Nicolás Maduro se jacta de ser "El hijo de Chávez", pero no puede jactarse de ser el único, además de los cuatro hijos reconocidos que dejó el difunto Comandante, dejó un sin fin de hijos simbólicos, entre los cuales ni el más rodilla en tierra puede negar la paternidad de la señoritas Escasez y la señorita Inflación.
48 horas después de las elecciones presidenciales en las que la directora del CNE, Tibisay Lucena, diera como ganador al candidato del oficialismo por un margen de escasos 200 mil votos (50.66% contra 49.07% de los votos escrutados), menos de 24 horas después de que el candidato oficialista fuera proclamado en tiempo récord Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, a pesar de que en su discurso de la noche anterior aceptara el reto del candidato de la oposición de contarse voto por voto ante las numerosas irregularidades reportadas durante el Proceso Electoral; a esta ciudadana de hambreada familia no le quedó otra que dejarse de tantas intensidades políticas, despegarse por un rato de twitter y televisión, e ir al abasto del vecindario donde estaba segura que me encontraría con las dos hijas legítimas, más no reconocidas, del Gigante de la Revolución: la señorita Escasez y la señorita Inflación.
La señorita Inflación es un poco más tímida que su hermana, se asoma en el abasto de a poquito en poquito todas las semanas, en cambio la señorita Escasez, de hace unos años para acá, es estridente, nunca falta, aunque antes en temporadas electorales, cuando su padre vivía, trataba de ser más discreta, y disimulaba un poquito evitando hacer tanto acto de presencia.
Pero en estas pasadas elecciones, cuando papá ya no está para controlar a la familia y dicen que ahora lo hacen los tíos de La Habana, la muy locuata Escasez no le importa regodearse por cuanto abasto y mercado hay en Venezuela, incluyendo los negocios de la familia: Mercal y Bicentenario; en los que hoy se abre expediente a quien se le ocurra tomar fotos de los anaqueles vacíos. Si es descubierto en semejante fechoría, se invita al transgresor (o transgresora) a una oficina y se le obliga a borrar cualquier imagen delatora, además de firmar un acta jurando que no lo volverá a hacer, porque "como usted comprenderá, ciudadana, no se puede estar incitando a la zozobra a la población".
Como si más nadie en Venezuela hiciese mercado y no se hubiese topado, con la omnipresente señorita Escasez.
En esta visita post-electoral al abasto del vecindario, como era de esperarse, me encontré con la señorita Escasez: no había aceite vegetal ni de maíz, ningún tipo de harina, olvídense de papel toilet y mucho menos papel Absorbente, de pastas solo las importadas, desde hace cuánto no llega margarina, mantequilla llegó hace días y no duró ni una tarde, y bye bye café. La señorita Inflación me trató un poco mejor: aunque el aceite de oliva subió una barbaridad, por lo menos encontré la última botella a precio viejo de Ginebra Bombay que quedaba en el abasto. Hay que prepararse para la próxima Ley Seca, que algo me dice, será más pronto de lo que se piensa.Un primo de Inflación y Escasez que nunca falta en el abasto, por lo menos en el de mi vecindario, es el amigo Rumor, pero ese sí me cae bien, cada vez que lo veo me paro un ratico para saber qué hay de nuevo en la polifonía popular. En el pasillo, entre compotas de manzana y frutas tropicales, un par de acomodadores de productos comentaba: "De vaina ganó, y con esa diferencia siempre quedará la duda".
Otro primo de Escasez e Inflación con el que me he tropezado mucho en el abasto estas últimas semanas es el fulano "Compras Nerviosas", cada loco con su tema, hay jóvenes parejas que cargan su carro de leche en polvo, hay señoras que se llevan la existencia de Coca-Cola Light o de Crema de Leche Nestlé, los reposteros se aseguran todo el azúcar que le puedan vender, y la semana pasada vi a un señor cargando su carrito solo con Frito-Lays.
Un primo lejano que de vez en cuando aparece es el antipático Confrontación, aunque en el abasto de mi vecindario no es tan antipático, es más bien divertido y cordial. Una de las cajeras es más anti-chavista que Martha Colomina, algunos de sus compañeros de trabajo son revolucionarios de voto y corazón. Hoy la cajera increpaba burlona: "¿Por qué se niegan a la auditoría? ¿Tienen miedo?".
Nadie se atrevía a contestar.
"¿Saben lo que pasa?" insistía la cajera, "Maduro aceptó la auditoría el domingo por la noche, y después vino Diosdado y le dio un coscorronazo: 'Muchacho no sea bruto, ¿cómo que contarse?, ¿usted está loco?".
Y ahí me fui con mi caza del día, con ambos bandos riéndose con la ocurrencia de la cajera, caza que no incluyó café para las largas noches que se avecinan, pero si una botella a precio viejo cortesía de la señorita Inflación.
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