miércoles, 17 de abril de 2013

Un consuelo que no puede ser consuelo


Una vez que Tibisay Lucena diera al candidato del oficialismo Nicolás Maduro como ganador de las elecciones por un escaso margen del 1 % a su favor; tras las palabras del rector independiente, Vicente Díaz, abandonado por sus cuatro compañeras chavistas del CNE en la denuncia que fueron reportadas más de tres mil irregularidades electorales, y era necesario contar voto por voto para confirmar los resultados ante tan estrecho margen de victoria oficialista; tras el discurso pendenciero de Maduro que lejos de llamar a una reconciliación nacional persistió en su mensaje de odio a la oposición; tras la aparición, una vez conocidos los resultados, de Henrique Capriles Radonski, que a diferencia de octubre pasado, aseguró con firmeza que no acepta la derrota hasta que se realice la auditoría electoral propuesta por el rector Díaz; tras ver en pantalla al alto mando militar ofreciendo apoyo incondicional al proceso revolucionario (no a la Democracia); tras una noche de expectativas que subieron y bajaron con la velocidad de una montaña rusa... muchos optaron por acostarse a dormir ayudados por cualquier ansiolítico que tuvieran a mano, pero esta princesa devaluada se fajó a twittear para descargar la rabia e indignación ante lo que se comenzaba a perfilar como la mayor arbitrariedad del poder del Estado en 14 años de arbitrariedades. 
Entre las decenas de tweets de @pikivil de esa noche, quizás el más retweetiado fue en el que expresé algo así como: "Me consuela que cuando Nicolás apague esta noche la luz, lo hará sabiendo que el país no tardará en caérsele encima". 
Los retweets indican que se comparte el parecer de quien expresa en 140 caracteres una opinión, en esta frase de mi triste consuelo, además de diversos retweets, tuve unos cuantos replys: no faltó uno de esos trolls del chavismo que no son capaces de escribir sin insultar y cometer errores ortográficos. A esos no hay que pararles, a quienes sí les paré, y mucho, fue a quienes me respondieron que para nadie podía ser un consuelo porque el país que se le iba a caer encima a Nicolás, lo haría con más de 20 millones de venezolanos adentro. 
Tienen razón, me las jacto de escritora, debo tener más cuidado con las palabras que uso, no debí escribir "consuelo" porque no puede ser consuelo apostar que en un futuro cercano los venezolanos seremos testigos del derrumbe de nuestro país ya en terapia intensiva, a manos de un hombre que en sus días como Presidente Encargado no demostró madera para el reto que se le avecinaba, tanto así, que ni el más fiel revolucionario puede negar que el heredero del Comandante desperdició como candidato, en menos de un mes, el enorme caudal político que le dejó por herencia, tanto, que si ganó -tras perder casi un millón de votos de los conseguidos por Chávez en octubre- lo hizo de chiripa. 
Pero tampoco me doy cabezazos de arrepentimiento por mi tweet, como suele sucederme cada vez que cometo un error ortográfico o de tipeo, en este tuit no habló la opinadora políticamente correcta, se me salió la escritora, porque más que emitir una opinión quise jugar con la imagen de un héroe trágico,  casi que Shakespereano, condenado al fracaso desde el inicio de su misión, que intenta dar una imagen de fuerza y poder, pero en el fondo tanto él, como sus secuaces en esta lucha de sobrevivencia revolucionaria, saben que la lucha está perdida, y no tanto porque tengan ante ellos un impecable liderazgo como el demostrado por Henrique Capriles, Henri Falcón, el siempre atinado Ramón Guillermo Aveledo y la MUD; sino porque la noche del domingo se demostró que al contrario de lo que muchos juraban, el pueblo revolucionario no es la inmensa mayoría. A muchos les debió caer la locha que vivimos en un país dividido en dos, que ahora sin la presencia del Gigante, como sus adoradores llaman a Chávez, sus herederos no cuentan con el carisma del líder que era capaz de enmendar cualquier entuerto y politizarlo a su favor. 
Lo que sí les puedo jurar es que jamás pensé que ese consuelo, que no puede ser consuelo, se iba a dar tan rápido: Nicolás Maduro en sus primeras 48 horas como presidente electo para el CNE, Ilegítimo para la mitad del país; lejos de demostrar que es un héroe trágico, parece haber tomado un camino  bufo, y en lugar de buscar reconciliación y entendimiento de partes, tanto él como el resto de los "enchufados" han decretado una guerra abierta y sin cuartel contra medio país amenazando por doquier y quitando los derechos a quienes tan solo pedimos una auditoría electoral. 
Sí, me equivoqué, no se puede decir que Maduro sea Ricardo III a punto de ofrecer su reino por un caballo para escapar, si acaso Falstaff, personaje shakespereano que Wikipedia describe como "festivo, cobardón, vanidoso y pendenciero", pero sobre todo hoy, al ver a mi país casi que al borde de una Guerra Civil, me equivoqué en creer que el fracaso de Maduro podía ser un consuelo.   

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