martes, 25 de septiembre de 2012

Salir en Caracas



Lo que en cualquier otra ciudad del mundo es motivo de alegría: que te inviten a comer unos amigos, en Caracas se ha vuelto motivo de angustia. Por eso que te diga tu pareja: "esta noche vamos a reunirnos en casa de..." suele ser seguido por sentimientos encontrados: por un lado que chévere estar con los panas, y por el otro tener que enfrentar el miedo de salir indefensos a una selva llena de depredadores. 
Salir de noche en Caracas (y de día también, pero un poco menos) es como comprar un boleto en una nefasta lotería que tiene muchos tickets premiados. Lo más seguro es que no te pase nada, pero cada vez son más altas las probabilidades de que sí porque el negocio del Secuestro Express se ha ido expandiendo: la última modalidad es ruletear diferentes secuestros en un mismo carro mientras negocian sus rescates. Parejas, mamás con niños, universitarios, toda presa es válida. 
A las ocho de la noche las calles de las urbanizaciones de Caracas están desiertas. Si pasa una moto por al lado de tu carro sientes que se te va a salir el corazón. Al llegar a casa de los anfitriones te bajas un trago fondo blanco por haber logrado la mitad de la hazaña que es pasar desapercibido al radar de los malandros. 
Van llegando el resto de los invitados con la misma cara de sobrevivientes con la que tú y tu pareja llegaron minutos antes. Al principio se trata de evitar temas desagradables, si salimos es para pasarla bien, pero siempre se cae en lo mismo: reportes de los más recientes atracos y secuestros.
Una pareja presente hizo una cena similar con otro grupo de amigos la semana pasada, a uno de sus invitados lo secuestraron saliendo de esa reunión. Otra pareja contó que estaba celebrando el cumpleaños de una amiga cuando la fiesta se paralizó ante el grito de una de las invitadas: se acababan de llevar a su hijo y a la novia en Caurimare y estaban exigiendo un rescate millonario: "o los matamos". 
La pobre mujer que es divorciada -el padre del muchacho hace años vive fuera de Venezuela- sollozaba: "Me van a matar a mi hijo porque soy una limpia".
A los novios los soltaron al darse cuenta de que eran peces famélicos. Corrieron con suerte. No sé cuánto habrán pagado de rescate por el amigo de mis amigos. 
"Da terror salir de noche"- dice una de las comensales.
"La cosa de día no está mucho mejor", contesta el pana sentado en la cabecera de la mesa. Cuenta que hace unos meses salió temprano a caminar en el parque vecinal. Cuando regresaba a las 7 y 5 am un motorizado lo interceptó: "me puso una pistola en la sien y me pidió que me quitara la cadena en la que llevaba mi medalla de bautizo que uso desde niño. Yo estaba tan nervioso que no lograba quitármela, así que le dije que me la arrancara, y el tipo, sin quitarme la pistola de la sien, me arrancó la cadena, que era tan delgadita que ni siquiera me dejó marca en el cuello".
Según nuestro amigo el ladrón parecía policía: "Llevaba puesta una de esa chaquetotas que usan los policías para ocultar las armas, y además, la manera como manejaba el revólver, no le temblaba el pulso, se notaba que era profesional". 
"Sé lo que se siente", dijo una invitada quien ha sentido el frío cañon de un revolver en la sien en dos oportunidades. 
La conversación pasó al video de moda: el secuestro express en Los Naranjos grabado por unas cámaras de seguridad. No todos lo habían visto, fue filmado a las 6.30 de la tarde, ya oscuro, en él vemos a una camioneta estacionando frente a un edificio, sus pasajeros tardan unos segundos en salir, los pasa otra camioneta, que a los pocos segundos se devuelve, se bajan varios hombres con armas largas, someten a los pasajeros de la camioneta y se los llevan. 
Miles de personas, gracias a You Tube, han sido testigos de este secuestro express.
"Es que no se puede ser tan boleta" dice uno de los presentes, "A quién se le ocurre hacer la visita en el carro".
Yo, que vi el video en Facebook, conté que no pasó más de un minuto entre que la camioneta se estacionara frente al edificio, y la segunda camioneta con los hombres armados sometieran a quienes cometieron la "imprudencia" de pasar unos segundos de más dentro del carro. 
Pero qué se hace, ayer fui a buscar a una sobrina que tardó unos segundos de más en salir, y esos segundos esperando en la calle pesaron como horas. 
Hoy las reuniones en Caracas se acaban temprano, cualquier excusa es buena, no es que la estemos pasando mal, es que ya queremos estar en la seguridad de nuestras casas, sabernos sobrevivientes, por lo menos por esa velada, de una ciudad hostil.
A las once de la noche las calles están todavía más desiertas que tres horas atrás. Como si en Caracas hubiera ocurrido un Apocalipsis. Los sentidos despiertos, el efecto relajante de los tres tragos que tomaste se pierden en el primer semáforo. 
"De noche en los semáforos uno no se puede parar", dice el Fittipaldi con el que te casaste. 
Como en las películas apocalípticas, la presencia de cualquier otro rastro de vida se percibe como una posible amenaza. Tu pareja acelera, choca contra la acera. Se calibra el riesgo de que los secuestren con el riesgo de que se estrellen por temor a que los secuestren. 
Lo estamos logrando, faltan tres cuadras.
Hay una camioneta blanca de pasajeros estacionada en medio de la calle. ¿Serán estas las camionetas por puesto de los actuales secuestro express masivos? 
La pasamos sin consecuencia.
Ya estamos llegando.
Ya estamos llegando.
El vigilante tarda demasiado en abrir la puerta eléctrica del edificio. ¿Qué le pasa? ¿Está dormido?
¡Entramos!
Estacionando el carro dice mi marido: "La pasamos muy bien, debemos reunirnos con los amigos más a menudo".



1 comentario:

Anónimo dijo...

y es que Macondo siempre fue mas segura que lo que es hoy Caracas.

Asi es Adriana, gran cronica.