De regreso de una corta visita a España leo en El Nacional la entrevista que Milagros Socorro hizo al diputado Gustavo de Arístegui en la que el político vasco asegura que los inmigrantes venezolanos son bien recibidos en la Madre Patria. Con la alegría de estar de vuelta en Caracas, me remonto a apenas hace diez días cuando venciendo el miedo de dejar a mi familia en una ciudad en ebullición, y sobre todo, venciendo mi recelo a los aviones, acepté una invitación para ir a conocer a Sevilla.
Lo confieso, soy de las que viajo con una pesada carga de Dios me libres: del mal tiempo, de viajar con músicos o con monjas, o de que me vayan a devolver; por eso cuando por los ventanales de la sala de embarque vi una gran nube negra, sudé frío y traté de mirar a otro lado, al tropezar mi vista con tres monjitas , temblé , pero al oír un bullicio y darme cuenta de que viajaría con el grupo Guaco, tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no dar la media vuelta y echar a correr.
Tampoco soy un caso patológico, una vez que el avión alcanzó la altura deseada y evadida la nube negra, con la ayuda de una botellita de vino tinto, superé los nervios distraída con la conversación de mis vecinas de pasillo: un par de inmigrantes españolas que iban a visitar a sus hijos venezolanos que emigraron a España. La madre del que se fue a Galicia dice que la familia de su hijo tiene apenas un año viviendo en La Coruña y su nieto ya habla gallego “tan bien como mi madre”. La madre del que se mudó a Canarias le responde que su hijo tenía dos años sin encontrar trabajo en Caracas y en Tenerife ya es jefe de planta, que allá las marchas escuálidas son una gran feria en la que miles de expatriados van de tricolor y encuentran exquisiteces como malta: “Que a mi hijo lo pones a escoger entre un Whisky fino y una malta, y se queda con la malta”.
Imposible dormir, leo la prensa española. Adiós a Manuel Vázquez Montalbán. En Suiza las elecciones las gana la xenofobia. Susan Sontang llega a España para recoger el premio Príncipe de Asturias de las letras y nos recuerda a los habitantes del primer mundo los niveles de miseria en los que vive la mayoría de la población mundial, y hablo en plural porque yo me sentía de lo más primermundista vestida con mi sweater vintage de Yamamoto, ideal para el clima otoñal, hasta que en el aeropuerto de Barajas un funcionario de inmigración, dudoso de que el verdadero motivo de mi viaje era conocer a Sevilla, me degradó por lo menos dos mundos sometiéndome a un hostil interrogatorio del que sólo pude escapar explotando la vena de culebrón venezolano – tan apreciada por los españoles- al asegurarle al moderno Torquemada que en mi país un marido y tres niños esperan por mí. Por la pestaña de un mosquito evadí el mítico cuarto al que dicen que van a parar aquellos que no pasan el examen de la moderna inquisición española, dicen que de ese cuarto sólo se sale para regresar humillados a nuestro país. Yo tomo el maltrato del funcionario con el frívolo humor de aquellos que no tenemos cifradas nuestras esperanzas en vivir en otras tierras, hasta orgullosa me siento de tener cara de joven emprendedora.
El vuelo Madrid-Sevilla sin contratiempos, quizás por la confianza que me da el nombre del piloto: Capitán Galaxy. Vuelo con un grupo de escritores norteamericanos que van a hacer la peregrinación que en el siglo diecinueve realizó Washington Irving por Andalucía. ¿Serán tan incisivos como su compatriota Sontag y se habrán dado cuenta de que mientras a los hispanoamericanos nos registran en la aduana andaluza hasta el último potecito, a los gringos no les abren la maleta?
Quién de ellos tendrá el oído para el detalle de Irving y se percató de que en la tierra de Antonio Machado y de Federico García Lorca, hoy sólo se recibe al visitante con un “Welcome to Spain”.
Este artículo fue publicado en El Nacional en noviembre de 2003. 6 años después, las historias de los latinoamericanos maltratados en los aeropuertos españoles se intensifican.
3 comentarios:
Pues cuando el río suena es porque piedras trae, y poco menos que piedras han recibido varios compatriotas al llegar al aeropuerto de Barajas.
Casualmente hoy, me llegó por correo una crónica escrita por una joven periodista venezolana quien narra con pelos y señales lo mal que le fue por aquellos lares de donde vinieron -y recibimos- tantos inmigrantes.
Mitch a mí también me llegó la historia del maltrato a una joven periodista a quien sus padres le regalaron de graduación un viaje a Madrid y tras tratarla como a una delincuente en Barajas, la devolvieron a Caracas. Ese email me hizo recordar esta crónica de Welcome to Spain y por eso la rescaté
Hola la verdad me disgusta oír esto, pues mis padres emigraron en años 50 a Caracas y los Venezolanos siempre fueron bien recibidos aquí.
He de reconocer que esto cambio a partir de los años "80", se argumenta como causa el narcotráfico y la intención de permanencia ilegal en España. Personalmente reconozco y distingo a un Venezolano de cualquier otro latinoamericano y espero que mi país tenga mayor sensibilidad y respeto con los Venezolanos.Creo que no se trata de preferencias sino de respeto, reciprocidad e igualdad...un cordial saludo y espero que venga usted por España cuando lo desee
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