miércoles, 13 de noviembre de 2013

La foto de la señora Clotilde


Cuando escribí la entrada "Yo, saqueadora", dudé si ilustrarla con la foto de la señora eufórica cargando una plancha eléctrica, un Blu-Ray y una licuadora; esa imagen se había vuelto viral en las redes sociales y ya estaba demasiado vista. Sobre todo dudé al enterarme que la foto (o fotos que no fue una, fueron varias de la misma señora) no fue tomada en el saqueo en Daka Valencia sino de la rebatiña en Daka Boleíta, tras la orden de Nicolás Maduro en cadena nacional de dejar vacíos los estantes de las tiendas de electrodomésticos acusadas de especulación. 
Por fin decidí irme por la foto de la señora eufórica, hay instantes capturados por la cámara que ni millones de palabras, ni mil fotografías, podrían describir mejor el momento histórico por el que pasa una sociedad. Por ejemplo, la famosa foto del soldado caído de Robert Cappa -a pesar de que hay quienes aseguran que fue un montaje del fotógrafo húngaro- que el soldado republicano cayera muerto en el instante exacto en el que Cappa hizo click a su cámara, no es lo importante, lo importante es que para la imaginería colectiva, esa foto logró representar como ningún otro testimonio el horror de la Guerra Civil Española. 
El actual momento histórico venezolano tiene muchos vértices que de alguna manera están en la foto de la señora eufórica con su cargamento de electrodomésticos. Vértices que desnudan tanto a quienes todavía insisten en aplaudir a esto que llaman la Revolución Bolivariana, como a quienes renegamos de ella.
No es que ahora me las vaya a dar de niní, pero es que hay que ser más inteligentes en la oposición, no irse de bruces ante el primer mango bajito que creemos encontrar. La foto fue divulgada como imagen de los saqueos, cuando en realidad la señora Clotilde, como días después fue identificada por el diario oficialista El Correo del Orinoco, simplemente se regocijaba por la fiesta de precios "que no volverán" que había decretado la noche anterior Nicolás Maduro. Clotilde ladrona no era, ni saqueadora, ella hizo su cola de una noche y pagó por su plancha, su Blu-Ray y su batidora. Viendo la sonrisa de oreja a oreja de Clotilde con su carga, me pregunto si yo no tendría una sonrisa similar cuando conseguí reponer mi batidora dañada a mitad del precio marcado. 
Es lamentable pero esa foto de la señora Clotilde también sirve como evidencia que a pesar de quince años de dura lección que Venezuela es muchísimo más grande que sus urbanizaciones, pareciera que un buen porcentaje de venezolanos no ha aprendido nada. Sigue habiendo un enorme desprecio clasista, desprecio del que obviamente, ni pendejos que fueran, se alimentan los dirigentes de la hegemonía revolucionaria. Quizás ese desprecio no sería tan evidente de no ser por las redes sociales, pero la realidad es que me cansé de ver a esa señora humilde cargando sus chécheres eléctricos etiquetada como ladrona, saqueadora, y no podía faltar el adjetivo: "chavista". 
Pero el Oficialismo tampoco se atrevería a hacer de la foto de la alegría de la señora Clotilde su bandera, porque el gobierno sabe que la de Clotilde es una alegría de tísico, un instante auspiciado por las promesas pre-electorales: "En Venezuela habrá televisiones pantallas planas hasta para el más humilde de los hogares", oí a alguien ofrecer en una cadena de Maduro.
Televisiones HD ofrecidas irresponsablemente a millones de familias venezolanas en un país donde si la señora Clotilde quiere hacerle una torta de cumpleaños a su hijo, se va a encontrar que el cartón de huevos sobrepasa los 100 Bs, que la harina está escasa, tan escasa como el azúcar, y que si tiene suerte de encontrar los productos de la canasta básica regulados por el gobierno, tendrá que hacer horas de cola para pagarlos, como horas de cola hizo para obtener esos artefactos eléctricos a precios de dólar a 6,30. Lo que Nicolás Maduro llama "precio justo", obviando que hay un dólar paralelo a ocho veces el dólar oficial al que tienen que acudir la mayoría de los comerciantes para reponer inventario. 
Y ese es hoy... y desde hace ya varios años... y cada vez se va poniendo peor... el día a día de los venezolanos, no que una noche el actual capataz del gobierno revolucionario mande a rematar unas cuantas televisiones y artefactos eléctricos a precio de dólar preferencial.  
Euforias parecidas a la de la señora Clotilde las veo cada vez que aparece leche en el abasto, o papel toilet, o azúcar; pequeños milagros que a veces se nos dan a los ciudadanos venezolanos en un momento en el que hasta a los más duros chavistas, se les está prendiendo la alarma por el despeñadero por el que parece ir en caída nuestra economía. 
Si seguimos así, paracaídas es lo que van a tener que rematar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta que no vea la factura de compra de Clotilde nadie me convenzera que las compro y no las robo Es que ni una bolsita plastica le dieron Sera ella la hermana de la mujer Q vio entrar a Chavez rozagante de salud al Hospital Militar Cria fama y acuestate a dormir

Adriana Villanueva dijo...

Es que en esta Venezuela ni bolsas hay, cuando compré mi licuadora el lunes pasado pedí una bolsa para llevarla, y en el mercado no había ninguna de ese tamaño, y eso que la caja de una licuadora no es grande. Así que parecería culpable de habérmela robado a menos que demuestre lo contrario. De todas maneras como dice el refrán, en río revuelto ganancia de pescadores, este gobierno pareciera que quiere provocar un tsunami social, y aprovecharse precisamente de esa desconfianza mutua entre venezolanos.