Ayer la indignación en las redes ante la foto de los cuatro gobernadores adecos juramentados por la presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez, fue general, hoy las cabezas más frías comienzan a buscar una explicación.
En cambio yo, que me he puesto de lo más intensa de un tiempito para acá, la noche de anoche me sirvió no para enfriar los ánimos sino para rebobinar la película de los recientes meses a partir de febrero 2017, de los cientos de miles de venezolanos que salimos a marchar durante cuatro meses casi que a diario, al principio -entre tantas otras razones- contra un Tribunal Supremo de Justicia servil de la Revolución que buscaba anular una Asamblea Nacional electa por el 75% de los votos, posteriormente, para evitar que se instaurara una Constituyente a la medida de la Dictadura, terminando de darle una patada a lo que quedaba de democracia en Venezuela.
Cómo nos reprimieron, las fuerzas militares no dejaban pasar a punta de gases lacrimógenos y perdigonazos de la aparente frontera entre el Este y el Oeste: la valla de Nivea en Bello Monte. Amigos se tuvieron que lanzar al Río Guaire ante la represión. Aparecía el helicóptero y sabíamos que se acercaban las tanquetas militares repartiendo como confite bombas lacrimógenas. Después ni siquiera se llegaba a la valla de Nivea, las marchas comenzaron a ser hostigadas casi desde sus puntos de salida, ya ni siquiera el helicóptero avisaba que la represión estaba por comenzar, comenzaba de imprevisto con motorizados de la PNB y GN, cual vaqueros de rodeo, disparando, correteando, robando, a la multitud cada vez más escasa que insistía en manifestar a pesar de tener a semejante fuerza del estado en contra.
Nos ilusionamos con el apoyo de la Fiscal General, pensamos, que de algo serviría, que habría un importante contingente de las Fuerzas Armadas inconforme que en Venezuela se terminara de imponer la Dictadura. Creímos que las sentidas palabras del hijo del Defensor del Pueblo hacia su padre surtirían efecto, que recobraría un mínimo de compás moral y así muchos chavistas todavía con espíritu demócrata no avalarían la Dictadura. Si hasta Gustavo Dudamel, siempre tan escurridizo en sus comentarios sobre política, por fin se atrevió a manifestar contra lo que sucedía en Venezuela. Ingenuos de nosotros creímos que el peso de la Comunidad Internacional haría efecto, y al final la Constituyente no iría.
Recordé los plantones, trancones, paros, y demás en los que participamos miles de miles de venezolanos. Todo me tocó además en medio de la operación de un tumor a mi mamá (afortunadamente benigno) y pude testificar que ante una innegable crisis de medicamentos de la que no se escapan ni los médicos, cómo hasta las clínicas fueron agredidas sin misericordia por Fuerzas del Estado cuando me tocó plantón frente al Hospital de Clínicas de Caracas mientras mi madre convalecía de su operación.
En el camino de esta refriega por reconquistar el hilo constitucional murieron 128 venezolanos, muchachos en su mayoría, chamitos con la vida por delante que luchaban porque en Venezuela volviera haber futuro. Los secuestros express se transformaron en detenciones express, a quienes los Guardias no robaban in situ, extorsionaban para soltar a los muchachos que se llevaban detenidos. Arremetieron contra conjuntos residenciales sin importarle ni ancianos, ni niños, y si un perro ladraba, pum.
Políticos inhabilitados, además de los cientos de presos políticos entre ellos, Roberto Picón, cuyo delito parece ser la capacidad para comprobar las trampas electorales de manera matemática, que bien que la hubo cuando se impuso la constituyente. Lo que el TSJ en su momento no pudo, anular una Asamblea Nacional que ganara unas elecciones legítimas, el CNE lo logró con unas elecciones fraudulentas con el apoyo militar.
En agosto tras la elección fantasma de la Constituyente (porque apenas se vieron votantes), el juego cambió, las protestas se terminaron de enfriar, estaba claro que en Venezuela vivimos en Dictadura, ¿y ahora qué?
Pues ganar espacios con las elecciones de Gobernadores será.
Lo que no fue unánime de parte de quienes luchamos por el rescate de la Democracia fue la convocatoria para ir a votar para las gobernaciones tras el fraude electoral de la Constituyente, para muchos era una indecencia volver a votar en unas elecciones con el actual CNE que ya no se molesta en disimular las trampas a favor de la Dictadura, para otros el derecho al voto jamás se debe claudicar.
Dieciocho gobernaciones aspiraba obtener la oposición, cinco se los dábamos al chavismo, fue al revés. Incomprensible que en una país en ruinas, triunfaran los gobernadores chavistas.
Muchos fueron los análisis políticos de semejante victoria (o derrota), unos dicen que perdimos por la abstención, otros porque el fraude ya estaba montado y por punto no había que participar. Yo soy, y seguiré siendo partidaria de votar como derecho irrevocable.
Lo que no puedo justificar, lo que no logro entender, es cuando ayer los cuatro gobernadores electos del veterano partido Acción Democrática, bajaran la cabeza ante Delcy Rodríguez, presidenta de la ANC, juramentados por la Dictadura, avalando la constituyente, una forma de doblegarse ante ella, como tantos gobernantes europeos que durante la Segunda Guerra Mundial se doblegaron ante el Tercer Reich, quizás buscando inútilmente la sobrevivencia política.
De los gobernadores electos de la oposición, solo el Gobernador del Zulia, Juan Pablo Guanipa, de Primero Justicia, no se prestó para semejante ignominia: "No me arrodillo ante un poder que no representa nada", declaró. Ya se verán las consecuencias.
No se les ve muy contentos en el acto a los gobernadores adecos, sabrían la tormenta de la opinión pública que se les vendría encima, no se puede estar bien con Dios y con el Diablo, sabrán que bajar la cabeza ante el verdugo quizás sea el precio a pagar para que la Dictadura los deje medio gobernar, aunque para la historia lo más probable es que queden como oportunistas, o como borregos.
La gobernadora de Táchira buscó justificarse por las redes sociales: "Cuando el pueblo te implora que no le abandones, la humillación de un líder es medio para lograr la Libertad".
Aunque la historia parezca decir lo contrario.
La gobernadora de Táchira buscó justificarse por las redes sociales: "Cuando el pueblo te implora que no le abandones, la humillación de un líder es medio para lograr la Libertad".
Aunque la historia parezca decir lo contrario.
Seguiremos esperando que mentes más frías y lúcidas den otra explicación.
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