La muerte de Benedetti también desató una ola de rencor, facebook se llenó de mensajes de desprecio hacía su poesía, considerada por muchos de tercera categoría, algo así como el Ricardo Arjona de la literatura latinoamericana. Tirria acrecentada por los afectos políticos del anciano poeta.
Yo pasé agachada, la muerte de Benedetti me afectó como a alguien que estuvo de paso en mi vida, por quien todavía sentía cierto afecto por lo que una vez representó pero a quien hoy costaba reconocerme en su obra y en su visión política.
Casualmente el martes 25 de junio en la mañana, conseguí un diario de Snoopy del año 1980, escrito cuando estudiaba cuarto año de Humanidades, lo usaba para intercambiar mensajes con mis amigos de salón en las horas más fastidiosas de clases. En él encontré la promesa de Andrés de ponerle una bomba a la discoteca City Hall, el anuncio de Lola que regresó con su novio Eduardo, la petición de Alfredo para que en el cine Caribe siguieran pasando películas de Polanski, y los entramados planes de Ana Margarita - "La Negra"- para controlar a los chicos guapos de Ciencias. Además de apuntes de psicología, el retrato de un pupitre (les participo sinseramente que en matemática no entiendo nada desde octubre), una estrofa de una canción de Bob Marley, y un poema de Benedetti: "Compañera, usted sabe que puede contar conmigo...".
Esa misma mañana en la que se removían mis años de bachillerato, me enteré por Facebook que acababa de morir Farrah Fawcett, y a pesar de arriesgarme al desprecio de María Gabriela, escribí en mi update: "Quien hoy no llore a Farrah Fawcett, se saltó los años 70".
A los pocos instantes varios mensajes complementaban mi lamento, los más jóvenes de mis facebooks amigos no entendían su importancia: "Nací en el 82, para mí Los ángeles de Charly son Cameron Díaz, Drew Barrymoore y Lucy Liu", escribió mi primo Ignacio, mientras mis amigas generacionales recordaban haberse peinado a lo Farrah y los muchachos cuarentones evocaban que el famoso afiche del traje baño rojo adornaba sus cuartos.
Cómo explicarle a mi primito que la importancia de Fawcett más que ser uno de los ángeles de la popular serie televisiva de mediados de los años 70, fue haber sido la pin up girl de quienes entrábamos en la pubertad en esa época.
A diferencia de Benedetti, Farrah en Facebook despertó sólo buenas vibras, porque en su vida no hubo polémicas: después de Los Ángeles de Charly, la espectacular rubia tuvo una irregular carrera artística, una irregular relación con el actor Ryan O´Neal, hasta que el cáncer la venció a los 62 años.
No pasó lo mismo cuando menos de 12 horas después se anunció la sorpresiva muerte de Michael Jackson a los 50 años tras un paro cardíaco. Al instante Facebook se lleno de mensajes de odio y amor. Hubo quienes evocaban cómo la música de Jackson formó parte de sus vidas, y quienes no podían desechar los escándalos de pedofilia y la excentricidad de quien hasta principios de los años 90 fue considerado el Rey del Pop.
Si Farrah era la imagen que representó el comienzo de nuestra adolescencia, Michael Jackson era la música que nos acompañó desde niños cuando él también lo era, el miembro más carismático de los Jackson Five, que alcanzó un éxito sin precedentes gracias a su disco Thriller en el año 1982.
Que levante la mano quien no trató el paso moonwalk, al ritmo de Billy Jean, sin remordimiento Disco.
Quizás a muchos podría no gustarles entonces la música de Michael Jackson, querrían quemar el City Hall como mi amigo Andrés, pero hoy nadie sería capaz de negar que a pesar del nefasto ejemplo que fue su vida posterior, a principios de los años 80 Jackson representó lo mejor del Pop, y cuando se evoque esa época la primera música en ser recordada será la de Michael Jackson, como el afiche de Farrah Fawcett nos regresará al instante a los años 70, y Mario Benedetti a cuando recién descubríamos la poesía y creíamos en revoluciones.
Por eso hoy pienso que cuando lloramos en Facebook a personajes a quienes desde hace tiempo nos sentíamos desvinculados, no es a ellos a quienes lloramos, sino a etapas de nuestras vidas que cada vez nos parecen más lejanas.
2 comentarios:
Pues me gustó, Piki. Tiene su hondura.
Con tal de que no le vayan a dar su golpe...
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