domingo, 31 de enero de 2010

Permiso o perdón


 Hay crónicas que se van quedando frías porque una las escribe y después se atraviesa otro tema más urgente. Esta es una de ellas.


Cuando Gisela Cappellin me invitó el pasado mayo para que presentara su novela “La Cena” en la Librería El Buscón, me sentí al mismo tiempo honrada y aterrada: detesto hablar en público, se me enreda la lengua, la mente se me pone en blanco. Cuando tengo que hacerlo llevo una presentación escrita, leída y releída en voz alta, y rara vez me salgo de guión. La técnica funciona. Pero esa noche no contaba con RCTV Internacional, una reportera me pidió para la sección cultural del noticiero que hablara ante las cámaras sobre La Cena. Con dos o tres frases bastaba.
Pensé en disculparme, no sé improvisar, pero caray, qué difícil podía ser decir tres frases coherentes sobre un tema del cual había escrito una disertación. Así que acepté, prometiéndome que no me iba a dejar vencer por los nervios. Tan desarticulada no podía ser: tengo una columna quincenal en El Nacional, escribo en la revista Contrabando, he publicado un par de libros, y tengo otro en computadora. Declarar para un noticiero no tenía que ser una epopeya para mi intelecto.
“¿Lista?”, preguntó la reportera. Respiré profundo, y dije: “lista”.  Apenas se prendieron las luces y me enfrentaron al micrófono para que hablara, quedé muda, entré en pánico y exigí unos segundos para controlar el terror escénico. Sequé los hilos de sudor que corrían por mi frente, volví a respirar profundo, y dije: “Lista, ahora sí”.
Comencé a hablar como quien se lanza al frío Pozo del Cura, de chapuzón sin pensarlo mucho: “Bueno La Cena de Gisela Cappellin…” (tranquila, Adriana, sigue que te la vas a comer y te van a llamar para que hables en todos los programas de opinión) “…es una novela escrita por una mujer…” (no, no, no agarres por ahí y ni se te ocurra usar la palabra femenino que etiquetas la novela) “…sin duda es un libro muy femenino porque… porqueee está escrito por una mujer, pero no necesariamente los libros de mujeres son femeninos, La Cena no es feminista …”(ayyy mamá, si mis amigas feministas ven esto van a hacer papilla conmigo) “… pero aunque es una novela femenina también la pueden leer los hombres”.
En. ese instante yo misma grité: “¡Corten!” .
La reportera me tranquilizó, a pesar de todo, no lo había hecho tan mal, además, en producción son unos genios editando material y algo podría salir de ahí. Durante semanas tuve pesadillas de verme en un programa tipo “Loco vídeo loco”, o peor aún, en La Hojilla y Mario Silva burlándose: “Esta es una de las intelectuales de la contrarrevolución, ji,ji,ji”. Afortunadamente, nadie dijo haberme visto en televisión y la presentación de La Cena resultó tan hermosa como se lo merecía la novela.
Evoco este intento fallido ante las cámaras porque nunca me he sentido más identificada con una miss que con miss Distrito Capital 2009, cuando en la ronda de preguntas del Miss Venezuela fue incapaz de contestar si prefería pedir permiso o pedir perdón. Vaya que la pregunta se las trae. Yo todavía no la entiendo. Ni Kierkegaard. Mi sobrina Corina trató de explicármela con lógica adolescente: “Tía no es lo mismo pedirle permiso a tus papás para pasar un fin de semana en Morrocoy con tu novio –sabes que no te lo van a dar- que pedirles perdón por haberte ido sin permiso”.
El tipo de lógica que quizás habría tenido la linda muchacha si semejante dilema existencial hubiese sido planteado ante sus padres en el salón de su casa, y no ante millones de espectadores en el Miss Venezuela.


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