martes, 14 de julio de 2009

Up en tiempo de censuras descabelladas


Hasta que por fin pudimos ver UP, julio es un mes tan agitado que fue difícil encontrar un espacio en nuestra familia para la película de PIXAR ambientada en La Gran Sabana, Venezuela. En parte el problema era que mis panas cinéfilos insistían que debíamos verla en su versión tridimensional, y los cines en Caracas adaptados a la tecnología 3D quedan en centros comerciales a los cuales es difícil  llegar en días de semana por el tráfico, y en fines de semana se llenan.
Mis hijos tenían miedo de que fueran a prohibir UP en Venezuela, habían escuchado rumores que en el Ministerio del Ambiente estaban indignados por la invasión de los viejitos gringos a los tepuyes venezolanos. Que eso de dejar una casita de vereda blanca construida en medio de la desolación del paisaje casi prehistórico,  podía ser interpretado como una muestra más del ansia gringa de colonializarnos.  
A pesar de ese rumor de censura tan descabellada(aún en tiempos de censuras descabelladas), no nos quedó más remedio que esperar hasta que por fin encontramos un espacio para ir en familia a ver UP antes de que la fueran a quitar, y no por imperialista, ese rumor ya había pasado, sino para darle paso a nuevas superproducciones hollywoodenses como La Era del Hielo 3 y la sexta entrega de Harry Potter. 
Intenté seguir las recomendaciones cinéfilas y ver UP en 3D, en la cartelera del periódico salía que todavía la estaban exhibiendo en los cine de El Recreo, Sambil y El Tolón. Pero ni en la página WEB de Cinex, ni llamando por teléfono para comprar las entradas daban esas tres opciones. Traté de comunicarme con algún operador, un ser humano y no una máquina al otro lado de la línea, fue inútil, así que decidimos no tomar riesgos y ver Up a la antigua, bidimensional, en vespertina en el cine San Ignacio.
Viendo como la casita cargada por globos multicolores sobrevolaba los tepuyes venezolanos, lamenté no haber hecho un esfuerzo por ver UP tridimensional, dicen que la tecnología ha avanzado mucho de los incómodos anteojitos que era hace unos años.  Además de los imponente paisajes, no me quería ni imaginar el terror ante la manada de perros amaestrados del villano Charles Muntz,  la banda de canes rabiosos que siguen ordenes del macho Alfa. Comiendo cotufas pensé que después de todo UP no era una película que pueda gustarle a quienes siguen ordenes a ciegas o gustan ser obedecidos incondicionalmente. Mas que por una casita cargada por globos de colores que se lleva por delante tepuyes para salvar a un ave rara, un funcionario público que hace amenazas descabelladas se debe sentir intimidado ante el destino del macho Alpha cuando su manada de perros bravos deja de obedecerlo. 
Claro, eso sería hilar demasiado fino para quienes todavía se piensan los muchachos de la película revolucionaria. 
Aún en tiempos de censuras descabelladas.

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