martes, 14 de octubre de 2008

Colón en el golfo triste


A éstos que rechazan el elemento europeo habría que recordarles que toda cultura es híbrida y que es candorosa la idea de algo platónicamente americano

Ernesto Sábato




¿Quién le habría dicho a Cristóbal Colón, mientras se quemaba las pestañas entre mapas y compases con la extraña certeza de que la Tierra era redonda, que casi cuatrocientos años después, al otro lado del océano, allá donde los hombres de su tiempo pensaban que había un abismo plagado de monstruos y de sombras, que en un joven país llamado Venezuela se le erigiría una estatua?
¿Cómo podría imaginar el incomprendido navegante genovés que siglos después de haber recorrido las principales cortes europeas siendo motivo de burlas y de escarnios antes de que los reyes de España le dieran el visto bueno a la arriesgada expedición para encontrar una ruta nueva a las Indias, que sobre el pedestal blanco que sostiene la estatua de bronce de Rafael de la Cova, develada en 1899 y bautizada “Monumento a Colón en el Golfo Triste”, que en el año 2004 los agravios y las afrentas se repetirían?
¿Cómo podía suponer un hombre que murió pobre y en el olvido, creyendo que Cuba era China, un descubridor que no llegó a saber el alcance de su descubrimiento, que a quinientos años de vistear la que llamó Tierra de Gracia, sería considerado persona non-grata en ella?
Que su pomposa estatua afrancesada, como lo dictaban los cánones estéticos del siglo XIX, poco más de un siglo después de realizada, en la revolución bolivariana engrosaría la lista de este cementerio de esculturas en el que se ha convertido Caracas.
“Colón=Bush Fuera”, “Colón genocida de las Indias”, “Españoles racistas”, “No volverán” ; rezan los graffitis que amanecieron pintados en el pedestal de la estatua. Me pregunto si estos luchadores que andan por la ciudad armados con latas de spray de pintura roja, habrán pasado por la Plaza Venezuela durante el día. Si se habrán fijado que al lado de la estatua de Colón hay un pequeño parque infantil, como deben ser todos los parques infantiles con árboles, columpios, ruedas y toboganes.
Me pregunto si estos soñadores de la sangre pura americana se habrán dado cuenta de que en este parque en lugar de niños jugando, hay indigentes durmiendo: hombres y mujeres que lo perdieron todo o que ya no tienen nada, ni siquiera la seguridad de sentirse dueños de los umbrales, de las plazas y de los parques. Seres humanos que hoy duermen de día para protegerse de la noche, porque al igual que en el cuento Boquerón de Humberto Mata, una epidemia de muertes violentas está azotando a los indigentes de Caracas, y aunque hace semanas que no hay una nueva víctima, tampoco se ha señalado a los culpables.
Leo los graffitis y reconozco el típico discurso antiimperialista del gobierno revolucionario. Sin duda es más fácil luchar contra entelequias que contra realidades. Es más fácil responsabilizar de nuestra actual miseria al Imperio, a los reyes de Castilla y a un navegante genovés cuyos huesos no se sabe si yacen en Sevilla o en Italia, que enfrentar la realidad de que por muchas misiones, promesas populistas y petróleo a cincuenta dólares el barril, el deterioro físico y humano de nuestra ciudad es cada vez más notable.
Veo a Colón rayado de rojo y me da por pensar en Galileo, qué suerte que a ningún apasionado de la ciencia se le ocurrió erigir una estatua en su honor en Caracas, porque en estos tiempos de fanatismo revolucionario, el astrónomo italiano no se habría salvado de la hoguera (o del spray) por el único pecado de certificar que el Sol, los planetas, la historia y las estrellas no giran alrededor de la revolución.
PD: 24 horas después de enviada esta crónica, es noticia en primera plana de El Nacional: “Quemaron a dos indigentes en puente Llaguno”.

Publicado el sábado 9 de octubre de 2004 en el diario El Nacional.
El 12 de octubre del mismo año, "Monumento de Colón el el golfo triste" fue derribada por un grupo de hombres y mujeres que más de 500 años después de la llegada de Colón a América, decidieron arrecharse con su estatua.
Los asesinos de los indigentes nunca fueron identificados, pero las misteriosas muertes dejaron de ocurrir poco después.
Muchas de las esculturas de Caracas que en 2004 estaban en ruinas como el Abra Solar de Alejandro Otero, fueron restauradas, la estatua de Colón no sabemos donde está.
Esta crónica está corregida de su versión original.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magnifico. Los nadie se hacen grande o se creen alguien destruyendo el "stablishment" es la revolución del absurdo.