sábado, 6 de abril de 2013

Los artistas con Capriles


Tan inocente yo, cuando leí la convocatoria para un encuentro de Henrique Capriles Radonski con trabajadores del Arte y la Cultura, me imaginé un encuentro informal del candidato del cambio con un grupito conformado por intelectuales como Tulio Hernández, Gisela Kozak, Rodrigo Blanco Calderón, donde entre otros temas, se discutiría un viraje de las editoriales del Estado de lo ideológico a lo Literario, como debe ser, y la recuperación de espacios por y para el Arte que hoy se encuentran en la desidia política. Por eso, ese viernes en la mañana me lo tomé con calma, terminé de escribir lo que tenía que escribir, me bañé, pasé una hora decidiendo que franela me iba a poner (la de la Fundación Villanueva escogí) y a las 10 en punto le dí un beso a mi hijo advirtiéndole que estuviera listo a la una que lo pasaba buscando para ir a almorzar con los abuelos.
¿Qué pensaba esta humilde cronista? Que llegando antes de las 10.30 am, tendría tiempo de asegurar un buen puesto en la sala para tomar fotos y ponerme al día con unos cuantos amigos, algo similar al encuentro hace unos años con el periodista Jon Lee Anderson. Hasta pensé dar primero una vuelta por el Centro Comercial Lido para sacar dinero de un cajero automático y dar un vistazo por las librerías. Por ese me quedé fría cuando cruzando la avenida Venezuela del Rosal, en lugar de la puerta franca y la cordial bienvenida de los anfitriones del Centro Cultural Chacao, encontré un tumulto desesperado por entrar, como si estuviéramos en el canal de Bárcenas esperando la llegada del grupo Menudo.
Por lo visto la capacidad de la sala hacía rato estaba saturada, no estaban dejando pasar a más nadie. Caminé unos metros a la puerta de los artistas comprendiendo entonces la esencia de este encuentro,  que aunque había más de un reconocido intelectual VIP invitado, los artistas a los que se refería la convocatoria era a los que llegan todas las noches a su televisión, o que llegaban antes del cierre de RCTV, cuando la mitad de las estrellas venezolanas se quedaron sin trabajo.
Unida a un grupo de cazadores de autógrafos que comentaban la reciente llegada de Viviana Gibelli al Teatro de Chacao, vi a mi profesor de la Escuela de Artes, el director Iván Feo, bajarse de un carro. Me le acerqué para ver si con Iván se me abrirían las puertas de la entrada VIP. Pero el director de Ifigenia y País Portátil, al ver el gentío, dio marcha atrás.
Rayos, pensé, si no entra Iván Feo, qué voy a estar entrando yo. Ya estaba a punto de darme la media vuelta, desistir del encuentro de artistas e intelectuales con Capriles, buscar un cajero automático, y ver que hay de nuevo en Nacho y Tecni-Ciencias, cuando vi llegar a mi amigo el guitarrista Eddy Pérez con cara de "Stage Pass", y abandonando de nuevo a mis panas las caza-autógrafos, y ante su cara de asombro de "hay mujeres con suerte", entré del brazo del guapo Eddy a un teatro abarrotado donde apenas quedaban sillas aisladas donde sentarse.
A Eddy lo esperaban unos amigos, yo conseguí un puesto solitario en balcón pegado a la pared, justo detrás de las cámaras. Los artistas de televisión comenzaban a llenar el escenario, además de unos cuantos intelectuales. Entre el público del teatro vi diversas caras amigas, pero de mi silla a mi no me paraba nadie, ya había planeado la ruta de escape en caso de alguna eventualidad, porque la capacidad del teatro estaba más que saturada.
Al lado mío un joven periodista a quien conocí hace unos años en una rara visita a Globovisión. Me contó que estaba alejado del mundo de la televisión pero le encantaría tener un buen programa de entrevistas, sueño imposible en estos tiempos revolucionarios. Al poco rato llegó el artista plástico Ricardo Benaím, quien se sentó frente a mí, y conversamos sobre la importancia o no de un evento como el que estábamos por presenciar, arroz con mango de la cultura nacional porque ahí se encontraba desde el poeta Rafael Cadenas, que proviene "de un pueblo de grandes comedores de serpientes", hasta la cantante Kiara, famosa por cantar: "Descarado, eres un descarado".
Antes de que empezara el evento, el director escénico dio una serie de indicaciones de cómo iría la cosa. Se repartieron cartulinas y marcadores para que quienes estábamos tanto en el escenario como entre el público, escribiéramos en una frase, o palabra, nuestra esperanza para Venezuela. Yo escribí: "Dando paso al progreso", que fue lo primero que se me ocurrió.
El evento no se los voy a narrar, ustedes seguro lo vieron por Globovisión, moderado por César Miguel Rondón y con la participación de artistas, farándula e intelectuales de peso por igual, fue unánime que quien se robó un escenario lleno de estrellas e ilustrados, fue la actriz Gledys Ibarra.
Qué toque de genio escoger a la recordada "Eloína Rangel", de la telenovela Por estas calles, como representante de un gremio que en gran parte se ha visto obligado a emigrar de Venezuela porque las posibilidades de trabajo para los actores, por más auge del Cine Nacional, se han reducido drásticamente.
Gledys no solo habló del drama del artista sin trabajo, también del dolor de la emigración, de la tragedia de la violencia en Venezuela, de la escasez de alimentos y medicina. De manera concisa, clara y llana, expresó lo que intelectuales, artistas y una gran tajada de país siente desde hace tiempo: que Venezuela se nos ha ido a la deriva, que hay que ver como rescatarla, por eso hay que votar.
Cuando por fin apareció Henrique Capriles Radonski, más o menos a la hora que le dije a mi chamo que estuviera listo para llevarlo a almorzar a donde los abuelos (menos mal que lo rescataron unos vecinos), tras twittear con el hashtag: #yosoyvenezolano: "Venezuela pa' cuidarte yo solo tengo esta vida mía", versión de la frase que acababa de cantar Yordano de su dolorosamente vigente tema Por estas calles, el candidato se confesó farandulero, lamentando que el teatro de Chacao quedara chiquito, pero él no tiene acceso a teatros más grandes como el candidato del Gobierno.
Y ante la promesa de los humoristas presentes que después del 14 de abril le darían duro a Henrique Capriles porque el humor se alimenta del poder, Capriles prometió que los actores venezolanos no tendrían que emigrar más de Venezuela para encontrar trabajo, y que Laureano Márquez, Claudio Nazoa, Emilio Lovera, y todas las voces del arte, del humor y del intelecto de Venezuela, tendrían a su disposición el Teatro Teresa Carreño, y "un teatro por Municipio", para expresar tanto su arte como su disidencia.

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