lunes, 5 de octubre de 2009

Homenajes a la cosecha del año 30

La invitación por Internet decía "Homenaje a Isaac Chocrón", sus amigos al ir entrando al Centro Cultural Chacao le preguntaban: "pero bueno ¿cuántos homenajes recibes tú?". Nadie más homenajeado que mi querido profesor de la Escuela de Arte. He ido por lo menos a tres homenajes a él estos últimos diez años. Isaac se reía: "no sé porqué pusieron la palabra homenaje en la invitación". Esa calurosa noche de septiembre (37 grados centígrados) se celebraría la vuelta al ruedo literario de su novela "50 vacas gordas", publicada en 1982, y la reedición de tres de sus obras de teatro en un sólo tomo: "La Revolución", "Ok" y "Los Navegaos". Lo que en sí es un gran homenaje a Chocrón de parte de la Editorial Random Mondadori porque vivimos en el país de las obras olvidadas.
Fue un homenaje íntimo, aunque la sala se llenó, Isaac tiene una amplia familia escogida, amigos a quienes considera su familia. Entre el público estaban los Izaguirre-Lobo, Victoria de Stefano, Elisa Lerner, Leonardo Azparren, Ugo Ulive, el padre Baquedano, y Sara, por supuesto. Sólo faltaba Román Chalbaud. Isaac lo disculpó: "me pidió que les dijera que no vino porque le está dando los toques finales a su película sobre Ezequiel Zamora, no vayan a estar especulando que fue por otras razones".
Como gente de teatro, la mayoría del público buscó sentarse en los puestos del centro, yo, amateur, me senté en la primera fila. Al lado mío había un señor, también amateur, quien me susurró: "Cuéntame de qué trata la novela de Isaac que no traje mis anteojos y no pude leer la contraportada". Tampoco puedo leer ya sin lentes, pero no hacía falta porque la leí cuando Isaac era mi profesor del Taller de Expresión Oral y Escrita, y la recordaba bien: "Una señora cuyo 50 cumpleaños coincide con el fin de las 50 vacas gordas en Venezuela".


Mientras Sergio Dahbar, Javier Vidal e Isaac se acomodaban en el improvisado salón que serviría como montaje de una charla entre amigos, pensaba que Isaac fue profético en eso de que nos venían las vacas flacas. Y como hoy están más raquíticas que nunca, Sergio Dahbar, presidente de la Editorial Random Mondadori en Venezuela, aseguró que este par de libros son los primeros que editarán de la vasta obra de Chocrón en edición de bolsillo, a petición del autor, quien quería que estuvieran a precios accesibles para que los jóvenes pudieran adquirirlos.
Al tomar la palabra Javier Vidal apuntó algo que a muchos nos consta: en la historia del teatro moderno en Venezuela, Isaac ha estado presente desde sus inicios. Su carrera se puede ligar desde con Juana Sujo hasta con los chamos de Palo de Agua. Sus obras abarcan 50 años de trayectoria, siendo la última, Los Navegaos (2006) -protagonizada por Vidal- una de las seleccionadas en este primer tomo de su Teatro Completo.

Isaac no se iba a quedar sin hablar, dijo más o menos lo mismo que repitió días después en la entrevista para El Nacional: Que en momentos como estos en los que parecemos estar al borde del abismo, debemos refugiarnos en nuestra familia elegida, y asirnos a las cosas maravillosas que todavía pasan en Venezuela como el sistema de orquestas juveniles, y el importante reconocimiento literario otorgado en México a Rafael Cadenas.
Cadenas, casualmente, estaba sentado detrás de mí, y podría jurar que lo sentí ruborizarse.
Esa noche le di la cola al poeta a su casa, me pidió que lo dejara en Chacaíto para agarrar una camioneta pero me negué: en esa oscuridad, Chacaíto desolado, a ver si lo atracaban, demasiada responsabilidad. Así que lo llevé hasta la puerta de su edificio sin imaginar que semanas después estaría de nuevo en el Centro Cultural Chacao en el Rosal para asistir a un homenaje que le rindieron Ficción Breve, Relectura, el Salmón, El Librero, Noches de Poesía y Cultura Chacao; por el premio Fil en Lenguas Romances que fue anunciado el pasado mes de septiembre. Honor que como era de esperarse, ha sido ignorado por el Gobierno al ser el poeta crítico a los tiempos que corren en Venezuela.
Lo único que pidió Cadenas a sus homenajeantes era que por favor no lo pusieran hablar, porque así como su contemporáneo Chocrón es la extroversión y simpatía en persona, el poeta es la timidez e introversión.

No hacía falta que Cadenas hablara, se convocaron escritores, poetas, periodistas, académicos, fotógrafos y artistas plásticos para leer selecciones de su obra. Mucho de Memorial. No podían faltar Derrota y Los Cuadernos del Destierro: "Yo pertenecía a un pueblo de comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor...".
El último invitado en tomar el micrófono fue el escritor Eduardo Liendo, quien escogió una selección de declaraciones de Cadenas en distintas entrevistas, haciendo énfasis en una de sus principales luchas: rescatar la palabra ante la barbarie.

Para finalizar, un documental que además de insistir sobre la importancia de su obra con testimonios de colegas como Armando Rojas Guardia, mostró la faceta humana del poeta con intervenciones de uno de sus hermanos, de Teodoro Petkoff, y de su nieta Andrea, una joven quien comenzó asegurando que ella jamás había leído al poeta Rafael Cadenas, para ella Cadenas es su abuelo consentidor, más que un abuelo, un padre porque fue él quien la crió.
Había tanta gente en este homenaje al poeta, que hubo quienes se fueron al no lograr ni ver ni oír. Yo sí podía oír, pero no ver a los participantes porque estaba arrinconada al final de la sala, con una columna de por medio.

Cuando un vocero de la Alcaldía de Chacao tomó la palabra para anunciar que esa noche a Cadenas se le otorgaría la condecoración Juan Liscano, el público ya se había ido dispersando, así que logré ver cuando el alcalde de Chacao Emilio Graterón le colocó la banda naranja al poeta. Y aunque estaba lejos, volví a sentir al poeta ruborizándose ante una sala que se venía abajo por los aplausos.
Tomó Rafael Cadenas el micrófono para agradecer este homenaje, recordando, como había leído Liendo en una de las entrevistas seleccionadas, que no son los premios, ni tener muchos lectores, quienes dan la razón del valor de una obra, sólo el tiempo.
Creo que tanto en el caso de Chocrón como en el de Cadenas, ya el tiempo habló. Insuperable cosecha ésta la del año 30 en Venezuela.

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