escritorio. El inquieto corresponsal no toleró la inactividad mucho tiempo y en la Agencia sintiéndolo como tigre enjaulado, lo enviaron como corresponsal a América Latina.
No logró Kapuscinski sintonizar con nuestro continente como lo hizo con África, él dice que quizás porque África representó su juventud, pero también se sentía incómodo en un continente donde la diferencia entre los pocos que tenían mucho y los muchos que tenían poco era avasalladora. Y lo sigue siendo. 
Hace 6 años, ya un viejo periodista retirado en plan de conferencias, Kapuscinski visitó Venezuela, habló en la CAF en correcto español en una sala repleta de periodistas ansiosos de absorber la sabiduría de uno de los grandes maestros del oficio. Aunque la situación política no estaba tan álgida como ahora, la acumulación de poderes de toda tiranía que describe Kapuscinski en La Guerra del Fútbol comenzaba a ser característica del régimen chavista. Sin embargo aún hoy hay que reconocer que estamos a una gran distancia de esas circunstancias extremas que narra el periodista en sus libros: no se puede hablar de genocidio, ni de fusilamientos, ni de aldeas exterminadas; quizás por eso Kapuscinski nos trató como niñitos malcriados, sólo le faltó decir: "¿qué saben ustedes lo que es una guerra?", pero fue gentil, no maleducado, se negó a opinar sobre el caso Venezuela por no conocerlo en profundidad. Sólo dio una lección de tolerancia, hay que hacer lo imposible por evitar la guerra, como escribe en La Guerra del Soccer: "la guerra acoge a todos por igual bajo su ala negra".
En La guerra del Soccer Kapuscinski narra varios tipos de guerras: civiles, entre países vecinos, invasiones. No sólo las vivió como corresponsal, también nació y pasó su infancia en un país europeo invadido: Polonia, que después de sobrevivir al fascismo y a los campos de exterminio, fue dominado por la recia mano de un Estado Comunista, en la que Kapuscinski se formó como militante.
Al final de su vida el periodista viajó por el mundo predicando la tolerancia, si alguien supo de primera mano los efectos desoladores de la Guerra fue él. Murió un año después de su visita a Venezuela a los 73 años, dejó como legado sus libros, que algunos clasifican más literatura que periodismo. El prefería llamar su estilo Silva Rerum, crónicas de vida: "la historia de lo que he visto viajando...". 
En la  respuesta final de la entrevista que le hace Buford, "¿Que por qué soy escritor?", Kapuscinski afirma: "Lo mío no es una vocación, es una misión. No me habría sometido a tantos peligros si no hubiese sentido que había algo definitivamente importante -sobre la historia, sobre nosotros mismos- que hacía falta contar. Esto es mucho más que periodismo".
Silva Rerum, haciendo literatura de lo que se fue testigo.

2 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE
ADRIANA

ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BLADE RUUNER , CHOCOLATE, EL NAZARENO- LOVE STORY,- Y- CABALLO.

José
Ramón...

Adriana Villanueva dijo...

las
hadas
no
me
dotaron
con
don
de
la
poesía
por
eso
mucho
agradezco
que
este
blog
haya
inspirado
una

un abrazo José Ramón, no muy fuerte porque el esfuerzo me agotó.