sábado, 23 de mayo de 2009

¡Formidable!

A pesar de que mi abuelo el arquitecto Carlos Raúl Villanueva murió cuando yo tenía 12 años, tengo pocos recuerdos de él. Por eso a Oswaldo Vigas, uno de los artistas más jóvenes en participar en el proyecto de la integración de las artes en la Ciudad Universitaria, al topármelo en la FIAC del año 2004 me le presenté para pedirle: “Cuéntame de mi abuelo”.

Esto fue lo que me contó:

“Solía almorzar con Villanueva en París en los años 50 en Chez Renaut,  restaurante que tenía una colección impresionante de arte. Una vez tu abuelo agarró a Renaut por el brazo diciéndole que yo era artista. Renaut me trajo una mesita con acuarelas, pinceles y un gran cuaderno para que pintara ahí. Al hojearlo no lo podía creer: tenía dibujos de Miró, Picasso, Braque. Maravillas. Me sentí tentado de arrancar unas cuantas páginas, pero decidí pintar y llené dos hojas. 

Tu abuelo era un hombre generoso, en una ocasión me prestó 20 mil bolívares porque yo tenía un pariente enfermo. Traté de pagárselo de 20 bolívares en  20 bolívares que no me aceptaba. Hasta que encontré una manera de retribuirle el préstamo: Wifredo Lam  abandonó Francia durante la guerra y le dio unos cuadros a Picasso para que se los guardara. Cuando regresó, Lam corrió la voz que Picasso se había copiado de él. Picasso ni se dio por enterado, pero el galerista Pierre Loeb se molestó mucho, y para vengarse, le daba a los artistas jóvenes lienzos del pintor cubano para que pintaran sobre ellos. El peruano Fernando de Szyszlo se negó a pintar arriba de un Lam y me ofreció cambiar el lienzo por el precio de la tela que no era más de 20 francos. Por supuesto que le dije que sí. Era una cabeza hermosa, le puse una cañuela buena y se la di a Villanueva.

Recuerdo que la expresión favorita de tu abuelo era: “¡Formidable!”, decía que yo tenía un gusto para el arte formidable. Por eso me pidió que siempre que viera algo interesante le avisara. Una vez en una galería en la rue Seine encontré un cuadro de Max Ernst por 200 francos. Le envié un telegrama a Caracas a Villanueva. Me contestó que casualmente al día siguiente llegaría a París. En menos de dos días estábamos en la galería buscando el cuadro, pero nos dijeron que debíamos estar equivocados, no tenían ningún Ernst. En esos dos días el artista alemán ganó el premio de la Bienal de Venecia y subió tanto de precio, que los dueños lo guardaron para venderlo más caro.

La única duda que me quedó con tu abuelo era porque faltó Picasso de la Ciudad Universitaria. Le pregunté y me contestó que aunque le gustaba mucho, no iba con su arquitectura. Tengo mis dudas, quizás Pérez Jiménez no habría admitido a Picasso porque era miembro del Partido Comunista. Casi todos los artistas que participamos éramos de izquierda, pero comunista comunista, sólo Fernand Léger. Aunque era un comunista viejo y no tan publicitado como Picasso. Así sería de comunista Léger que cuando le preguntaban: “¿Cuánto cuesta este cuadro?”, sacaba papel y lápiz para tasarlo de acuerdo al tiempo que le llevó pintarlo. Sin embargo, Villanueva tenía autonomía con los artistas que participarían en la Ciudad Universitaria. El único “pero” que le puso Pérez Jiménez a Léger fue cuando viendo la maqueta del vitral de la biblioteca, le dijo a Villanueva: “¿Usted está seguro Arquitecto? Mis hijas pintan mejor”.

Se puede decir que Léger es responsable de que yo esté en la Ciudad Universitaria, en esa época  corrió una carta del grupo de Los Disidentes instando a los artistas a no participar en una obra de la dictadura. Tuve mis dudas y se las confesé a tu abuelo, entonces me llevó a hablar con Léger quien me convenció con palabras que resultaron ciertas: “La Dictadura pasará pero la Ciudad Universitaria será eterna”. 

Este es el recuento de una breve conversación que sostuve con Oswaldo Vigas en la FIAC 2004, publicado en 2008 en la revista Contrabando. Hoy que su mural de La Plaza del Rectorado se vio afectado con los eventos de violencia política en la Ciudad Universitaria, vale la pena rescatarlo.

9 comentarios:

Víctor Abreu dijo...

Gracias por esta FORMIDABLE crónica, Adriana. Me conmovió mucho. Un fuerte abrazo

Alejandro Luy dijo...

Excelente!!!!!!!

delamoralodio dijo...

Que anecdotas tan interesantes.

Unknown dijo...

Me encantó!Que cantidad de anécdotas...y las que faltan! Un beso!

Adriana Villanueva dijo...

¡Formidable! iba ser un capítulo nuevo en la segunda edición de Margot en dos tiempos, el libro que escribí tras dos años de conversaciones con mi abuela Villanueva sobre su vida como testigo de primera fila en la construcción de la Caracas del siglo XX, al final el breve encuentro con Vigas no fue incluido, y lo publiqué en Contrabando.
La conversación que sí quedó, desde la primera edición con la Fundación Polar, fue con Jesús Soto, más adelante la monto en Evitando Intensidades. El libro de Margot todavía se consigue en El Buscón.

Anónimo dijo...
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Ancapi dijo...

Precioso el comentario del final, Adriana. Y verdadero. Beso.

Anónimo dijo...

Adriana, que hermosa anécdota. Gracias por compartir tan hermosos mensajes. Un abrazo.

Unknown dijo...

Vaya.. aún no sabría Léger ni Villanueva cuan ciertas iban a ser sus intenciones.
Que bonito saber lo bien que se habla de nuestro arquitecto. Ojalá esas palabras siempre nos ampare a los ucevistas. “La Dictadura pasará pero la Ciudad Universitaria será eterna”.