martes, 12 de enero de 2010

¿Narrativa con política, o no?





¿El escritor se debe asumir políticamente en su obra o debe huirle a la política como a la peste? es uno de los eternos debates de la Literatura.
No es una pregunta de fácil respuesta, depende la destreza e inteligencia del escritor, hay autores que se pueden dar el lujo de ser políticos en su narrativa, y hay quienes cuando se adentran en las oscuras aguas de sus momentos históricos, terminan ahogándose en ellas.
Tomemos el ejemplo de dos autores norteamericanos contemporáneos: Philip Roth (1933) y John Irving (1942), a quienes no les tembló el pulso para ser abiertamente críticos de George W. Bush en sus novelas.
En Exit Ghost (2007), de Philip Roth, su alter ego Zuckerman regresa a Nueva York tras 11 años viviendo en una solitaria cabaña en los bosques de Nueva Inglaterra, regresa a la gran ciudad para intentar un tratamiento que revertiría, aunque sea en parte, la masacre de sobrevivir un cáncer de próstata (incontinencia, impotencia). Zuckerman llega justo en el momento que para muchos fue una masacre dentro de la moral norteamericana: la reelección en el año 2004 de George W. Bush como presidente de los Estados Unidos. Este traspiés Demócrata dista de ser el centro de la novela, pero Roth, como buen maestro, introduce este pedazo de historia contemporánea dentro de la trama de Exit Ghost sin que el lector sienta forzada la intromisión de su rabia contra Bush.
El triunfo de Bush no le pasa tanto a Zuckerman -quien ya se había acostumbrado a dar la política de su país por perdida y anda más preocupado por sus problemas existenciales- como a la joven pareja de escritores con quienes pensaba intercambiar su cabaña en Nueva Inglaterra por su apartamento en Nueva York mientras se sometía al tratamiento. Bush le pasa especialmente a la hermosa Jamie, con quien el viejo Zuckerman se infatúa como un adolescente. Es en la voz de la joven idealista en la que Roth decanta la desilusión de vivir en un país capaz de reelegir a George Bush como presidente.
John Irving en Last Night in Twisted River (novela comentada en un post anterior), tampoco hace de su odio a Bush la trama central de la novela, pero las páginas que le dedica no logran fundirse dentro de la acción  y terminan pareciendo un panfleto político donde se comete el peor de los pecados de un escritor: aburrir al lector.
Danny Angel, escritor protagonista de la última novela de Irving y también poco disimulado alter ego del autor, se queja de la fama de antipatriota que se ha ganado en su país por ser crítico a la política de Estado de su Gobierno. Cuando en una entrevista le preguntan si escribirá en sus novelas sobre el ataque a las Torres Gemelas, asegura que no directamente, pero lo incorporará de alguna forma. Ojalá lo hubiera cumplido, al igual que Roth, Irving (o Angel) usa un personaje femenino para discutir sobre la política actual, pero a diferencia de Roth, no logra decantarlo dentro de la trama y en todo momento el lector siente que no es Six Pack Jane -la octogenaria bebedora de cerveza- quien está despotricando sobre el desastre de la política de Bush, en especial tras el ataque a las Torres Gemelas, ni siquiera Danny Angel, sino un moralizador John Irving.
Al leer este par de novelas norteamericanas en las que se trata de manera casi que casual sobre el hoy ex gobernante republicano, es fácil darse cuenta que sólo un escritor capaz de tomar la distancia suficiente para introducir el tema político como parte de la narrativa, como Philip Roth, puede darse el lujo de salir bien parado incluyendo historia contemporánea a la hora de hacer ficción. Lástima que la rabia antibush le cegara ese instinto narrativo a John Irving.

Sale el espectro está editada en español por la colección DeBolsillo (2009), Last night in twisted river todavía no se consigue en español.


2 comentarios:

Alejandro Luy dijo...

No se si leiste la novela de Eli Bravo, Una ola tras otra, donde introduce el tema de la situación del país que de alguna manera tiene que ver con el desenlace de la misma.

Adriana Villanueva dijo...

La novela de Eli Bravo la tengo aunque todavía no la he leído, pero has dado en el clavo Alejandro, a pesar de que tomo como ejemplo un par de novelas norteamericanas, al escribirlo pensé en los escritores venezolanos y en el momento histórico que estamos viviendo: ¿hay que enfrentarlo o eludirlo en nuestra narrativa?