viernes, 23 de mayo de 2008

Cambalache



Hay momentos que nos reconcilian con Caracas, como el anochecer del pasado martes siete de agosto cuando se realizó en la Fundación Cultural Chacao el primer cambalache de libros organizado por el equipo de la página web Relectura.
Hacer cambalaches es una costumbre que viene de la prehistoria cuando los hombres primitivos cambiaban comida y enseres que les sobraban o no necesitaban por aquello que les hacía falta o deseaban para sí. En el siglo XXI, los cambalaches forman parte de la esencia de la Venezuela actual: recordemos que el presidente Chávez propuso cultivar verduras en nuestras jardineras para cambiarlas con algún vecino que criara gallinas en su patio. Dando y dando.
Pero regresando al cambalache literario lo mejor del evento fue precisamente que más allá de algunos textos de ideología marxista y alguno que otro autor desdeñoso de revoluciones; la política no invadió esa noche el espacio ciudadano y durante unas horas el único objetivo de decenas de amantes de la literatura fue hacerse de un jugoso botín de libros.
La genial idea del cambalache fue de la publicista y poeta Adriana Bertorelli, a quien se le prendió el bombillo al ver su biblioteca repleta de novelas que sabía que no iba a volver a leer, por eso propuso en el foro de Relectura que los caraqueños nos reuniéramos para intercambiar libros buenos pero que teníamos repetidos, o que ya dábamos por leídos. A la gente de Relectura le gustó la idea y en menos de dos meses el evento estaba organizado, aunque no en un parque o en una plaza pública como soñaba Adriana, sino en la sede de la Fundación Cultural Chacao.
Días antes del intercambio literario aparecieron en el foro de Relectura listas de libros a ser cambalachados. Sin embargo, estas tímidas listas no previeron el éxito de la noche, pasadas las ocho todavía había largas colas de personas con cajas, carritos y guacales repletos de libros que esperaban canjear por fichas que les permitirían llevarse otros libros.
La idea no era salir de lo malo sino circular lo bueno, por eso en la entrada había un comité de recepción que no sólo revisaba que los libros estuvieran en buen estado sino también que no fueran obsoletos, muy repetidos o de poco interés(ni viejos libros de texto ni de autoayuda ni Bárbara Cartland); pero el criterio tampoco era rígido y en los tablones se encontraban sin prejuicios Stephen King, novelas rusas, francesas y victorianas, Shakespeare, escritores del boom latinoamericano, Lobo Antunes, Saramago, Virginia Woolf, Tolkien, Enid Blyton, Coetzee, Cervantes, Ramos Sucre, Conan Doyle, Agatha Christie, Raymond Carver, Poe, Laura Restrepo, J.K Rowlings, Gallegos, Kundera, Cabrera Infante, Javier Marías, Muñoz Molina, mucha poesía, libros de ensayo y algunos best sellers.
Al ritmo de jazz, bibliófilos de varias generaciones hicieron literalmente su agosto consiguiendo autores que han desaparecido de nuestras librerías, o encontrando esa obra que no sabían que existía o que tenían tiempo buscando.
Más de 500 libros circularon esa noche, muchos quedaron ahí, hay quienes apuestan por el reciclaje, otros por donarlos a bibliotecas. Yo aspiro a que estos libros encuentren su lector en el próximo cambalache.

Publicado en El Nacional en agosto de 2007, este domingo 25 de mayo, no se pierdan el tercer Cambalache.

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