domingo, 6 de febrero de 2011

Tamarindo


La primera vez que visité Margarita fue a principios de los años 70, acababa de ser decretada Puerto Libre, era una isla verde, casi virgen, su vialidad constaba de sinuosas carreteras cruzando pueblitos donde los vecinos se sentaban todas las tardes en sus portales a conversar (costumbre que sobrevive).
Era una chamita cuando hice con mi familia el típico recorrido aún vigente en la isla: visitamos la Iglesia de la Virgen de El Valle, oímos a los niños de la bahía de Juan Griego recitar la historia del Fortín de La Galera, nos reímos con el peculiar nombre de las  colinas  conocidas como "Las Tetas de María Guevara", comimos ostras en La Restinga, y empanadas de cazón por doquier. 
Como todavía estaban por zarpar los ferrys modernos que llegaban de Puerto La Cruz a Punta de Piedras en 5 horas, viajamos en avión de línea alojándonos en el Hotel Bella Vista en Porlamar, el mejor del Estado Nueva Esparta.  Margarita no soñaba competir con la vecina isla de Aruba, que entonces contaba con 3 hoteles-casino a los que el turismo venezolano de dólar a 4.30, parecía preferir.
En la década del 90, ya con buenas autopistas, Margarita fue descubierta por el turismo internacional gracias a sus espectaculares playas a precio de bolívar devaluado. Al Aeropuerto Santiago Mariño llegaban vuelos diarios de varias partes del mundo. En playas como El Yaque, Parguito y El Agua se oía hablar italiano, alemán, inglés y francés. Hubo quien se quejaba de que los tolderos ignoraban a los turistas nacionales porque querían las propinas en dólares, también se decía que los turistas extranjeros eran pichirrones, renuentes a salirse del presupuesto de su paquete vacacional.  
 La isla se llenó de posadas y hoteles, además de las tiendas que proliferaron en Porlamar y Juan Griego desde los años 70, se abrieron centros comerciales, y restaurantes que iban desde el sabroso tarantín a la orilla del mar ofreciendo pescado fresco con tostones, hasta cocinas vasca, italiana y francesa.
En ese auge turístico fue construido el Hotel Tamarindo en una ladera a un lado de la carretera de Playa Guacuco, con 130 habitaciones, varias suites, restaurantes, piscina, paisajismo y una vista excepcional.  Este hotel tres estrellas fue muy cotizado los primeros años que funcionó, pero eventualmente quebró y a partir del 2004 es propiedad de Fogade.
En el año 2011 Margarita casi no es visitada por el turismo internacional, recientemente un autobús con turistas argentinos fue atracado en Porlamar, ¿qué turismo sobrevive la inseguridad? Tampoco queda mucho del espíritu de la Zona Franca, las tiendas margariteñas dejaron de ser una ganga, se consiguen licor y exquisiteces libres de impuesto pero los bodegones están cortos de mercancía. Olvídense del queso de bola holandés.
Sin embargo para el turismo nacional no hay mejor destino que la isla de Margarita, con sus virtudes y defectos, sigue siendo un lugar tan privilegiado que algunos caraqueños lo llaman su plan B: si emigran de Caracas, solo se irían a Margarita. Muchos ya lo han hecho, aunque no sea el paraíso de antaño: los margariteños se lamentan que ahora hay tráfico y que los navegaos no solo importaron la inseguridad sino el estrés.
Del hotel Tamarindo queda la vegetación y una estructura llena de grafitties, lo fueron desvalijando, llevándose el aluminio y la madera, arrancando las ventanas. Al pasar frente a este elefante blanco, monumento a la desidia, cómo no preguntarse ante el actual drama de damnificados, invasiones y expropiaciones: ¿cuánto costaría recuperar Tamarindo hoy y cuánto habría costado en el 2004 cuando pasó a manos del Estado?


Artículo publicado en El Nacional el 5 de febrero de 2011

6 comentarios:

Roberto Echeto dijo...

Hola Adriana.

Margarita es el lugar más hermoso que conozco. A mí me fascinan los paisajes occidentales de la isla. Son austeros en todo menos en los colores.

Tu crónica es una auténtica belleza.

Ah y un último detalle: aún no sé qué decir ante lo que les pasa a los turistas extranjeros en nuestra querida Margarita. Por un lado me entristece saber que ni un sólo rincón de este puto país está libre de malandros y, por otro, me alegra saber que esos idiotas que vienen para acá creyendo que esto es la Jauja chavista, sufran lo que sufrimos todos los días.

En eso, como en otras miles de cosas, soy profundamente infantil y no he podido hacer nada para remediarlo.

Un beso, Adriana. Gracias por esa crónica.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias Roberto, aunque no creo que los extranjeros que llegan a Margarita vengan buscando el sabor revolucionario sino una buena playa a buen precio, hasta hace poco a quienes visitaban la isla se les recomendaba que ni se les ocurriera ir a Caracas por ser un destino de alto riesgo, pero el malandraje desbordado llegó a la isla, hay una bodeguita a la entrada de Paraguachí que vende prensa, muy modesta, atendida por un par de viejitos quienes despachan a través de una reja porque los malandros de la zona los tienen azotados, ellos dicen que son muchachos de por ahí, pero con la impunidad con la que estamos viviendo, hacen lo que les da la gana. Cuántos dueños de posadas, muchos europeos que vieron en Margarita un paraíso, hoy han tenido que cerrar no por otra razón que porque están hartos de que los roben. Así estamos, pero al igual que tú creo que Margarita es una de las islas más privilegiadas del Caribe, es verde y azul, de playas mansas y bravas, se come divino, y los margariteños son simpáticos de naturaleza.Ya vendrán tiempos mejores.

Roberto Echeto dijo...

Es muy probable que no todos esos turistas vengan buscando el red flavor, pero muchos vienen con la idea de que aquí no está pasando nada, que esto es chévere, que el gobierno es chévere y que el presidente del país es "gracioso".

Bueno, insisto, mi candor infantil y mi "instinto schadenfreude", hacen que me alegre de las penurias que esta gente pasa en nuestros aeropuertos, en nuestros terminales de autobuses, en nuestros hoteles en los que se va la luz y demás perlas de sabor.

Igual, Adriana, Margarita es una belleza.

Adriana Villanueva dijo...

Voy a rescatar un artículo que escribí hace como 10 años sobre un caso de turismo revolucionario: unos musius que pidieron conocer la esquina caliente y terminaron de lo más felices, asaltados y vapuleados.

Anónimo dijo...

Que pena me da verlo así, yo fui de luna de miel en el año 1996; y no sabía que esto había pasado con el hotel, era hermoso y una cálida atencion....tristeza..

Luis dijo...

Mi amada isla, viví allá unos años (mi madre todavía permanece allí) y me encantaría regresar, porque la vida en Caracas no se puede calificar así después de haber pasado varios años en Margarita. Excelente blog, pasaré de vuelta. Saludos