domingo, 11 de mayo de 2008

La Ciudadana Isabel.



Para Isa, otra vez, por prestarme su voz.


Hola, soy Isabel, mi mamá les manda a decir que no crean que esto de pedirme que les escriba los artículos se volvió una guachafita, pero como mañana es su día, va a tomarse un descanso y así podré contarles lo que ella llamó "mi primera experiencia kafkiana", o como dice papá "mi primer enfrentamiento con la burocracia" (no le entendí a ninguno de los dos).
Todo empezó hace unos meses cuando la maestra envió una circular avisándole a nuestros padres que para pasar a quinto grado necesitábamos cédula de identidad. Algunos de mis compañeros ya la tenían, pero la mayoría no.
Mamá me dijo que no me preocupara, sacarse la cédula es fastidioso pero no difícil, hace tres años se la sacó a mi hermana en la DIEX de la avenida Andrés Bello. Pero cuando fue conmigo, nos dijeron que ya no dan cédulas sino en Fuerte Tiuna y en operativos especiales. Hay que llamar a 0800CEDULAS para informarse.
Llamamos, llamamos, llamamos; y nadie contestó. Debe ser más fácil llamar a "Aló, Presidente" y que atienda el mismísimo, que contesten en el 0800CEDULAS. Tampoco fui a Fuerte Tiuna, a mamá no le parece mezclar cuarteles con trámites civiles, pero cuando una señora le contó que fue e hizo la cola con su niña bajo un solazo desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde mientras un soldado repetía: "Aquí los militares tienen prioridad, si les pasa uno por delante con un familiar, cuidado se amotinan", mamá dijo que ella ahora sí iba, porque si se le coleaba un militar, formaría tal escándalo que iría presa por "insurrección" (o sea, por alzada). Como papá sabe que eso es verdad, prefirió ocuparse él de mi cédula de identidad.
Así que un viernes a las seis de la mañana en lugar de llevarme el colegio, papá me llevó a un operativo en el barrio Chapellín. En la cola nos dijeron que sólo cedularían a 10 niños porque era un operativo para adultos. Cuando papá preguntó la razón, le recordaron que la próxima semana había elecciones internas del MVR, hasta le dieron un papel con el nombre del candidato favorito. Pero como yo era la niña número 15, no me atendieron. Papá casi va preso por insurrección, menos mal que un señor de camisa roja logró tranquilizarlo: "Llévela este fin de semana al Poliedro, compañero, hay un mega operativo". El domingo fuimos al Poliedro pero no nos dejaron entrar: el operativo era sólo para extranjeros. De nada sirvió la furia de papá: "Cálatela", fue la única respuesta que recibió cuando le preguntó a la funcionaria cómo era posible que no aceptaran cedular venezolanos.
Durante días mis papás no hicieron sino hablar del pasado: papá contaba como a su abuelo en la plaza Bolívar, en los años 40, un policía lo paró porque lo vio muy catirito: "Oiga, señor: ¿usted es venezolano?", como mi bisabuelo le dijo que sí, el policía lo llevó a sacarse la cédula porque parecía musiú. Su cédula fue la número 167. Por su parte, mamá recordaba que a ella la llevaron a extranjería en los años 70 a sacarse la cédula con sus compañeros de escuela y no tardaron ni dos horas. Ambos se preguntan cómo es posible que en pleno 2005 los niños venezolanos para cedularnos tenemos que ir del timbo al tambo, perder clases y hacer horas de cola bajo el sol.
Yo estaba asustada, sin cédula no pasaría a quinto grado, menos mal que tía Moka, que siempre está en todo, el jueves le avisó a mamá que corriéramos, que había un operativo en un edificio de oficinas en La Castellana. Papá me fue a buscar al colegio a media mañana y casi, casi me la dan, pero cuando estábamos entregando mis documentos a las dos de la tarde, el funcionario no los aceptó porque mi partida de nacimiento no estaba fechada. Papá lloró, suplicó, pataleó, pero sólo logró una prorroga hasta las cinco para conseguir una partida nueva. Corrimos a la Prefectura de Chacao, cuando llegamos, se había mudado a cuatro cuadras. Fuimos a la nueva prefectura pero ya no expiden partidas de nacimiento, teníamos que ir a la alcaldía. Papá me tomó de la mano y atravesamos las avenidas Francisco de Miranda y Libertador corriendo, como nunca he corrido en mi vida. Gracias a las súplicas de papá, en la alcaldía de Chacao nos dieron el papel poco antes de las cinco, tomamos un taxi y llegamos justo a tiempo.
Ya tengo cédula, soy ciudadana, y aunque salí desgreñada, papá la va a envolver, ponerle un lazo rojo, y ése será nuestro regalo para mamá en su día.

Publicado en el diario El Nacional, el sábado 7 de abril de 2005.
Ilustración para Nojile: Rogelio Chovet.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto lo escribio mi ahijada solita?

Adriana Villanueva dijo...

Tu ahijada me presta la voz para que escriba cuando quiero hacerlo a cierta distancia infantil.