viernes, 12 de abril de 2013

NO-tas pre-electorales



No me lo contaron ni es una cadena ni lo leí en twitter, yo misma vi como en la sede del Seniat de Mata de Coco, en la parte de abajo del Centro Comercial, se paran a un lado de la calle funcionarios del ente recolector de impuestos ofreciendo en el tráfico afiches de candidato del oficialismo, cual si fueran bolsitas de basura en Carnaval. Y no es un caso aislado, por twitter reportan que en casi todas las oficinas del Seniat la campaña por "El hijo de Chávez", a expensas del erario nacional, ha sido intensa, generosa y sin disimulo. 
Bien lo dijo ayer el candidato del cambio Henrique Capriles Radonski: "No me estoy enfrentando a un candidato, me estoy enfrentando a los recursos del Estado".

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Ayer por fin pude ver NO, film de Pablo Larraín nominado este año al Oscar como mejor película extranjera. Por las redes sociales, desde hace un par de semanas, mucho se ha insistido que los venezolanos viéramos antes de las elecciones esta película del año 2012 que trata sobre la campaña del NO, cuando en 1988 se consultó al pueblo chileno si estaba de acuerdo con la permanencia del general Augusto Pinochet ocho años más como principal inquilino del Palacio de la Moneda. 
Protagonizada por el mexicano Gael García Bernal en el papel de René Saavedra, un publicista, que más por reto de oficio que por idealismo, acepta ser el creativo de una campaña publicitaria que apenas durará un mes, campaña por la que ningún chileno apostaba el éxito porque el NO contra el SÍ a Pinochet era una batalla desigual, como reza el lugar común: la propia lucha  de David contra Goliat.  
Es Historia que durante 15 años, a partir del derrocamiento del presidente Salvador Allende en 1973, el general Augusto Pinochet gobernó Chile con mano dura prohibiendo cualquier tipo de disidencia. Pero en el año 1988, ante denuncias de centenares de muertos y desaparecidos, ante el cerco internacional fue necesario buscar una válvula de escape para dejar salir un poco de presión. Al contar con todos los poderes de Estado, el Oficialismo chileno asumía que esas elecciones no se podían perder. Por eso el alto gobierno accedió a realizar un plebiscito, cediéndole a la oposición, mientras duró la campaña, 15 minutos en televisión nacional (tras 15 años de censura), tarde en la noche, para ofrecer su mensaje de cambio. 
Muchos chilenos fueron críticos a la película de Larraín, decían que quien la viera podía pensar que el NO ganó gracias a una exitosa campaña publicitaria desconociendo los años de lucha de quienes valientemente antagonizaron al gobierno de Pinochet. Pero esa lucha ya sería otra película, NO trata sobre una campaña publicitaria que ante la barbarie de una Dictadura apostaba al optimismo, a un nuevo Chile, como si de una cuña de Pepsi se tratara, aunque contando con mínimos recursos, y el sentir que se hacía lo correcto, contra una propaganda de Estado tan gigante como desfachatada.
Es absurdo comparar a Chávez con Pinochet, lo que no es absurdo es comparar cómo ambos gobiernos se valieron de todos los recursos del Estado, y del incondicional respaldo de las Fuerzas Armadas, para mantenerse atornillados tres quinquenios en la silla presidencial. A Chávez terminó venciéndolo una enfermedad, a Pinochet un NO popular, aunque el General chileno siguió varios años más como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de su país.  
NO, no ha sido oficialmente estrenada en Venezuela, pero la han pasado por aquí y por allá, véanla, si pueden, y saquen ustedes sus propias conclusiones. 

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Lo más fastidioso de las elecciones, sobre todo en esta era de Redes Sociales y telefonía digital, son las cadenas y las olas de rumores. A cada rato nos llegan por el celular el eco de varios "mensajes importantes" que terminan con enfáticos: "Favor difundir a todos tus contactos". Mensajes que usualmente terminan siendo falsos y lo que consiguen es causar  alarma y zozobra innecesaria.
De los peines y rumores no se salvó ni siquiera el candidato Henrique Capriles, quien ayer hizo eco de una supuesta promesa del candidato Maduro de hacer: "Escuelas para Mongólicos", refiriéndose a los niños con Síndrome de Down. Comentario retrógrado que  fue trending topic en twitter y que hasta ahora no se le ha podido comprobar al candidato del oficialismo, a quien sí se le ha podido comprobar, por ejemplo, que habla con pajaritos y llama "sifrinito mariconsón" a su contrincante electoral.
Por eso insisto queridos amigos, que en estos tiempos pre-electorales, más que nunca debemos abstenernos de reenviar intensidades, que suelen ser peines, seamos mejor que quienes adversamos, no difundamos una información solo porque la leímos en twitter o porque nos la mandaron con el imperativo: "favor difundir". Las cadenas y olas de rumores, además de ser un fastidio para la mayor parte de quienes las recibimos, le hacen sombra a tantas irregularidades que sí son reales.
Por favor, eviten como la plaga ser un eslabón más de estas cadenas, que en el 99.9 % de los casos suelen ser inventos manipuladores y solo sirven para congestionar las redes sociales. 
Mensaje válido tanto para mis amigos opositores como chavistas, que también pisan peine parejo y publican todo aquello que les parece apoya su causa sin molestarse en comprobar que sea cierto.
Así que ya saben, al que mande cadenas o se preste para difundir rumores descabellados, le cae la maldición de Macarapana, otra de las bolserías que sí dijo el candidato del Gobierno. 
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                                                  Favor difundir a todos sus contactos.

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