viernes, 7 de abril de 2017

Ya es hora de que sea domingo



 Hace un mes caí de rodillas, un tonto tropezón, no me detuve y seguí caminando. Semanas después persistía el dolor en la rodilla derecha, fui al médico quien aseguró que no tenía un hueso roto, pero debía mantener reposo, hielo y cataflam.
Y en estas marchas ya no se va como si se tratara de una verbena del San Ignacio,  no sabemos cuando vamos a tener que echar a correr, la del cuatro de abril para acompañar a los diputados a la Asamblea Nacional, desde los edificios de Misión Vivienda en la Avenida Libertador lanzaban piedras, basura y excrementos a los marchistas. A mi prima casi le cae un cuñete de pintura en la cabeza lanzado desde uno de esos edificios decorados en la fachada con la firma de Chávez. 
Así que mandé a la familia a la concentración en la autopista Francisco Fajardo y me quedé en casa atenta a las noticias por las redes sociales ya que los medios de comunicación están censurados. Aproveché para terminar de leer una de las recientes ofertas que encontré en Amazon: "Un largo sábado" entrevista al crítico George Steiner de la periodista Laura Adler, editado en español por Siruela.
Esta es mi primera aproximación a uno de los intelectuales más respetados de la actualidad, hijo de judíos vieneses, nacido en Francia en el año 1929, Steiner no se le puede encasillar en una nacionalidad sino en una cultura, la occidental: huyó de Francia con su familia en 1939 cuando su padre se dio cuenta de que los judíos corrían peligro inminente; políglota, melómano, profesor, crítico, narrador, según él mismo autor de unos poemas terribles, a Steiner se le considera sobre todo un pensador. 
A un hombre tan erudito no cualquiera le puede hacer una entrevista, accedió a sostener una serie de conversaciones con Laure Adler, periodista francesa nacida en 1950, consejera cultural del Gobierno de Mitterand, que entre sus obras ha publicado biografías de Hanna Arendt, Simone Weill y Marguerite Duras.
Adler cumple a cabalidad su trabajo de periodista llevando una amena conversación con el autor de "Después de Babel" y "Tolstoi o Dostoievski"; la periodista es capaz de hacer preguntas relevantes al erudito, sin caer en provocaciones con algunas de sus respuestas como cuando se burla de ella y de los parisinos en general por dejarse embaucar por ese charlatán que era Sigmund Freud; o cuando sostiene implacable la inferioridad intelectual de las mujeres quizás "porque son más sensatas". 
Al final del libro, con la típica tendencia al ombliguismo de la que se nos acusa a los venezolanos, no pude dejar de sentirme identificada con un símil de Steiner, quien es un judío ateo gran lector de la Biblia, la cual considera de los libros fundamentales de la Humanidad. Del Nuevo Testamento dice Steiner haber tomado el esquema: "viernes-sábado-domingo". La pasión y muerte de Cristo el viernes, la incertidumbre y larga espera de sus seguidores el sábado, antes de su resurrección el domingo, que es la recompensa de la fe. 
Ese es un esquema que se repite en tantas circunstancias históricas: "Vivimos la catástrofe, la tortura, la angustia, luego esperamos, y para muchos el sábado no acabará nunca. El Mesías no vendrá y el sábado continuará".
 Lo único que nos ayuda a sobrellevar ese eterno sábado a tantos venezolanos que nos desistimos en darnos por vencidos a vivir en Dictadura, es la esperanza de que tarde o temprano llegará el domingo: "La desesperación y la esperanza son dos caras de la misma moneda de la condición humana". 
Pero ese domingo no llega así de fácil, hay que luchar no solo contra quienes hacen lo posible por evitarlo, sino también contra la desesperación. Favorecer a la esperanza pero sin tregua, con la certeza que este largo sábado de represión, oscurantismo y miseria en Venezuela, habrá de llegar a su fin. 
  

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