sábado, 29 de abril de 2017

Sobre la Tiranía



Inevitabilidad, según Timothy Snyder, es cuando la mayoría de quienes se oponen a un tirano en ciernes, a pesar de las luces de alerta de lo que se avecina, sigue convencida de que al final nada va a cambiar, que en su país un proceso tiránico sería inviable. 
Tras leer "On Tyranny: twenty lessons from the twentieth century" (2017) Snyder - profesor de Historia en Yale-  podría parecer exagerado al alertar al pueblo norteamericano sobre el inminente peligro de una tiranía en los Estados Unidos, por más que sea palpable la vocación ególatra de Donald Trump,  y que el partido Republicano ostente una importante mayoría de representantes en la cámara del Senado que podría desembocar en un poder descontrolado. Pero cuando una nación tiene instituciones fuertes e independientes, cuando a pesar de comulgar en un mismo partido no se teme a la disidencia en ciertos puntos fundamentales, como ha sido el caso de los Estados Unidos en los más de dos siglos de su Historia Republicana, yo pienso que bien puede resistir a un aspirante de tirano sin que su Democracia se tambaleé. 
No me hagan mucho caso porque lo mismo decía sobre Venezuela cuando Hugo Chávez comenzó a mostrar los colmillos de autoritarismo: "Tranquilos, que no llega al 2007", "Venezuela no es Cuba", "El comunismo murió con el derrumbe del muro de Berlín", "Después de Pérez Jimenez, en Venezuela los militares son institucionales, se apegan a la constitución", "En pleno Siglo XXI sería impensable una Dictadura"... y ya ustedes ven, en el año 2017 en Venezuela estamos viviendo una Dictadura pura y dura, en plena fase de lo que Snyder llama "Teleología", la Tiranía avanza sin freno hacía una supuesta meta, en el caso de las tiranías comunistas, asegura Snyder, toda represión se hace en nombre de alcanzar la "utopía socialista", aunque bien sabemos que por detrás del poder en la actual Venezuela hay unas mafias que son todo menos utópicas.  
En el breve manual de Snyder que describe las principales características de toda tiranía, bien sea de Izquierda o de Derecha, en la reciente historia de Venezuela podemos identificarnos en casi todos los puntos especificados, comenzando por la teoría de Aristóteles que introduce como antecedente a las tiranías: "toda desigualdad trae inestabilidad". 
El primer paso de un Tirano moderno es aprovechar la ola de popularidad que pudo haberlo llevado al poder para empezar a actuar arbitrariamente. Cuando una mayoría se hace cómplice de arbitrariedades mostrando obediencia anticipada, la tiranía sabe que se hará su voluntad sin mayor resistencia, como en el caso de Hitler, anexar Austria a Alemania, y el comienzo de la persecución a los judíos confiscándole sus bienes. 
La obediencia anticipada es el poder que ejerce un líder sobre sus seguidores capaces de aceptar cualquier orden sin cuestionarla. Para evitar que un líder carismático ejerza el poder absoluto sobre una mayoría hipnotizada haciéndola cómplice de su tiranía, es tácito que toda democracia debe fortalecer sus instituciones. 
En el caso de Venezuela siempre se dijo que vivíamos en Democracia porque el chavismo, con Chávez vivo, rara vez perdió una elección. Pero vivir en Democracia es más que ganar elecciones, es seguir el juego de reglas escrito en la constitución nacional, y respetar la independencia de las instituciones que precisamente están para evitar que esto suceda para no caer en peligro de una tiranía. 
Snyder advierte que si las instituciones no son defendidas desde el principio, irán cayendo una a una en toda tiranía: "Es un error asumir que quienes llegaron al poder mediante las instituciones no son capaces de cambiar o destruir esas mismas instituciones -aún cuando eso fue lo que amenazaron desde un principio con hacer". 
Cómo olvidar aquel famoso: "Juro ante esta constitución moribunda".
Cuando desde el poder se aprovecha para anular la disidencia ya se está viviendo en una tiranía franca. "Una forma política que pudo llegar al poder mediante elecciones puede cambiar el sistema desde dentro" asegura Snyder por eso recomienda: "cada vez que puedas: vota, porque como le consta a los rusos, no sabes cuándo será la próxima vez que puedas volver a votar". 
Otra constante de las tiranías es el uso de símbolos: "No te acostumbres a ellos", recomienda Snyder. Muerto Chávez sembraron los ojos del "Comandante Eterno" por todo el país. Sin el carisma de a quien llama "su padre", su heredero escogido a dedo, Nicolás Maduro, se sirve como muleta de esa especie de  espíritu omnipresente que vela y vigila por la revolución.  
Lo mismo pasa con el lenguaje: "Más de medio siglo atrás, las novelas clásicas sobre el totalitarismo advertían contra el dominio de las pantallas, la supresión de libros, la estrechez del vocabulario, y las dificultades asociadas con el pensamiento". 
En la Venezuela de Maduro ningún canal de televisión se atreve a contradecir la versión oficial, las concentraciones contra el gobierno ya no son televisadas, la industria editorial agoniza, mientras la neolengua revolucionaria se intenta imponer. La única válvula de escape a tanta represión, son las redes sociales en Internet, que en otros países totalitarios como Cuba y China, también está censurado. 
No hay tiranía sin complicidad, escribe Snyder que si en la Alemania Nazi tantos profesionales se hubiesen negado a no transigir en la ética de sus profesiones para acatar la voluntad de Hitler (abogados, médicos, banqueros) la Historia habría sido distinta: "No se habrían llevado a cabo tantas atrocidades". 
Otra señal inequívoca de vivir en Tiranía es el uso de fuerzas paramilitares para su defensa:  "la teoría de la exclusión es incorporada en el entrenamiento de guardias armados". 
Para Snyder un país se rinde a la tiranía cuando solo se acepta como cierta la verdad oficial. Snyder cita a Victor Klemperer que la verdad muere de cuatro maneras, siendo la primera "la hostilidad abierta a la verdad verificable, que toma forma divulgando inventos y mentiras como si fueran hechos y realidad". 
Basta recordar el ejemplo tantas veces repetido: "En Venezuela antes de Chávez los niños se alimentaban de Perrarina". 
La segunda manera con la que la tiranía busca ahogar la verdad es con una especie de encantamiento chamánico: "El estilo fascista depende en la infinita repetición, diseñada para hacer creíble la ficción". Esto se logra, entre otras maneras, con un sistemático uso de apodos denigrantes contra la oposición: "Escuálidos", "Escorias", "Apátridas". 
La tercera manera de la tiranía de matar la verdad es el poder de la contradicción entre lo que ofrecen y lo que realmente dan. Hace pocas semanas expropiaron varias panaderías en pos de "la soberanía alimentaria" hoy en Venezuela ni en las panaderías expropiadas, ni en las privadas, se consigue pan. 
La última manera de matar la verdad es ungirse como el elegido de la gracia divina para llevar indefinidamente las riendas de un país, no hay espacio para otras verdades o para el razonamiento individual distinto a lo que dice el Tirano, cualquier evidencia en su contra es irrelevante. La fe mueve montañas: Hoy en Venezuela hay hambre, represión, no se consiguen medicamentos, los salarios no dan para vivir, nos acostumbramos a la violencia... pero para quienes tienen fe en el elegido por Chávez como su sucesor, vamos bien en el camino de la revolución: "Los fascistas desprecian estas verdades de la existencia diaria, aman los slogans que resuenan como una nueva religión, y optan por los mitos creativos, antes que la Historia o el periodismo". 
 En ninguna parte de este corto libro de poco más de 120 páginas, Snyder menciona tiranías americanas, su área de experticia son las tiranía europeas del siglo XX tanto fascistas como comunistas, pero bien podría en este párrafo sobre un posible quiebre para describir el actual momento que vivimos en Venezuela: "Para que triunfe la resistencia, hay que cruzar dos barreras. Primero, la voluntad de cambio debe unir a todo tipo de gente, que no necesariamente tengan que estar de acuerdo en todo. Segundo, tienen que encontrarse fuera de sus zonas de confort y entre grupos que antes no eran sus amigos. La protesta se puede organizar por las redes sociales, pero no será real hasta que no se manifieste en las calles. Si los tiranos no sienten que sus actos tendrán consecuencias en un mundo tridimensional, nada habrá de cambiar". 
Así que no queda otra que Resistencia: calle calle y calle. 

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