sábado, 28 de noviembre de 2009

Álbum de boda



Cumpliendo 20 años de casados el único regalo que se me ocurrió hacerle a un marido que lo tiene todo (o casi todo porque no tiene ni Bancos ni Compañías Aseguradoras ni contactos con el Gobierno Revolucionario), fue el tan esperado álbum de boda.
Lo confieso, 20 años de casada y no había pegado las fotos de mi matrimonio en el álbum blanco comprado para la ocasión. Mi marido solía reclamarme con voz ofendida : “¿Cuándo vas a hacer el álbum? ”, hasta que un día dejó de reclamarlo. Tampoco pegó las fotos él, se resignó a que por lo visto el nuestro sería un matrimonio sin álbum blanco. Nuestros hijos se preguntarían si acaso nos fugamos o si fue que su madre se casó tratando de disimular una barriga de 8 meses de embarazo.
No había hecho el álbum en 20 años de casada por la sencilla razón que no me gustaron las fotos tomadas esa noche, en el año 1989 comenzaban a estar en boga las fotografías artísticas de este tipo de ocasiones como las que aún toma Mauricio Donelli -quizás el fotógrafo precursor de este estilo en Venezuela- pero Mauricio no pudo ir a mi matrimonio porque tenía otro compromiso y contratamos un fotógrafo de foto estudio que tomó unas fotos muy planas.
Hoy que las vuelvo a ver tras 20 años de casada me doy cuenta que sí, son planas, pero las fotos, por más planas que sean, siempre serán un maravilloso testimonio. Por ejemplo, qué horrible nos arreglábamos las mujeres entre las  décadas 80 y 90. Cómo van a gozar mis hijas adolescentes viendo a sus tías hipermaquilladas y con esos copetotes en las cabezas. ¿Acaso no había espejos en aquella época? Y las lentejuelas, ¿todo el mundo se vestía de lentejuelas?
Así como de las modas y de los peinados es imposible no reírse, armar un álbum de fotos con 20 años de atraso es arriesgarse a que se nos arrugue el corazón: ¿cuántos amigos y familiares con los que esa noche brindamos por el futuro, ya no están? Comenzando por Guy Meliet, el diseñador de mi vestido de novia que también vistió a mi mamá el día de su boda, un francés que trajo la alta costura a Venezuela. Meliet murió a principios de los años 90 dejando un legado del que todavía se nutren los diseñadores venezolanos.  
Los abuelos Margot, Carmen Elena, Vicente y Max tampoco están, queda el consuelo que vivieron una vida larga y llegaron a conocer un ejército de bisnietos. Dolor da encontrarse con caras jóvenes que se fueron antes de tiempo, verlos abrazados a los novios, y extrañarlos, porque ahora es que nos quedaba  por compartir.
No sólo la muerte se ha llevado a tantos afectos, veo las fotos y me doy cuenta que muchos de nuestros invitados se han ido a vivir fuera de Venezuela, ¡quién lo habría dicho entonces, tan felices que nos veíamos! En el año 1989 los de mi generación estábamos recién graduados, algo angustiados porque en  el país se comenzaban a vivir tiempos turbulentos, pero ni soñábamos que los panas que bailábamos como Juana La Cubana al ritmo de Las Chicas del Can, 20 años después, estaríamos desperdigados por el mundo. Sólo en contacto gracias a Facebook.
Sobre todo las generaciones que nos preceden, los primitos, cuántos niños que esa noche se escondían bajo las mesas vestidas de manteles de encajes, muchos hoy profesionales, algunos recién casados, emigraron de Venezuela en busca de un futuro mejor.
Nada fácil hacer un álbum con veinte años de atraso, me pregunto que me regalará mi marido a mí. 


Artículo publicado el sábado 28 de noviembre en El Nacional.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso, Adriana. Desde una gaveta me gritan las de mi matrimonio que agarre ejemplo, que me ordene y las ordene. Que haga el famoso álbum. Y deberán esperar un poco más, pues hoy justamente estoy haciendo backup de las fotos digitales en mi compu. Diste en el clavo. Este post me cae como anillo al dedo. Como anillo al dedo!!! Hoy es el día de los post a la carte.

Gaby Morales dijo...

se me aguaron los ojos.. pensar en el pasado , los que se fueron ,pero mas en el país que se quedó atras y en lo felices que eramos Adriana.

Adriana Villanueva dijo...

Keila, gracias a este artículo más de un álbum de boda será por fin terminado, una amiga me escribió para decirme que ella creía que era la única desalmada sin hacer el suyo.
Gaby, es así, las fotos viejas siempre dan ataques de nostalgia, quién nos habría dicho hace 20 años que tantos amigos, incluyéndote, se irían de Venezuela, por eso hago referencia a Guy Meliet, pensar que antes talentos como el suyo emigraban a nuestro país, a diferencia de hoy que los extranjeros que apoyan estos tiempos revolucionarios, lo hacen desde bien lejos.

Anónimo dijo...

Menos mal que no estaba Donelli porque sino te cobraba y nunca te ubiese entregado las fotos, todavia estarias esperando