Año 2049, K., cazador implacable interpretado por Ryan Gosling, recibe una orden de la Lugarteniente Joshi (Robin Wright): "Buscar a "El Niño".
K está programado para no tener empatía con su objetivo, sin embargo titubea ante la orden. Joshi se da cuenta que su leal soldado comienza a pistonear, le pregunta si tiene algún problema con la misión.
Si la tiene: "El Niño nació, y todo lo que nace tiene alma".
La misión de los Blade Runner desde Rick Deckard hasta K. es "terminar" aquellas máquinas que puedan caer en el error de humanizarse. Por eso se le dice "terminar", no matar o ejecutar, ya que no atentan contra seres humanos sino contra robots.
"Tu no tienes alma, ¿cuál es el problema?", cierra Joshi el tema.
De las escenas del Blade Runner de Denis Villeneuve, la del desalmado verdugo pudiendo sentir empatía por el alma de su víctima fue la que me sacó del caos futurista de Los Ángeles de 2049, y me regresó por un instante al caos de la actual Venezuela revolucionaria.
¿Qué es el alma? ¿Tienen alma los bebés recién nacidos? ¿Tienen alma los verdugos? ¿El alma es equivalente al espíritu o es equivalente a la conciencia?
Tanta intensidad es porque hace poco supe de unos malandros que le pusieron una pistola en la cabeza a una bebé de meses para intimidar a su familia para que les dieran sin chistar todo lo que llevaban encima. Afortunadamente no pasó del susto y de la perdida material, la bebé solo sabrá por el anecdotario familiar del día que un desalmado le puso un revolver en la frente. Quién sabe si para cuando esté consciente de eso ya su familia decidió irse de Venezuela.
¿Tiene alma quién está dispuesto a encañonar a un niño y hasta dispararle acabando con la vida de un bebé, y la de toda una familia que jamás se podría recuperar de semejante tragedia?
Cuenta mi tía que tomó la decisión de emigrar el día que encañonaron a su niña para robarles el carro. No podía seguir viviendo en una Venezuela en la que los niños fueran amenazados de muerte para robar a sus padres, fuera algo usual.
Y sigue siendo usual, hace unos días murió una niña en un asalto.
La niña si tenía alma, quien tiendo a pensar que no tiene alma es quien la mató, ¿qué clase de alma puede tener quien aprieta el gatillo en el cuerpo de una muchachita?
No solo los asesinos de niños son unos desalmados, también lo son quienes han fomentado la actual crisis de salud en Venezuela: faltan reactivos, antibióticos, antiepilépticos, tratamiento para el cáncer, ansiolíticos, insulina, protectores gástricos, anticoagulantes, medicamentos para controlar la tensión... cualquier medicina que vayas a buscar en la farmacia, la respuesta más probable será: "No hay".
Una de las primeras condiciones que pone la oposición cada vez que se plantea una mesa del diálogo con el oficialismo es el abrir de inmediato un canal humanitario para solventar la escasez de medicamentos en Venezuela. Y cuál es la respuesta del Gobierno: "¿Qué escasez de medicinas? Aquí no hay ninguna escasez, meras exageraciones de la oposición".
Difícil entender la negativa a reconocer una crisis tan obvia, solo se explica con la premisa que la Revolución es perfecta, en este mundo ideal no cabe semejante crisis de salud.
Aparentemente el único lugar en Venezuela donde no faltan medicinas es en Fuerte Tiuna: los militares, políticos enchufados y sus familiares tienen sus tratamientos garantizados; el resto del país se puede morir de mengua, los únicos canales humanitarios que se abren en Venezuela son los de las redes sociales en busca desesperada de todo tipo de medicinas.
¿Acaso se puede ser más desalmado que los funcionarios de este Gobierno cansados de repetir que en Venezuela no hay escasez de medicamentos? Se ha llegado al extremo de cinismo y maldad que cuando la Ministro de Salud admitió, que si, el problema de la escasez de medicamentos en Venezuela era real y preocupante, fue removida de inmediato del cargo.
(Habrá perdido el puesto pero recuperó el alma).
Pero sí, sin duda se puede ser más desalmado, como quienes permitieron, y siguen permitiendo, que Venezuela se convierta en un país en ruinas, en una distopía revolucionaria, en un narco estado, quienes nos han robado sin escrúpulos la democracia para instaurar una Dictadura. Desde los hombres de verde hasta los árbitros electorales, sin olvidar al Tribunal Supremo de Justicia y demás mafias revolucionarias. Desalmados, desalmados, mil veces desalmados. ¿Les importará ser responsables del hundimiento de Venezuela convirtiéndola en uno de los países más miserables del mundo?
"Recuerden, no tienen alma", les diría Joshi, quien era humana, demasiado humana, "sigan haciendo su trabajo, soldados de esta revolución, que lo están haciendo de maravilla".
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