sábado, 24 de enero de 2009

De aquí a 5 años


El domingo 18 de enero -el mismo día que detonaron un artefacto explosivo contra el carro del dirigente estudiantil Ricardo Sánchez- la Universidad Central de Venezuela se llenó de muchachos, y no precisamente en torno a la violencia o a la protesta: hacían largas colas que comenzaban en la entrada de Las Tres Gracias hasta pasar el comedor. Para quienes no conocen la Ciudad Universitaria, casi toda su extensión de sur a norte; kilómetros de chamos armados, no con piedras ni bombas molotov, sino con dos lápices Móngol, dispuestos a luchar en buena lid por ser ucevistas.

Desde la madrugada, quienes aspiran prepararse cinco años en la Escuela de Comunicación Social para informar sobre el acontecer de un país -que hoy el gobierno pretende que sólo se muestre favorable al monocolor- no parecían pesimistas, quizás soñaban que cuando por fin se gradúen en el 2014(si todo va bien, si no intervienen las universidades, si no los mata el hampa, si cumplen con sus metas como estudiantes) reseñarían en la prensa con el mismo entusiasmo con el que hoy lo hacen los estadounidenses ante la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, el comienzo de una nueva era, el fin del oscurantismo, el adiós democrático a un caudillo belicoso.

Temprano en la mañana también presentaron examen de admisión los aspirantes a Ingenieros. Estarían ilusionados, sintiendo que de aquí a cuando se gradúen vivirán en una Venezuela en la que habrá mucho que construir: hospitales que se den abasto, nuevas escuelas, soluciones habitacionales. Industrias a ser fundadas o que regresarán a Venezuela, porque poco a poco recuperáremos la fe de ser un país productivo, no rentista y sólo dependiente del petróleo.

A primeras horas de la tarde presentaron examen de admisión futuros abogados, con la confianza que de aquí a 5 años los tribunales no tendrán que depender de la voluntad política de un gobierno. Que la impunidad en la que hoy vivimos será cosa del pasado, y que las sentencias a ser dictadas serán justas y saldrán de manera expedita. Los más idealistas de estos jóvenes quizás soñarán con que las cárceles venezolanas algún día podrán ser verdaderos centros de rehabilitación, no infiernos en vida, y lucharán porque así sea.

Nadie más soñador que los humanistas: aspirantes a realizar sus estudios en las Escuelas de Artes, Filosofía, Letras… colmaban los pasillos cubiertos a la vera de la Tierra de Nadie, sin tener muy claro qué destino les espera de aquí a cinco años, pero sí con la confianza de lograr ejercer su vocación en un país donde el pensamiento, por más disidente que sea del gobierno de turno, no será atacado a palos ni víctimas de “gas del bueno” con el beneplácito de sus dirigentes.

Los aspirantes a Medicina todavía no presentan examen, lo harán en marzo, y qué falta nos hacen, porque el caos hospitalario en los primeros días de enero fue una muestra de lo necesitados que estamos en Venezuela de buenos médicos cuyos servicios, en un futuro más equilibrado, serán retribuidos como se merecen y con instalaciones más dignas donde ejercer su vocación.

Estas no son todas las carreras a las que puede aspirar un futuro ucevista, hay muchas más, pasillos llenos de ilusiones de jóvenes ansiosos por construir una Venezuela mejor. Para que esto sea posible, y no  seguir viviendo indefinidamente en un país cuya principal ley es la violencia, votaremos NO al continuismo en el poder.

Publicado en El Nacional el sábado 24 de enero de 2009.

1 comentario:

Alejandro Luy dijo...

Bueno Adriana...simplemente