sábado, 15 de mayo de 2010

El futuro del libro



En el libro “Borges, sus días y sus tiempos” en una conversación realizada en el año 1984 la periodista María Esther Vázquez le preguntó al célebre escritor argentino qué haría con los 15 mil dólares que acababa de recibir como premio de la fundación Ingersoll, en Chicago. Borges, sin titubear, contestó que buena parte de esa cantidad sería destinada a comprar libros: “porque aunque no pueda leerlos, me gusta su cercanía, tenerlos y tocarlos”.
La imagen del escritor ciego viviendo en un reducido apartamento rioplatense rodeado de libros, comprando aún más libros que no podría leer sino sentir, simboliza para mi la sublime expresión del libro como objeto de adoración.
 Ante el lanzamiento del Ipad de Apple, tras el éxito de Kindle de Amazon, siendo escéptica testigo histórico del surgimiento de la lectura electrónica -aunque todavía está por despegar en el mercado de las letras hispanas- me pregunto qué diría Borges de las frías tablas blancas con pantalla amigable para la lectura a la que se les ajusta el tamaño de la letra, en la que se descargan gratis clásicos de más de cien años, con batería recargable de larga duración y con la capacidad de  almacenar la biblioteca de Alejandría.
Al igual que Borges, mi orgullo, mi decoración, mi pasión son los libros, me gusta sentirme rodeada de ellos, ver como no caben en la biblioteca, que están debajo de las mesas, ocupando esquinas. No me imagino la vida sin visitar las librerías para ver qué hay de nuevo.
Sin embargo sospecho que semejante bibliofilia tarde o temprano será un anacronismo. El futuro del libro está en la lectura electrónica, ya en muchas escuelas y universidades norteamericanas le han ido quitando espacio a las bibliotecas gracias a los llamados e-books.  Si bien el aparato todavía es muy costoso, descargar un libro electrónico sale más barato que comprar uno impreso, no ocupa espacio, y no mata árboles. 
A veces me da por pensar si acaso el libro como objeto no será un romanticismo caduco. A esta conclusión he ido llegando por un sinfín de razones, como por ejemplo, visitando los libreros de ocasión ¿cuántas bibliotecas terminan rematándose bajo el puente de Fuerzas Armadas? Si tenemos la suerte de que nuestros hijos sean ávidos lectores, ellos tendrán sus propia montaña de libros para además adoptar la de sus padres. 
Problemas de espacio, fácil acceso a la tecnología y razones ecológicas favorecen la lectura electrónica en muchas partes del mundo. En Venezuela agregaría dos más: nuestros estudiantes universitarios deben comprar fotocopias de los libros que les mandan a leer porque estos no se consiguen o son demasiado costosos.  Sería ideal que los muchachos tuvieran acceso a la lectura electrónica, todo el material de su carrera guardado digitalmente en lugar de coleccionar engorrosas guías que también son costosas y terminan traspapeladas.  Los sitios de descarga tienen el historial del comprador, si son víctimas del hampa o se les funde el aparato, no pierden el contenido.
Más allá de lo práctico mi verdadera razón para comenzar a ver la Lectura Electrónica con buenos ojos es constatar cómo tantos amigos han ido emigrando de Venezuela dejando sus libros guardados en cajas esperando tiempos mejores. ¿Qué será de estos de libros? ¿Qué será de estos bibliófilos amigos? ¿Se adaptarán a la lectura digital o comenzarán una nueva biblioteca? ¿Alguna vez regresarán a sus libros?

Artículo publicado en El Nacional el sábado 15 de mayo de 2010

2 comentarios:

Marjorie Wenner Lopez dijo...

Yo me fui y deje libros pero digamos que lo que mas añoro es los olores, sensaciones, lugares, sonidos....En cuanto los libros me resulta divertido encontrarlos de nuevo, volver a releerlos algunos. Tengo 38 años y prefiero de momento los libros me encanta su olor a nuevo, el que envejezcan a mi lado, pequeñas anotaciones y dedicatorias con una pluma fuente, eso es insustituible.
PD: me gusta tu bitácora me hace sentir chevere y la cotidianidad caraqueña...gracias

Adriana Villanueva dijo...

A mi también me gustan los libros como me los pongas: nuevos, viejos, de los que te devoras de una sentada, de los que vas leyendo de a poquito, a los que regresas, los que acabas de adquirir,no creo que deje jamás de comprar libros; si bien estoy coqueteando con la idea de tener un Ipad, pero todavía es un poco prematuro, son muy costosos, quizás más adelante.