sábado, 20 de febrero de 2010

Empatía de celuloide.




Hace 10 días, cuando ví Invictus de Clint Eastwood, salí tan conmovida del cine que pensé dedicar este espacio a la historia de cómo el líder surafricano Nelson Mandela, tras 27 años en la cárcel, en 1994 al alcanzar la presidencia de su país luchó por un sueño que parecía inalcanzable: limar asperezas de un pueblo dividido por el odio racial. El inicio de esta tarea titánica fue exaltando la afición al equipo de rugby nacional cuyos jugadores eran casi todos afrikaners (minoría blanca que durante 350 años sometió a la mayoría negra).
Pero en los diez días desde que salí del cine Paseo tan conmocionada como los demás espectadores de una sala abarrotada, decenas de articulistas y blogueros venezolanos han escrito sobre el Mandela de Morgan Freeman, y cuanto twitero ve la película, se inspira en comparaciones entre líderes que unen y comandantes que dividen, sin contar las menciones sobre ser “amos de nuestros destinos, capitanes de nuestras almas”, final del poema Invictus de William Ernest Henley que le dio Mandela al capitán del equipo Francois Pinnear (Matt Damon), para inspirarlo a alcanzar el triunfo del Mundial de Rugby 95.
Eso que Invictus no es la mejor obra de Eastwood, a ratos peca de sentimental como suele suceder con las películas que tratan sobre triunfos deportivos, pero a los venezolanos de unos años para acá nos ha dado por sentirnos identificados con complejos momentos históricos en la gran pantalla, como por ejemplo el film alemán La vida de los otros de Florian Henckel von Donnersmrack ,


que trata sobre un prestigioso  dramaturgo a quien la Stasi (policía secreta de la RDA) comienza a monitorearle la vida asignando un espía que le grabe sus conversaciones. Ganadora del premio Oscar como mejor película extranjera del año 2006, La vida de los otros fue proyectada en Venezuela justo cuando a algún genio oficialista se le ocurrió proponer la Ley Sapo, exigiendo denunciar cualquier conducta contrarevolucionaria.
La Ley Sapo no llegó a promulgarse pero en el canal del Estado a cada rato transmiten sin pudor grabaciones de llamadas de teléfonos intervenidos. En este Socialismo del siglo XXI la privacidad de los otros, al igual que en la otrora Alemania Oriental, es asunto de Estado y sujeta al escarnio público.


Y ni se diga cuando las películas tratan sobre tiranos que se justifican como enemigos de los yanquis,  aquellas que hablan sobre líderes sin freno que autodenominándose la voz del pueblo, se atornillan en el poder y cometen todo tipo de arbitrariedades, como fue el caso de La Fiesta del Chivo, tema de innumerables foros en Venezuela, película dirigida por el peruano Luis Llosa basada en la popular novela de Mario Vargas Llosa, un temible retrato de los tiempos  del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo.


 A los venezolanos todavía se nos eriza la piel con El último rey de Escocia (2006) de Kevin Macdonald, sobre un joven e idealista médico inglés (James McAvoy) que se ve seducido por el carisma del dictador de Uganda Idi Amin Dada (Forrest Whitaker, premio Oscar por esta interpretación), antes de darse cuenta de las consecuencias para un país de un tirano con el temperamento de un niño rabioso.
Con Harry Poter también sentimos por estas cálidas tierras empatía de celuloide cuando en su cuarta entrega los estudiantes de magia de la Escuela Hogwarts se enfrentaron con Dolores Umbridge, una temible interventora educativa, tema de la crónica Conjuro.


Así que no pienso escribir sobre Invictus, habrán leído hasta el cansancio sobre la película de Eastwood que trata sobre un líder excepcional, la clase de líder que muchos soñamos sea el presidente electo de Venezuela en el año 2012, un Presidente que luche por unir a un pueblo que hoy parece irreconciliable en su visión de país, y que al igual que Mandela, no aspire perpetuarse en el poder.  
Este era mi columna de hoy en El Nacional, pero ayer me avisaron del periódico que hay escasez de papel y la sección de opinión,  mientras se supera la crisis, será de una sola página. Otra forma del Gobierno de someter a los medios de comunicación, esperemos que la crisis de papel se supere pronto, mientras tanto, y hasta que los tentáculos represivos lleguen a Internet, aquí estaremos luchando contra las Intensidades.

1 comentario:

Isa O`conn dijo...

2012 será intenso pues Chávez tendrá que decidir entre dictador o la oposición al estilo de Daniel ortega por ejemplo, esta es mi opinión espero que se aproxime a la realidad, es lo que deseo para Venezuela en la 2ª decada del siglo, Chavez en la oposición sufriendo, como el sabe hacer con los que hoy lo opositan.Como veras intento evitar intensidades, no es cuestion de hacer martires intensos mas bien que terminen no se como los comunistas del telon de acero o algunos de ellos olvidados no martirizados UN FUERTE BESO A LA CREADORA Y TODAS LAS PERSONAS BUENAS QUE PASEN POR ACA...........bye