martes, 2 de marzo de 2010

Historias acabadas


 Mikal Gilmore es un autor con una historia particular: su hermano Gary se hizo famoso por ser el primer hombre ejecutado tras ser reactivada la pena de muerte en los Estados Unidos, hecho que influyó en la visión de vida de su hermano menor, una pluma en la que se siente el desencanto de las promesas perdidas.
Stories Done no es una análisis de los años 60 sino una colección de crónicas de Gilmore publicadas en Rolling Stone que abarcan desde el poeta Allen Gingsberg, precursor de la rebeldía antiestablishment  en los años 50, rebeldía juvenil que terminó explotando en los años 60,  y culmina con Pink Floyd, una banda más identificada con los años 70. Para Gilmore, Dark Side of the moon (1975) es reflejo de "las dudas y temores de una generación que tuvo que enfrentarse con la pérdida de los ideales de los años 60".
Así que Stories Done no es un libro de nostalgia, enfrenta página a página la posibilidad que el movimiento "Paz y Amor" no fue más que un grupo de comeflores que terminó convirtiéndose en uno de los grandes golpes publicitarios de la historia. Todo se sobredimensionó. Entre los mejores capítulos están los referentes a los Beatles, cuya fama al final los mismos Fab 4 terminaron sintiendo sobredimensionada. Decía George Harrison: "Si somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos, cómo vamos a ser capaces de salvar al mundo".
Para Harrison, al igual que para Gilmore, fue especialmente sobredimensionado el fenómeno de Haight-Ashbury, la calle de San Francisco famosa a fines de los años 60 por concentrar la mayor densidad de hippies abocados a la política del sexo, drogas y rocarol, con lemas tipo : "Haz el amor no la guerra".
"Hippies: medio hips", los bautizó el beatnick Gingsberg con cierta ironía, cuenta Gilmore que al principio fue un movimiento interesante, pero pronto se vanalizó y el mismo George Harrison,  en el año 1967, fue a San Francisco para constatar ese maravilloso movimiento juvenil y salió con los pelos parados de punta, un lugar repleto de adolescentes  bobalicones, tan mala fue su experiencia que a raíz de esa visita, Harrison dejó de tomar LSD y cayó en los brazos del Maharashi.
LSD y el resto de las drogas fuertes que se consumían como caramelos en los años 60 tienen papel principal en estas historias acabadas, y aunque Gilmore trata con cariño a personajes como Timothy Leary y Ken Kensey, precursores de la línea de pensamiento de los viajes psicodélicos como forma de vida, no le tiene mucha paciencia a aquellos ídolos que terminaron víctimas de los excesos, en especial  Jim Morrison, cantante del grupo The Doors, a quien en su momento se le romantizó como a una especie de Príncipe Negro, ser borracho y drogadicto era un excelente pase para ser considerado cool.
Gilmore, que también se entregó sin apologías a los excesos de su época, se alegra que personajes como Jim Morrison hoy no serían ejemplo de lo chévere, sino que serían vistos como patéticos talentos a punto de perderse.
Varias generaciones de adolescentes tuvimos un afiche del sexy Jim Morrison pegado a la pared de nuestros cuartos añorando no haber formado parte de aquella entrañable era, pero la historia fue quien terminó haciéndole la mueca más cruel a los años 60: el principal líder que salió de esa generación, aquel que saldrá en los libros de Historia, es el hoy ex presidente George W. Bush.

2 comentarios:

Adriana Villanueva dijo...

Gracias, Dinobat, visitando tu blog descubro que eres fan de los Medias Rojas, como mi padre y mi hijo, en cambio yo soy una dichosa seguidora de los Yankees.

DINOBAT dijo...

Ah!!!!!!!! no! jajajjaa Go Red Sox! tienes que cambiarte :)