sábado, 13 de diciembre de 2008

Noticias de Guadalajara

De vez en cuando visito Encontrarte en Aporrea, hay artículos interesantes en esta revista cultural del portal revolucionario. Lo que jamás habría imaginado es que en EncontrArte pudieran leer este blog poco visitado que uso para compartir con los panas artículos, libros, películas, o anécdotas urbanas. Por eso me sorprendió cuando la periodista María Alcira Matute mencionara en EncontrArte como ejemplo de las mezquindades de la oposición, el post sobre Filven 2008 donde supuestamente omito que mi novela, El móvil del delito, estaba a la venta en el stand de Ediciones B.

¿Y por qué debí mencionar que mi humilde novelita estaba en una feria literaria? A parte de que da como rubor la autopromoción, no me pareció necesario especificar que El móvil…, publicada en el año 2006, al igual que novelas de este año como Close Up de Armando Coll y El abrazo del tamarindo de Milagros Socorro, o El Libro de la Salsa de César Miguel Rondón, o las obras de autores como Eduardo Liendo y Manuel Caballero; como bien señala Matute, estaban en Filven. No lo hice, no por omitir que muchos de quienes sentimos “antipatía por el proceso de cambio” también participamos en este evento literario financiado por el Estado, sino porque me parecía que debía ser obvio que en una Feria Internacional del Libro en Venezuela, se encontraran libros de escritores venezolanos, a pesar de que hoy el Estado está en manos de un Gobierno que ya va para 10 años, que aspira perpetuarse en el poder, y que a quienes tenemos un pensamiento crítico se nos señala en cadena nacional como oligarcas, enemigos del pueblo, pulverizables… .


Así que mi principal objeción con Filven no fue la falta de autores nacionales opuestos al Gobierno, porque allí estaban nuestras obras, ni siquiera la ausencia del stand de Libros de El Nacional; sino la desmedida presencia de la imagen del presidente Chávez en una feria supuestamente literaria. Su rostro adornaba el Parque Los Caobos por doquier, hasta había un mesón dedicado a regalar afiches suyos mirando al horizonte cual profeta iluminado. Sin contar los cientos de libros regalados respaldando su gestión. Yo salí con Dictadura mediática en Venezuela de Luis Britto García. Quizás llegué tarde y había poca luz, pero extrañé algún reconocimiento similar a Eugenio Montejo o Adriano González León, ejemplos de lo mejor de nuestras letras, que murieron este año.


Tanto Chávez daba la impresión de que en lugar de estar en una celebración a la literatura, estábamos en una feria en gran parte dedicada a un ego cada vez más inflado que se considera indispensable en el destino de América, y que usa sin ningún tipo de control las arcas de la nación y cuanta herramienta publicitaria esté a su alcance para atornillarse en el poder.


Son odiosas las comparaciones, pero si en Filven se pagaba peaje de idolatría chavista antes de llegar a los stand que ofrecían literatura; esta semana leímos en la prensa noticias de Guadalajara, sobre una feria literaria donde a los escritores participantes parecía apreciárseles, por encima de cualquier intención política, por su aporte al mundo de la palabra escrita. Una feria internacional en la que autores mexicanos como Carlos Fuentes, Juan Villoro, Adolfo Castañón, Carlos Monsiváis, entre tantos, fueron profetas en su tierra sin tener que agradecer el espacio que se les daba. ¿Acaso esto es demasiado pedir en una feria literaria?


Artículo publicado en El Nacional 13 de diciembre de 2008.

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