martes, 9 de abril de 2013

El politólogo de los plátanos


"¿Quién irá a ganar este domingo las elecciones?".
La pregunta, que nos agarró a media docena de personas por sorpresa, fue una especie de suspiro existencial con encuesta informal hecha por el señor que acomodaba diligentemente un cargamento de plátanos verdes y amarillos (ninguno maduro) en la sección de frutas y verduras del mercadito de mi urbanización. La misma duda que hoy nos carcome a millones de venezolanos.
Quizás porque era la hora del burro, las dos de la tarde, al principio nadie contestó, aunque sentí como los cuatro gatos que estábamos ese lunes pre-electoral, después de almuerzo, procurando las legumbres de la semana, se nos activó rápidamente la antena política, tan sensible en los caraqueños de unos años para acá.
"¿Quién irá a ganar este domingo las elecciones?", insistió en voz alta el encuestador amateur, ya dejaba de ser un suspiro volviéndose una pregunta formal.
 Quintero, encargado del departamento de verduras, quien más de una vez me ha tratado con generosidad como, por ejemplo, colando una cebolla morada en mi bolsa de cebollas blancas, contestó: "Maduro, ¿quién va ser?".
 "¿Tú crees?", le pregunté, mientras le daba una bolsa con limones para que la pesara.
"Seguro", respondió pegándole la etiqueta a los limones.
Una señora, que esperaba que le picaran una patilla para llevarse la mitad, refunfuñó: "¿Qué va a ganar ese si ni siquiera se sabe los estados y las capitales de Venezuela?".
Nadie contestó. Se hizo silencio otra vez, hasta que el señor de los plátanos volvió a tomar la palabra:
"Yo no estoy tan seguro de que gana Maduro, mi pana, pero de una cosa estoy seguro, gane quien gane, no llega como presidente a mitad de año".
Eso se llama confianza de país. Nota mental, no olvidar comprar suficiente cerveza porque quién sabe cuánto durará la próxima Ley Seca.
Me fui mientras el politólogo de los plátanos emitía un juicio al poder actual:
"Si dicen que odian tanto a los ricos, ¿por qué solo viven en urbanizaciones?".
 Me habría encantado oír la respuesta de Quintero, si acaso la tuvo, pero acababa de llegar Papel Toilet que estaba más perdido que el Unicorno Azul, y a veces las necesidades básicas están por encima de la discusión política.


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