Dicen que Uslar Pietri nunca perdió la lucidez, que a pesar de no ser un hombre jovial, era un anciano amable que recibía a quien lo quisiera visitar en su vieja casona de La Florida. Yo nunca lo conocí, mi abuela sí, era de su misma generación: Uslar Pietri nació en 1906 y mi abuela en 1911. Ella dice que Arturo siempre fue un hombre brillante, que Venezuela ya no cuenta con un intelectual de su talla.
sábado, 31 de octubre de 2009
Venezolano no emigra
Dicen que Uslar Pietri nunca perdió la lucidez, que a pesar de no ser un hombre jovial, era un anciano amable que recibía a quien lo quisiera visitar en su vieja casona de La Florida. Yo nunca lo conocí, mi abuela sí, era de su misma generación: Uslar Pietri nació en 1906 y mi abuela en 1911. Ella dice que Arturo siempre fue un hombre brillante, que Venezuela ya no cuenta con un intelectual de su talla.
Los girasoles ciegos
A veces cuando vemos una película cuesta desprendernos de los personajes. Se sienten tan reales, tan cercanos, que es difícil conciliarse con que sus historias terminen en unos créditos con música de fondo. Eso me sucedió con Los Girasoles Ciegos(2008), película dirigida por José Luis Cuerda que están pasando en Caracas en el marco del Festival de Cine Español.
Protagonizada por Maribel Verdú, Raúl Arévalo y el niño Roger Pincep, Los Girasoles Ciegos cuenta la historia de un joven diácono franquista quien para descansar de su labor como soldado, su superior lo asigna como maestro de una escuela donde se obsesiona con la sensual madre de uno de sus alumnos de segundo grado.
No se la pasa bien viendo Los Girasoles Ciegos, es una historia terrible como suelen serlo las que tratan sobre esta etapa gris del siglo XX. La película, ambientada en Galicia, comienza en 1940 cuando el Franquismo se impuso a La República y los vencedores obligan a los vencidos a acatar su ideología nacionalista, beata y de culto al líder. No hay espacio para ateos ni para descreídos, no sólo de la fe católica, sino también de la fe al Generalísimo. La imagen de Francisco Franco adorna las oficinas públicas y las escuelas. En torno a su pleitesía se construye un país.
Ver Los Girasoles Ciegos en una Venezuela en la que cada vez hay menos tolerancia para quienes disienten del pensamiento oficial, tampoco ayuda. Cuesta desprenderse de la supuesta viuda Elena, de su pequeño Lorenzo, y del diácono que les arruinó la vida, porque a diferencia de Bastardos sin Gloria, la espectacular película de Quentin Tarantino que cuenta los horrores de la Segunda Guerra Mundial como si de un comic se tratara, el film de Cuerda deja en el espectador la sensación de que lo visto en pantalla pasó en la vida real.
Y así es, Los Girasoles Ciegos está basada en el libro homónimo del escritor Alberto Méndez compuesto de cuatro relatos que tienen como fuente de inspiración historias que Méndez recordaba de niño siendo hijo de Republicanos en el exilio. Con más de 250 mil ejemplares vendidos, el escritor no llegó a saber el éxito alcanzado por su único libro porque murió en el 2004, el mismo año de su publicación.
Pero a Méndez lo sobreviven los personajes del lascivo Salvador, la valiente Elena y el tierno Lorenzo. 70 años después de los hechos que se narran, cómo no especular qué habrá sido de ellos. Es fácil suponer que Salvador, tras guindar la sotana, llevaría una respetable vida de burócrata franquista antes de morir de una embolia por los excesos cometidos.
Difícil pensar que Elena habrá soportado vivir 35 años más en un régimen que despreciaba, la imagino emigrando con el pequeño Lorenzo a las Américas, quizás Venezuela, donde habrán sido recibidos con los brazos abiertos a diferencia de tantos latinoamericanos tratados con desprecio en la actual España Socialista.
Imagino a Elena cociéndole con máquina Singer un futuro a su hijo Lorenzo. Quizás murió sin regresar a su tierra. Lorenzo se sentiría más venezolano que español, habrá egresado de un excelente liceo caraqueño y gracias a su prodigiosa mente para las matemáticas, será Ingeniero, hoy retirado, casado, con numerosa descendencia.
Lo que son los ciclos de la Historia, los hijos de Lorenzo, nietos del hambre y de una dictadura, quién sabe si habrán emigrado a esa España en la que sus abuelos vieron sus esperanzas perdidas.
Artículo publicado 31 de octubre de 2009 en El Nacional.
viernes, 30 de octubre de 2009
¡Venga pa que lo vean!
Las cadenas televisivas presidenciales se han visto notablemente disminuidas durante el mes de octubre del año 2000. Muchos decían que nuestro Presidente se dio cuenta de que cada vez que interrumpía las telenovelas, su popularidad caía. Otros afirmaban que tenía laringitis de tanto hablar. ¡Qué poco conocen a la naturaleza humana! Octubre marca el inicio de nuestra corta temporada de beisbol profesional.
Cuando el Presidente de Venezuela dejó esperando a los invitados de una cena de gala en Nueva York para cumplir su sueño de narrar un juego de los Mets desde el Shea Stadium, lo supe. Conozco bien su tipo, estoy casada con un hombre que padece del mismo mal, y es incurable: el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela es un fanático del beisbol, y magallanero para rematar.
Este delirio por la pelota gringa causó estragos en nuestro matrimonio. Si le hablaba a mi marido sobre algo que no le interesaba: “Mi vida, fui a la peluquería y me dejaron el pelo verde”, recién casados me habría mentido: “ Estás bellísima.” Once años y tres muchachos después, tan solo acotaría más consternados por la derrota de su equipo favorito en el Play Off que por la apariencia marciana de su mujer: “Los Bravos de Atlanta son unos payasos, tanto nadar para ahogarse en la orilla”.
Se sentaba obnubilado ante el televisor en las cadenas presidenciales, repitiendo una y otra vez: “Este juego está más largo que suspiro de gago”.
jueves, 29 de octubre de 2009
Injusticias Literarias
Tienen que estar. Entre tanto clásico, tienen que estar. Vuelvo a leer la lista de clásicos de la literatura del siglo XX: Joyce, Mann, Hemingway, Borges, Camus, ya entramos en los franceses, por aquí tienen que estar, Sartre, Yourcenar... ¿Y entonces? ¡Por Tutatis! ¿Quién hace estas listas? ¿Cómo se puede ser tan insensible? ¿Cómo se puede ser tan ignorante? ¡Cómo se puede dejar de lado entre los grandes autores del siglo XX a Goscinny y Uderzo, los creadores de Astérix!
Detrás de cada gran lector nacido en la segunda mitad del siglo XX, hay un niño que alguna vez siguió con pasión las aventuras del diminuto galo y su fortachón amigo Obélix. Astérix nació en 1959, cuando dos amigos y colaboradores, René Goscinny y Albert Uderzo, crearon al invencible galo para salvar a una revista juvenil de la quiebra. Goscinny, hijo de judíos polacos, nacido en Francia en 1926, criado en Argentina, conoció a Uderzo- dibujante hijo de inmigrantes italianos-en 1950, estableciéndose entre ellos una sociedad que habría de durar hasta la muerte de Goscinny en 1977.
Con “Astérix y LaTraviata” regresan los irreductibles galos tras 5 años de ausencia. Praliné y Gelatina, madres de nuestros protagonistas, se están empezando a preocupar por el prolongado celibato de sus retoños: “Bueno Obelixín, ¿Cuándo vas a decidirte a tomar una buena esposa que te sirva una comida sana y equilibrada?”.
Expertos axterixólogos aseguran que las aventuras de Astérix han decaído desde la muerte de Goscinny. Yo no soy tan exquisita, sigo esperando nuevas aventuras ansiosamente, tan ansiosamente como el bardo Asurancentúrix anhela que lo oigan cantar.
sábado, 24 de octubre de 2009
Dos comedias inglesas vistas por casualidad
viernes, 23 de octubre de 2009
Cultura perniciosa al son de gaitas
lunes, 19 de octubre de 2009
Y todavía se preguntan
En la pasada entrega de los premios Emmy se sintió el descontento y la preocupación de los actores del fin de la televisión como la conocemos, y el peligro no viene de quienes venden las series en quemaíto, ni siquiera de los millones de usuarios que a nivel mundial bajan programas de televisión gratis y sin comerciales por Internet; gran parte de la decadencia viene de la misma industria que sacrificando calidad, ha encontrado formulas para que con menor inversión lograr pingues ganancias con eso que llaman Reality Shows.
domingo, 18 de octubre de 2009
Welcome to Spain
sábado, 17 de octubre de 2009
El futuro según Cabrujas
Lo he dicho anteriormente: me cuento entre las viudas de José Ignacio Cabrujas; soy una de tantos venezolanos que no se resigna a su muerte en 1995 a los 58 años de edad. Cada vez que pasa algo insólito en el ámbito político nacional, algo así como el cambio de nombre de la Biblioteca Pública de Trujillo de Mario Briceño Iragorry a Coronel Antonio Nicolás Briceño, no dejo de lamentar: “¡Qué habría escrito Cabrujas sobre esto!”.
Por ejemplo, qué habría escrito Cabrujas, hombre de teatro, sobre la decisión de los mandamás de la cultura estatal de quitarle el subsidio a varias compañías teatrales por sus “conductas perniciosas”. Sólo la frasecita da grima, y la explicación que le sigue: “que afectan la estabilidad psicológica y emocional de la población”, tiene que dar piquiña a quien le quede una pizca de conciencia democrática. Sin duda Cabrujas habría vuelto pisillo a los redactores de este decreto, y a quienes miran para el otro lado ante semejante desafuero.
No me gusta hablar por los muertos, pero en el caso de Cabrujas es posible suponer su indignación de país a la deriva gracias a que la Editorial Alfa, bajo la coordinación de Yoyiana Ahumada, en abril de 2009 publicara: “El Mundo según Cabrujas”, un compendio de sus crónicas que, en buena parte, tratan sobre los desmanes del poder de la Cuarta República, desmanes que hemos visto magnificados en la Quinta.
Recomendaría a quienes desde hace más de 10 años son Gobierno, en especial a los que hoy enlodan la memoria de intelectuales para enalterecer la de militares, a los gendarmes de la cultura que asfixian al teatro, la radio y la television buscando hacerlos complacientes al poder; a quienes alguna vez estuvieron en la cárcel por golpistas y hoy llaman “delincuentes comunes” a sus presos politicos; releer: “La carta de Yare”, donde Cabrujas se dirige públicamente a los jóvenes oficiales del Movimiento Bolivariano presos por insurreción, entre quienes se encontraba el actual presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez .
Cabrujas compartía con ellos en julio de 1992 la sensación de “vivir en un país desesperado” a pesar de que desconfiaba de cualquier movimiento que proviniera de cuarteles, y le parecía una torpeza separar bandos en Izquierda y Derecha. Exigía al Gobierno de Carlos Andrés Pérez la amnistía para los oficiales golpistas porque no hay moral en Venezuela: “capaz de juzgar la rebeldía”. Para Cabrujas en nuestro país había llegado “la hora de los planteamientos, de la inteligencia crítica que deja de un lado prejuicios”.
Esa era la Venezuela que él soñaba para su hijo.
Tampoco podemos decir que Cabrujas fue un visionario, en la crónica: “El hombre de la franela rosada” pronostica el fin del Movimiento Bolivariano tras el violento madrugonazo en el canal del Estado del “inexpresivo, triponazo desaliñado…” de la franela rosada, que apareció en pantalla al lado del “teniente de bigotillos” anunciando una nueva insurreción. Para Cabrujas este protagonista de la intentona golpista de noviembre de 1992, representó la mengua del proyecto de Chávez. Los venezolanos no caeríamos en una retórica revolucionaria sacada de frigorífico, donde se hablaba con términos obsoletos como “patria o muerte” y “hasta la victoria siempre”.
Ahí se peló, pero cómo no extrañar la mordaz pluma de Cabrujas en una Venezuela gobernada por un equipo a lo “hombre de la franela rosada”.
Artículo publicado en El Nacional el sábado 17 de octubre de 2009.
viernes, 16 de octubre de 2009
¡Con mi hijo no se metan!
Estimados señores de las páginas deportivas de El Nacional:
Les escribo para hacerles una advertencia: CON MI HIJO NO SE METAN.
Ustedes dirán: ¿Y a esta qué le picó? ¿acaso esa no es la señora casada con el fanático del béisbol? Si, soy yo, y hasta hace algunas semanas mi fanático era inofensivo. Pero mi vida familiar no ha sido la misma desde aquel fatídico viernes 4 de mayo cuando salió en la columna de Humberto Acosta la primera entrega de: “¿Tiene usted un vecino que guarda en su casa una futura versión de Andrés Galárraga o de Omar Vizquel? ¿O será que la tiene en la suya?”.
El primer experto consultado para esta adoctrinante serie sobre la formación de futuros grandes ligas fue el propietario de una academia de béisbol en la Universidad Simón Bolívar, José Salas, una eminencia por haber pertenecido a las gloriosas filas de los Tiburones de la Guaira, pero que ocasionó que a mi marido se le atragantara el desayuno al afirmar que para llegar a la gran carpa: “Hoy hay que medir por lo menos 1.85 metros. Eso para un joven que haya cumplido los 15 años, aunque como toda regla tiene su excepción”.
Beisbolísticamente hablando, la genética no está del lado de nuestro pequeño Ozzie, su padre y su madre somos de estatura bolivariana. No hay que ser tan negativos: si nuestra hija Camila heredó de sus bisabuelos los ojos azules, ¿por qué el pequeño Ozzie no podía heredar el tamaño del abuelo? Esa consideración Mendeliana no fue de mucho alivio para el padre del futuro grandeliga.
-Adriana, ¿has llevado a Ozzie últimamente al pediatra?- preguntó asustado- ¿Cómo está de estatura?
-Es un niño grande para su edad, pero el pediatra afirma que antes de los 2 años los niños no agarran su verdadera curva de crecimiento.
Para asegurarse de que cuando agarrara la curva lo hiciera lo mejor posible, llamó a su primo Jorge, pediatra de nuestros hijos y experto en nutrición, para que lo asesorara. Las palabras de Jorge no fueron alentadoras:
- La genética suele ser determinante, aunque una alimentación balanceada rica en frutas y vegetales siempre ayuda en el crecimiento. También ayuda evitar chucherías, enlatados, refrescos y colorantes.
¡Evitar chucerías! ¡Eso era condenar a una vida monástica a mi pobre bebé! Traté de convencer a mi marido que derogara sus sueños por lo menos hasta que el pequeño Ozzie pudiera opinar al respecto. Pero él pensaba lo contrario: “Tenemos que apurarnos, mujer. El experto consultado dice que en el béisbol el factor tiempo es apremiante. Y Ozzie ya tiene 15 meses”.
La situación mejoró al día siguiente con las declaraciones del propietario de la academia Los Búfalos de Evelio, Evelio Ovalles, padre de dos peloteros profesionales:
“Hoy los padres quieren que sus hijos de 12 años jueguen como un profesional cuando lo único que deben hacer es jugar por el placer de jugar”.
Subrayé sus palabras para que el atolondrado de mi marido se las grabara: “Mira lo que dice Ovalles, que primero deberían pensar en la formación del hombre, y solo después en la formación del pelotero si es que tiene condiciones”.
Mi marido también subrayó lo que él consideraba esencial: “Comencemos por lo más importante que es batear: un buen swing, con un buen instinto para atacar la bola y con una buena selección de pitcheos”.
La última entrega de esta serie fue la que ocasionó el maquiavélico plan de mi marido para arrebatarme a mi bebé. Graciano Ravelo, cazatalentos entrevistado, pronosticó una vida llena de sacrificios para los futuros grandes ligas: “No es común que un joven entre 17 y 20 años, que por su edad tienen intereses como las fiestas, las muchachas o los paseos, se someta a la exigente disciplina del béisbol”.
Al darme cuenta de que mi marido estaba tomando notas de los requisitos indispensables para ser pelotero: “... el instinto que posea. El cómo resuelve. Cómo ataca la bola si es un infielder, o el cómo carga para hacer un buen contacto con su bate”.
Decidí imponer mi autoridad de madre: “En esta casa no se habla más de béisbol”.
A los pocos días me salió un viaje. No estaba segura si debía aceptarlo, no me gusta dejar a los niños. Su padre, haciendo gala de inusual desprendimiento insistió: “En estos tiempos bolivarianos no debemos dejar pasar ninguna oportunidad. Una semana pasa rápido. Vete tranquila que yo me ocupo de los muchachos”.
En verdad una semana pasa rápido, pero también pueden pasar muchas cosas. Cuando regresé me estaba esperando mi familia en el aeropuerto y apenas salí de la aduana las niñitas corrieron a abrazarme, a decirme que les había hecho mucha falta y a contarme sus pequeñas grandes peripecias. Feliz las abracé y las besé hasta que por encima de sus hombros vi una pequeña cabecita que lucía remotamente familiar. Proferí un grito de terror, ¡era mi pequeño Ozzie! Seriecito, agarrado de la mano de su padre, sus hermosos bucles dorados habían desaparecido. No lo podía creer: a mi principito lo habían convertido en un Marine.
Al llegar a casa los niños tenían algo que enseñarme: Camila, su A en ciencias; Isabel, el libro que le había traído el Ratón Pérez; y el Pequeño Ozzie, su swing en el bate. Por el cuarto del bebé pasó un huracán minimalista: sus carritos, sus tacos y sus creyones desaparecieron. La vida monástica del pequeño Ozzie había comenzado, sus únicos juguetes: un bate y una pelota.
Mi bebé parecía feliz, por no decir resignado, a los 15 meses su vida estaba dedicada al béisbol. Inocente agarraba el bate y la pelota, tratando de batear para los dos lados. “Hoy en día los bateadores tienen que ser ambidiestros” me comentó el descarado de mi marido mirando con orgullo a nuestro pequeño hijo que se acababa de dormir con el bate entre los brazos.
A mi hermoso niño me lo han convertido en un perrito Pavloviano, y ustedes, señores de las páginas deportivas, tienen su cuota de responsabilidad en esto. Por eso, antes de que vuelvan a publicar otro artículo adoctrinante e insidioso con furia de madre les exijo: ¡Con mi hijo no se metan!
Artículo publicado en la sección Juego de Palabras de El Nacional en el año 2001.
lunes, 12 de octubre de 2009
De qué habla Murakami cuando habla sobre correr
Publicar memorias se ha vuelto un tiro al piso, memorias de lo que sea, que ya encontrarán un lector, y si esas memorias son firmadas por una pluma famosa, el best seller será instantáneo, como por ejemplo: "De qué hablo cuando hablo sobre correr", del escritor japonés Haruki Murakami, quien además de participar en conferencias y escribir novelas, en el año 2005 llevó un diario sobre su entrenamiento para correr el maratón en Nueva York.
¿Qué he hecho yo para merecerme esto?
Desde hace meses circulan por Internet unas reflexiones de Carlos Sicilia en las cuales el humorista acusa a los venezolanos de merecer los desafortunados gobiernos que hemos tenido, porque qué se puede esperar de un país en el que la viveza es una moneda que se cotiza más alto que el dólar, esa viveza a pequeña escala que para Sicilia termina degenerando en los casos de corrupción que a los venezolanos nos gusta tanto criticar. Ese “comer avispas” que Uslar Pietri describió como el triunfo de la astucia sobre la moral.
No conozco a Sicilia personalmente, aunque solía disfrutar de sus programas en medio de mis desvelos. También me gusta leerlo, me identifico con su lucha contra aquellas idiosincrasias caraqueñas que hacen la vida miserable a los neuróticos por vocación, como la alegre conversadera en el cine, o el uso del hombrillo de las autopistas como vía expresa de los vivos. Leo su texto y recuerdo hace años cuando una señora trancó el garaje de la casa de mi abuela y llegó justo cuando le iban a remolcar el carro, casi se llevan presos a mi abuela y al gruero: “No saben con quién se están metiendo, yo soy la mujer de un diputado”, no la señora ni la esposa sino “la mujer” ¿ Cómo se atreven a tocarle el carro a la querida de un peso pesado?
Me vuelve a llegar el texto de Sicilia y pienso está bien, tiene razón, a menudo nos las damos de vivos, pero tampoco es para tanto: Si, he visto en el supermercado a clientes a veces avispados a veces distraídos, con carritos llenos frente a las cajas de menos de diez artículos, pero sólo una vez me ha tocado presenciar un “a mi qué me importa” cuando se les advierte su error. Y por cada patán que se colea en el tráfico, cientos de pendejos nos mantenemos en la cola.
Escondidas bajo el título “Excelente” entran de nuevo en mi buzón las reflexiones de Sicilia, será que mis amigos ven en mi un ejemplo de la viveza criolla, que se enteraron que me saqué la cédula con un gestor, o que en medio del desabastecimiento compré cuatro paquetes de Harina Pan, o que hace años estuve a punto de conseguir la tarjeta pirata de Direct TV y hoy tanta cadena presidencial y la famosa ley mordaza son justicia antiglobalizadora por mi voraz deseo de tener acceso al mundo de canales que ofrece Direct TV Puerto Rico. ¿Reemplazará el Manual de Buenas Costumbres de Sicilia al obsoleto Manual De Carreño?
¡No, Sicilia otra vez nooo! Esto ya tiene que ser personal, ni los artículos de Laureano Márquez los reenvían tanto. No sé cómo se supo pero de alguna forma se regó la voz, esta bien, lo confieso, ¡fui yo! Tienen que comprenderme, fue un pecado de juventud, no creo merecer a la V República por un delito tan pueril, apenas tenía quince años y vivía en un internado en los Estados Unidos. En el colegio eran amables conmigo, interesados en saber si en Caracas andamos en guayuco, tratando de enseñarme a comer con cubiertos, y yo tan mal agradecida, una blanca tarde de invierno, de tanto extrañar a mi país, me refugié en la biblioteca para ver qué libro conseguía en español y ahí estaba: Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Por la tarjeta me di cuenta que en los diez años de fundado el colegio nadie se había preguntado si volverán las oscuras golondrinas; y sin pedirlo prestado, me lo llevé. Todavía lo tengo. No quiero hacer una apología al delito pero pensé que robar un libro en estas circunstancias tenía cierta indulgencia; ya veo que no es así, el pasado me condena y si esta es mi cuota de sinvergüenzura colectiva que según Sicilia, tiene como consecuencia lógica a un gobierno en el que reina la impunidad, yo no puedo con el remordimiento, por favor, que alguien me diga: ¿qué hago con el libro robado? ¿Dónde me puedo entregar?
Publicado en El Nacional el sábado 12 de julio de 2003
sábado, 10 de octubre de 2009
Say What!
Cuando el viernes en la mañana al abrir twitter me enteré de que Barack Obama ganó el Premio Nobel de la Paz 2009, quedé como Beyoncé cuando Kanye West le arrebató el micrófono a Taylor Swift: "Say what!". Así se habrán quedado sus contemporáneos cuando el antiguo Primer Ministro del Reino Unido, Winston Churchill, obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1953, reconocimiento que eludió a escritores de la talla de Tolstoi y Borges.
lunes, 5 de octubre de 2009
Homenajes a la cosecha del año 30
domingo, 4 de octubre de 2009
El hueco
La marcha de las nalgas peladas
sábado, 3 de octubre de 2009
jueves, 1 de octubre de 2009
Babel según Ana
Al primer grupo pertenece el alma comeflor que gusta encontrar mensajes en el cine sobre los amargos caminos de la incomprensión, la globalización, el extrañamiento. Babel es el estilo de película que da para tantas lecturas como intensos hay en el mundo. Sobre todo si en el elenco hay actores bonitos como Cate Blanchett y Brad Pitt, en busca del Oscar en roles poco glamorosos.
El segundo grupo, el de los escépticos, odia a Babel por la razón por la que los intensos la aman tanto: por su carácter aleccionador. La película que abarca cuatro dramas humanos en tres continentes, ligados por el efecto mariposa de una bala fortuita, es considerada por sus detractores como una pila de mensajes obvios y moralistas condensados en 143 minutos de película.
A pesar de que ya han pasado más de seis meses de su derrota, hay quienes todavía no le perdonan a la Academia que Babel haya perdido el Oscar a la mejor película del 2006 ante la violencia de Los Infiltrados de Martin Scorsese. Y hay quienes no le perdonan al establishmnet hollywoodense que Babel siquiera haya estado nominada.
Difícil encontrar puntos medios como el de la señora Ana, madrileña residenciada en Caracas desde hace más de 40 años, quien afirma: “Me gustó Babel, me divertí de lo lindo, mira qué tontos eran sus personajes, ni en las películas de Louis de Funes”.
Mientras muchos cinéfilos lamentan la separación del dream team de González Iñárritu y del guionista Guillermo Arriaga, la señora Ana la celebra porque las historias que se entrelazan en el film le parecieron de una sublime insensatez:
“Empecemos por la chica japonesa, la sordita, que ni pantaletas usaba, con todas las modernidades que hay en Tokio y ese piso tan lujoso en el que vivían y me vengan a mi a decir que su padre no le iba a mandar a poner esos chismes en el cerebro que ponen ahora para que los sordos puedan oír”.
Habría que consultar con un neurólogo nipón para comprobar la teoría de la señora Ana que, chequera mediante, hoy cualquier sordera es superable.
“Y qué me dices del padre, guapísimo, pero a quién se le ocurre ir a cazar a esas tierras secas que ni conejos hay, y además, el muy bestia, que le regala un rifle al guía como quien da un paquete de cigarrillos”.
Hay que darle la razón a la sagaz madrileña: qué cazador se desprendería tan fácilmente de su arma, por más vieja que sea, y más allá de abundantes chivos y el coyote que se los quiere comer, en esa árida estepa no parecía abundar una fauna muy salvaje.
“Y a la pareja que se les muere el bebé, el Brad Pitt que trata de arreglar el matrimonio, de consolar a su mujer, y se la lleva a pasear a ese desierto en el fin del mundo con ese ventarrón que ni agua potable hay. Vaya forma de enamorar que tiene el tío, ¿eh?”.
Sólo si la mujer es una todo terreno como Angelina Jolie, que de Marruecos mínimo con un muchachito sale.
“Y el par de pastorcillos marroquíes que se portaban malísimo, se la pasaban peleando, y viene el padre y les va a dar un rifle ¡Hay que ser bruto!”.
Padres brutos que le dan armas a sus hijos abundan en el mundo.
“Y todavía que me creo que la nana de los niños califonianos no consiguió con quién dejarlos, pobrecitos, tan rubitos, que se los lleva al matrimonio del hijo en México, donde gozaron un mundo, mira que se divirtieron, y ella hasta consiguió un viudo con quien sarandearse, pero ¿alguien los estaba esperando en California para que se regresaran borrachos en medio de la noche? Es que en esa película el único sensato es el guardia de fronteras que los paró pidiendo los papeles de los niños”.
Sin embargo, para la señora Ana, Babel tiene un final feliz:
“Al final a la nana la deportan de los Estados Unidos, pero en México la estará esperando el viudito, y vivirán felices y comerán perdices”.
Quizás González Iñárritu tiene en Venezuela a su guionista ideal, y él sin saberlo.
Artículo publicado en la revista Contrabando en el año 2007.