Quienes tenemos más de 8 años marchando contra los desafueros de un gobierno autoritario, sabemos que cada marcha es única. La marcha convocada para el sábado 3 de octubre por los estudiantes para llegar a Cancillería -pero que sólo fue permisada hasta la Plaza Morelos- quizás no fue multitudinaria pero sí importante porque en ella apoyamos a los valientes estudiantes orientales impulsores de la Huelga de Hambre que concluyó el martes, quienes exigían que una Comisión Internacional de Derechos Humanos investigara la cada vez mayor cantidad de casos de perseguidos políticos en Venezuela. José María Insulza prometió mandar una Comisión a estudiar el caso Venezuela, falta que el Gobierno de permiso a la CIDH para entrar al país.
La marcha partía a las 10 de la mañana desde la Plaza Brión en Chacaíto bajo amenaza de lluvia que se hizo realidad en la mitad de la avenida Solano, donde me les uní acompañada de mi esposo y de mi hija universitaria. La lluvia caía fuerte y a los pocos minutos comenzamos a caminar sobre charcos. Maldije mis cómodas sandalias. Por lo menos fui lo suficientemente precabida para llevar paraguas. Muchos lo hicieron, otros marcharon con improvisados impermeables, hubo quienes se protegieron con distintos afiches que mostraban la desolación política en la que hoy vivimos buena parte de los venezolanos.
A la altura de torre La Previsora, ya había escampado, fue necesario cambiar el paraguas por la gorra para protegerse del sol. Mi marido recordaba que hace menos de un mes realizamos el mismo recorrido, insisitiendo que debíamos cambiar de táctica y comenzar a marchar sin pedir permiso, ¿cómo era posible aceptar tan pacifícamente que se nos negara el derecho a ir a Cancillería porque supuestamente un grupo de estudiantes afectos al oficialismo lo había pedido primero? ¿Qué vaina es esa? Había que presentarse en Cancillería y ya está. Siempre hay un supuesto y conveniente grupo de oficialistas que se adelanta a las protestas de la oposición. Aceptar marchar con las limitados condiciones que nos pone el Gobierno era legitimizarlo, como para que digan, ¿quién ha dicho que en Venezuela no hay Libertad de Expresión? Ustedes pueden hacer sus marchitas, eso sí, donde nosotros digamos.
Quizás mi marido tenía razón, pero esa no es conversación de marcha. En las marchas nos debe acompañar la euforia, sentir que caminamos con un fin, aunque sea no abandonar la calle, no dar a Venezuela por perdida, no terminar de entregar el país a una llamada Revolución que ha dividido al pueblo venezolano en dos partes irreconciliables, y nos ha sumido en el peor de los atrasos donde la bota militar ocupa una importante cuota de cargos de poder.
Y a esta marcha en particular, había que venir. Sí, es verdad, caminamos hace un mes por este mismo camino en nombre de los perseguidos políticos, pero en esta ocasión la marcha fue convocada por los más de 100 estudiantes que pasaron 5 días en huelga de hambre para llamar la atención ante la actual persecución del pensamiento en Venezuela, y ahí se quedaron los muchachos, a punta de Pedialite hasta que la OEA se dignó a girar la cabeza hacía ellos.
Yo con estos estudiantes habría caminado hasta donde fuera, con permiso o sin permiso, hasta la Plaza Morelos o hasta Cancillería, es que hasta Carúpano o Río Caribe, a ese Oriente de donde vienen mis ancestros y los jóvenes líderes de esta gesta. Estos muchachos merecían una mayor convocatoria de la que hubo en la Plaza Morelos. No importa, con lluvia o con sol, miles de venezolanos ahí estuvimos, acompañándolos, muchachos, no están solos.
De esta marcha queda una imagen inolvidable, que lamentablemente no presencié -me robo la foto de Noticiero Digital-, mostrando que no sólo con flores blancas se le responde al autoritarismo.
1 comentario:
Estoy solicitando su amable visita al sitio relacionado:
http://constituyentecivil-mexico2010.blogspot.com
Quizá sea de su interes.
El 20 de noviembre de 2009, en el municipio de Anenecuilco Estado de Morelos tendrá lugar una reunión previa a la constituyente 2010.
Saludos.
Alfredo Loredo.
San Luis Potosi. S. L. P.
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