Conversando en el programa de la radio del Ateneo "Caracas no se acaba nunca" con Carla Duarte y Cynthia Rodriguez sobre el último libro de Philip Roth leído: Indignación; me quedé en blanco, se me fue el tema, más allá del título nada que me venía a la mente de qué era lo que iba. Lograba recordar cada una de las subtramas del anterior libro de Roth que había leído: Exit Ghost, pero de Indignación, que me había gustado todavía más que el espectro y lo leí hace menos de un mes, nada.
Un hora después de terminado el programa, casi que como una revelación, me vino el tema: en los años 50, Marcus Wessler, hijo modelo de un carnicero kosher en New Jersey, sano, estudioso, buen muchacho, decide irse a estudiar a una universidad lo más alejada posible de la angustia de su padre. No se explica Marcus porqué su padre, de repente, comenzó a atormentarlo con la inquietud de que algo le pudiera suceder a su hijo, si el muchacho no ha demostrado sino buen juicio: es tranquilo, poco dado a las fiestas, sin vicios, lo único que le interesa al joven Marcus son sus estudios.
Entonces, papá, por qué tanta angustia.
Comprende que los dos únicos hijos varones de los dos hermanos de su padre habían muerto en la guerra, pero Marcus no tenía que seguir el destino de sus primos, siendo estudiante universitario estaba exento de la recluta para servir en la guerra de Corea.
Pero nadie está exento de los peligros de vivir en tiempos de intolerancia, si tan sólo Marcus no hubiese sido tan inflexible en sus principios.
Indignación está narrada en primera persona, es Marcus quien nos cuenta ese año que terminó siendo fatal en su vida, voz adolescente escrita por un hombre que hace tiempo pasó su séptima década, pero Philip Roth en los años 50 era un hombre joven, apenas saliendo de la adolescencia, en una Norteamérica timorata, involucrada en un conflicto a miles de millas de sus costas.
A quienes no vivimos aquella era de casas de veredas blancas y sonrisas perfectas que ocultaban unos Estados Unidos donde sus habitantes temían opinar diferente del pensamiento oficial, no los fueran a acusar de depravados o comunistas, quizás nos cuesta entender la inflexibilidad de Marcus quien ni siquiera es de personalidad heroica, ni de avanzada, lo único que pide es que lo dejen estudiar en paz.
Pero los principios no se negocian, y las consecuencias de la intolerancia, del negarse a aceptar al que se sale del rebaño, suele ser caldo de mártires.
Y de eso va la novela de Roth. Por eso se llama Indignación.
Indignación de Philip Roth está editada en español por Mondadori (2009)
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