sábado, 14 de marzo de 2009

Mujercitas



Emilia llora, y no precisamente por la muerte de Beth. No lo puede creer, ¿cómo es posible que Jo no termine casada con Larry? ¿Cómo va a preferir a un insulso profesor alemán? Amy, tan malcriada ¿cómo va a ser la hermana merecedora del premio mayor en la lotería marital: el apuesto vecino multimillonario, que además es inteligente, culto y encantador? ¿No fue suficiente que la caprichosa tía se la llevara a Europa? ¿Qué su madre la  dejara ir a bailes más joven que a sus hermanas mayores?
Y yo que pensaba que las preadolescentes del siglo XXI no leían Mujercitas, jurando que la novela de Louisa May Alcott escrita en el siglo XIX había sobrevivido hasta las niñas de mi generación que crecimos viendo televisión en blanco y negro, que los primeros y rudimentarios video juegos sólo aparecieron en nuestra adolescencia, y para quienes las computadoras eran aparatos para hacer despegar cohetes que ocupaban media cuarto en la NASA. Niñas que leíamos cuanto libro nos cayera en las manos pero que nuestra  novela favorita, porque era la vida misma, era Mujercitas, a pesar de que trataba sobre los avatares de cuatro hermanitas yanquis durante la Guerra de Secesión.
Las niñas en los años 70 tampoco nos perdíamos la película Mujercitas cada vez que la pasaban en televisión alguna lluviosa tarde de domingo, aunque rechazáramos a la Jo de Katherine Hepburn en la versión de 1933, a la de  June Allyson  de 1949, y posteriormente, la Jo de  Winona Ryder de los años 90; por la sencilla razón de que Jo, destinada a algo diferente que a jugar casitas como soñaba la doméstica Meg; o a vivir como una reina, como soñaba Amy; o a una vida en la sombra como la tímida Beth; esa segunda hermana March con inquietudes que iban más allá de las mujeres de su época, era la muchacha que las lectoras de Mujercitas, generación tras generación, veíamos en el espejo.
A diferencia de Emilia, no me importó que Jo y Larry no quedaran juntos, ¿quién se enamora de su mejor amigo? Para mí Larry era más apropiado como marido para mimar a la frívola Amy que para adentrarse en profundidades intelectuales con Jo. Tampoco me entusiasmaba el profesor del cual terminó enamorándose: un intelectual sin encanto ni ambición.  Creía que el destino de Jo debió ser el de su autora, una mujer que no necesitó fundar una familia para sentirse completa. Pero la mentalidad del lector decimonónico no toleraba un final feliz de una heroína sola, quizás por eso Louisa May Alcott no se atrevió a dejar a su alter ego soltera, aunque a la autora le fastidiaban los niños y nunca se casó.
Emilia no está mal acompañada en sus despechos por Larry, Simone de Beauvoir (1908-1986) en Confesiones de una joven formal, cuenta reconocer a los 10 años en Mujercitas: “mi rostro y mi destino”, viendo reflejado en el espejo de Jo: “su superioridad, tan evidente como la de algunos adultos, le garantizaban un destino insólito; estaba marcada…”, pero al finalizar el primer libro, al abrir una página al azar en la continuación de la saga: Aquellas Mujercitas, y leer que Larry y Amy se casan, Simone tiró el libro con asco: “el hombre que amaba y del que me creía amada me traicionaba por una tonta”. 
De este primer desengaño por un personaje literario, Simone tardó en recuperarse, quizás a causa de ello fue una de las primeras escritoras en romper con el patrón literario de final feliz en el que la heroína encuentra el amor de su vida. La pequeña Simone, muchos años después, habría de escribir sus libros sin concesiones.
Viendo a Emilia llorar por Larry, me pregunto si estaré ante la próxima gran feminista de la historia

3 comentarios:

la-tiza dijo...

Para mi, mujercitas ha sido un clasico en la literatura juvenil! comparto los comentarios!

Anónimo dijo...

comparto tu opinión, mujercitas es un clásico y de los mejores, la verdad yo puedo abrir ese libro en cualquier página y quedarme atrapada leyéndolo, me encanta, me identifico con el pensamiento de las chicas, sobretodo con el de jo (cosa rara) y también me decepciona que no termine con Laurie...Pero beuno, me intereso mucho leer tu apreciación, me abre un poco más la mente para la reseña que pienso hacer de la novela, muchas gracias!

Adriana Villanueva dijo...

Gracias, sin duda Mujercitas es la primera novela con la que nos iniciamos en la lectura sabrá Dios ya cuántas generaciones de "Jos"