viernes, 23 de octubre de 2009

Cultura perniciosa al son de gaitas


La convocatoria al foro para tratar el tema de la "Cultura perniciosa" decía 7 pm, a esa hora la sala de la Fundación Cultural Chacao tenía bastante público. Héctor Manrique, Teodoro Petkoff, Gilberto Pinto y Ramón José Medina, ponentes de la noche, habían llegado. ¿Por qué no apagaban la estruendosa música changa y comenzaban de una vez?
Como a las 7:15, Tulio Hernández, en nombre de la Fundación Cultural José Ignacio Cabrujas, en medio del bullicio de gaitas zulianas explicó el porqué de la tardanza no fuera el público a creer que en la Fundación Chacao estaban probando cornetas nuevas. La razón de celebrar la Navidad en octubre en lugar de debatir sobre el fin del subsidio a las compañías teatrales de dos de los expositores, era que en el edificio de al lado funcionan unas oficinas gubernamentales y estaban en una de bailoterapia.
En el evento convocado en septiembre por el Frente Cabrujas para tratar sobre el tema de la censura en Venezuela, pasó lo mismo, la bailoterapia terminó a las 7 de la noche. Pero anoche, pasadas las 7:30 el estruendo seguía, no se podía esperar más, así que con la banda sonora de los Cardenales del Éxito a todo volúmen, Héctor Manrique, director del Grupo Actoral 80, uno de los perniciosos en cuestión, comenzó a hablar sobre lo que representaba la decisión del Ministerio Popular de la Cultura de quitarles el subsidio a grupos de indudable trayectoria artística que no se arrodillan ante el poder. En el caso del GA 80, se le ofreció seguir con el subsidio si Héctor abandonaba el Grupo: su principal pecado fue negarse a prescindir de la actriz Fabiola Colmenares en un montaje, fichada por el anterior Ministro como soldado raso de la contrarevolución.

Al principio costaba concentrarse en la "cultura perniciosa" con ese bullicio gaitero, pero nos estamos acostumbrando al chalequeo oficial y aprendemos a desarrollar técnicas para superarlo, cuando Ramón José Medina, el experto legislativo de la noche tomó el micrófono, el público oyó con interés y escepticismo como el abogado insistía en que a pesar de que en Venezuela contamos con un Tribunal Supremo de Justicia que suele fallar a favor del Gobierno, era necesario introducir un Recurso de Amparo para los Grupos Teatrales vetados para que quedara constancia legal de los atropellos a la Libertad de Expresión que están sucediendo en Venezuela.
Cuando le tocó al director del Grupo El Duende hablar, se había acabado la bailoterapia, y fue una delicia para el público escuchar como este señor del teatro llamado Gilberto Pinto, a sus más de 80 años, hacía un recuento de la censura política que le ha tocado vivir desde que en los años 50 montó su primera obra: "La fuerza bruta" de Steinbeck, título que no gustó ni a la iglesia Católica ni al gobierno de Pérez Jiménez.
Sin embargo, Pinto aseguró que los gobiernos anteriores, hasta en sus momentos más represivos, habían ignorado al teatro. Quizás algunos gobiernos no los subsidiaban, pero tenían a su disposición teatros como el Teatro Nacional o el Teatro Municipal. Hoy es impensable que un teatrero que haya sido crítico al pensamiento oficial pueda montar una obra en una sala dependiente del Estado Venezolano.

Pinto dice que muchos de sus colegas han preferido callar para no perder su subsidio, pero el Grupo Duende no aceptó corromper su conciencia a cambio de unos centavos: "Somos tozudos, somos viciosos de la Libertad".
Teodoro Petkoff apuntó que a partir del año 2005 el gobierno de Hugo Chávez tomó un giro hacía un proyecto político autoritario que cada vez tolera menos la disidencia. Según Petkoff vamos más hacía una cubanización que hacía el ejemplo de la Unión Soviética o China en materia cultural, regímenes en los que el único arte posible es el que enaltece a la revolución, y que en el caso de la antigua Rusia, acabó con una de las literaturas más ricas de la historia. En Venezuela uno podrá escribir sobre el tema que quiera, componer la música que sea, montar cualquier obra, siempre que no se confronte al Gobierno públicamente. Quien se arriesgue a hacerlo, quizás podrá seguir viviendo en Venezuela, pero no podrá ver sus obras en su país, como es el caso de reconocidos autores cubanos que viven en Cuba pero sólo publican en el exterior. Afortunadamente, a diferencia de Cuba, por ahora, en Venezuela se ha ido creando un buen circuito de alternativas culturales privadas que no dependen del Estado.
La noche terminó libre de gaitas y recordando aquellos amigos, antiguos compañeros de lucha, que hoy callan ante los abusos contra la Libertad de Expresión de un gobierno que ya no se afana en esconder que en el Socialismo del Siglo XXI, la obediencia política se ha vuelto asunto prioritario.

2 comentarios:

Mariana Espinoza dijo...

Que chalequeo!
Chalequear lo
que invite a la reflexion es una de la movidas estrategicas de los rojitos...
Gracias por tus cronicas.

Adriana Villanueva dijo...

Así es Mariana, tremendo chalequeo, aunque a los chalequeros y a quienes sacan decretos como el de la "cultura perniciosa" me gusta más llamarlos oficialistas, gobierneros que rojitos, aunque se vistan de rojo como Los Philies y Los Angelinos, el rojo sigue siendo mi color favorito que simboliza una pasión y unos ideales que quienes hoy están en el poder distan de cumplir.