lunes, 23 de junio de 2008

A la tercera tampoco va la vencida



En vísperas de nuestra tercera visita a la Onidex en 2006, mi hija me preguntó si pensaba volver a escribir sobre el tema.
Le aseguré que no, explicándole que rara vez terceras partes son buenas. El tema se agota. Si Francis Ford Coppola fracasó con El Padrino III contando la saga de los Corleone, imposible esperar que alguien se interesara en la tercera entrega del calvario de mi familia para sacar el pasaporte andino. Además, con tantos temas sobre los cuáles escribir, cómo malgastar espacio en El Nacional con esta historia de encuentros y desencuentros con la burocracia.
Así que había decidido pasar la página, capítulo cerrado, tratar sobre asuntos más gratos para un sábado en la mañana como el Mundial de Beisbol o el nuevo disco del Ensamble Gurrufío o el vestido de Ángel Sánchez que lució Sandra Bullock en la entrega del Oscar; o sobre cualquier otro tema capaz de despertar el interés de los venezolanos sin perforarles más la úlcera. Quizás fui una ilusa pero también creía que a la tercera sería la vencida y que en esta oportunidad nuestra visita al Centro de Documentación y Extranjería tendría el final feliz al que todo ciudadano tiene derecho de aspirar: pasaportes dentro de 15 días para mi esposo e hija.
Sin embargo, el miércoles de la nueva cita en la Onidex, cuando quisimos agarrar el Metro en Chacaíto y no pudimos estacionar el carro porque era el Día Internacional de la Mujer y de ahí partiría a la Embajada Americana una marcha femenino-bolivariana contra la guerra en Irak, algo me dijo —cultivado pesimismo o sexto sentido quizás— que esta tercera visita, al contrario de lo que promete el dicho, tampoco sería la vencida.
Preferí no compartir el nefasto presentimiento con mi familia no fuera a quedar como agorera.
Después de todo, agarrar el Metro en Colegio de Ingenieros fue un excelente cambio de planes porque no sube tanta gente como en Chacaíto.
Pero supe que mi premonición había sido cierta media hora después cuando, al entregar la planilla de la niña en la Onidex, el funcionario de la puerta la devolvió de inmediato: “Dice lugar de nacimiento ‘Carcas’ y no Caracas. Se la van a rechazar, pida una nueva cita”.
De nada sirvieron lágrimas, súplicas y explicaciones.
Los errores del sistema se arreglan con Typex, los de los ciudadanos con una nueva cita.
En momentos difíciles como éste hasta el más sólido de los matrimonios se pone a prueba. Por eso cuando mi esposo, desesperado, comenzó a “mirreinear” con tonito sabrosón a una atractiva funcionaria para ver si le arreglaba el problema; mi hija y yo, de lo más feministas en el Día Internacional de la Mujer, casi lo dejamos con su “mi reina” y que le fuera a sacar el pasaporte a su abuela.
Pero con error de tipeo no hay “mi reina” que valga. Para no perder el viaje fuimos a la Central de la Onidex en la Plaza Miranda a ver si por lo menos podíamos solucionar el problema de “de la Milagrosa” de la niña que no hay forma de que quepa en el sistema. Después de media hora de cola, al llegar a una taquilla nos dijeron: “Vuelva en la tarde”. Afortunadamente, no tenía que regresar la familia completa y mi marido me pidió: “Déjamelo a mí, tú no tienes mano izquierda”.
Escribiendo este artículo, poco después de almuerzo, estaba cayendo un palo de agua cuando sonó el teléfono: “Estoy preso en la Diex. La Guardia Nacional me detuvo porque me exhalté un poco cuando después de una hora en cola, no eran ni las dos y media de la tarde, y a pesar de que me vieron empapado, me dijeron que regresara mañana”.
¿Se exhaltó un poco? Ya me imagino ese poco porque los trámites burocráticos frustrados son capaces de convertir hasta al ciudadano más pacífico en el temible Hulk. Indecisa entre si reírme, llorar, o irlo a rescatar en medio del diluvio, pasaron unos minutos antes de que mi esposo me volviera a llamar para avisarme que un director de la Onidex lo rescató avergonzado por el maltrato cívico, y personalmente, lo ayudó a resolver el problema. Fue amable y eficaz.
Y sin necesidad de “mirreinearlo”.
Ahora hay que esperar hasta que la página de Internet de la Onidex nos avise que los trámites de la niña están en curso. Por lo menos eso esperamos. Yo por mi parte prometo que no habrá un cuarto artículo sobre el tema, y de ser necesario, ya va siendo hora de que tanto conflicto lo compre o RCTV o Venevisión para convertirlo en telenovela.
Artículo publicado en El Nacional el 25 de febrero de 2006.
Ilustración para Nojile Rogelio Chovet

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