jueves, 12 de junio de 2014

El Arrebatamiento


Para mitigar el guayabo de fin de temporada de Games of Thrones, HBO anuncia el estreno de la serie The leftovers, que en las promociones promete ir por la vena de Lost y Under the Dome.  Sin embargo la imaginería de Tom Perotta (New Jersey-1961), autor de la novela en la que está basada la serie, poco tiene que ver con los mundos de fantasía de JJ Abrams y Stephen King, por el contrario, Perotta es un escritor casi hiperrealista por su énfasis en sumergirse en los vericuetos de la mentalidad de los suburbios clase media norteamericanos. En eso podría parecerse a King, pero sin elementos sobrenaturales. Sirvan como ejemplo dos de las novelas de Perotta llevadas al cine: Election (Alexander Payne-1999) y Little Children (Todd Field, 2006).   
No obstante The leftovers comienza con un misterio: la desaparición del dos % de la población mundial en un fenómeno bíblico conocido como The Rapture (el Arrebatamiento), desaparecidos que abarcaban todas las razas, nacionalidades, edades y estratos económicos... gente tan dispar como Condoleeza Rice, la hija adolescente de la vecina, aquel tipo en el equipo de natación del pueblo, y "un dictador sudamericano"... simplemente se esfumaron; pero la causa de semejante desaparición no es lo que concierne a Perotta como escritor, sino el efecto sobre quienes quedaron. Perotta enfoca su lupa narrativa en una comunidad que tres años después del Arrebatamiento, se debate entre seguir adelante con la vida y tratar de volver a la normalidad, o permanecer estancados en el dolor ante tan inexplicable tragedia.
Esta división entre el desasosiego que paraliza que muchos no pueden, ni quieren, superar; y aquellos que aspiran regresar a cierta cotidianidad a pesar de las difíciles circunstancias; se asemeja mucho a la actual situación de la oposición venezolana tras una primera mitad del año 2014 de intensa lucha política. 
Pertenecer a una u otra corriente anímica quizás tenga que ver con nuestra posición en lo que se conoció como #LaSalida: el desasosiego ataca más a quienes creían que era menester un cambio de rumbo inmediato ante la debacle de país; y ataca menos si eras de quienes pensaban que las condiciones políticas no estaban dadas para poner en tres y dos al gobierno.  
Tras meses de protestas, marchas y barricadas; después del asueto de Semana Santa, pareciera que los venezolanos hemos regresado a una especie de normalidad, si normalidad se entiende como esta cotidianidad acostumbrándonos a vivir en represión, escasez, violencia y desesperanza.
Leopoldo López, al igual que muchos amigos en las redes sociales, responsabilizan al fallido diálogo entre Gobierno y miembros de la MUD de este enfriamiento de las acciones de calle. No estoy de acuerdo, para mi tras meses de intensa lucha democrática, gran parte de la oposición activa se recogió entre el miedo al recrudecimiento represivo del gobierno, y el desanimo ante semejante desigualdad de condiciones sin poderes civiles que respalden a quien ose cuestionar el status quo oficialista. 
Por Facebook también se ha abandonado el monotema político, volvemos a ver fotos de reuniones entre amigos, de niños sonrientes, a compartir recomendaciones de películas y libros, logros profesionales y académicos, uno que otro chiste, a comentar el último capítulo de nuestra serie favorita; es decir, se regresó al cauce natural de facebook, sin sentir que estamos pecando de frívolos ante el drama político nacional. 
No faltan quienes no se resignan a este aparente regreso a la normalidad en Venezuela, ¿acaso somos unos insensibles? ¿No nos duele el país? ¿Fueron en vano los sacrificios de quienes hoy están detenidos por el único delito de manifestar a viva voz el descontento de millones de venezolanos? ¿En vano las decenas de muertos durante estos meses de fuerte represión?
"El que se cansa pierde", era el lema en marzo 2014, pero para ser realistas, cuánto tiempo se podía pasar en pie de guerra contra un Estado totalitario sin agotarnos.
Mañana comienza el Mundial de Futbol 2014 y en el ala del desasosiego sostenido hay quienes se niegan siquiera la posibilidad de disfrutarlo, insisten que los venezolanos no podemos permitirnos regresar a la cotidianidad, no hay felicidad ni distracción posible mientras en Venezuela vivamos en Dictadura. Yo les diría que no hay que equivocarse, esta es una falsa normalidad, ni mil Semanas Santas, ni mil chistes en facebook, ni mil Mundiales; pueden tapar la debacle de país en la que vivimos.  La candela no se ha apagado. 


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