Los síntomas le empezaron a Elena como una gripe cualquiera: malestar, fiebre, dolor de cabeza, tos. Como al pasar de los días se iba sintiendo peor, la fiebre no cedía y comenzó a toser sangre; mi amiga acudió a un neumonólogo quien le mandó a hacer una batería de exámenes.
Los exámenes dieron los valores alterados, era necesario hospitalizarla. Esa noche Elena se vio rodeada por un equipo médico tipo episodio del doctor House, debatiendo sobre una serie de posibles males en un argot incomprensible para quienes no han pasado, por lo menos, tercer año de Medicina.
Pero del diagnóstico definitivo se enteró Elena a los dos días de hospitalizada, y no por un doctor, se lo dio el plomero que fue a su habitación a arreglar un bote de agua. No llegó vestido con la típica braga del oficio, sino como si fuera a reparar un derrame radioactivo: con máscara, botas y guantes. Entró preguntando: “¿Éste es el cuarto de la señora con tuberculosis?”.
Así fue como Elena descubrió que una caraqueña del siglo XXI podía sufrir una enfermedad de lo más siglo XIX, que ella asumía erradicada y hasta principios del siglo XX, causó innumerables muertes, pero también propició obras románticas como “La dama de las Camelias” de Alejandro Dumas hijo, que a su vez inspiró la ópera “La Traviata” de Giuseppe Verdi; sin olvidar “La montaña mágica” de Thomas Mann, objeto de la ira de Teresa de la Parra por la frivolidad con la que sintió se trató el tema, ya que la autora de “Ifigenia” sufría esta enfermedad que la llevó a la tumba a los 47 años.
Con el tratamiento adecuado, en el año 2009 la tuberculosis no debería ser mortal, aunque sigue siendo delicada y muy contagiosa. A Elena la dieron de alta esa misma mañana para proteger a los demás pacientes de la clínica, tras prometer que seguiría el tratamiento frente a un funcionario del Ministerio de Sanidad, único ente capacitado en proporcionar la medicina y verificar que el enfermo se la tome, de lo contrario, podría desatar una epidemia más funesta que la pandemia gripal que hoy nos atemoriza.
Del diagnóstico ya hace más de dos meses, y pese a que Elena se siente mejor, dista de estar curada. El tratamiento dura por lo menos seis meses, tiene efectos colaterales, y se debe tomar un mínimo de precauciones como evitar el sol y las aglomeraciones. Elena lo pudo cumplir hasta que a sus niños les salió la cita para sacarse el pasaporte en San Juan de los Morros, a tres horas de Caracas. Como Elena debía acompañarlos, procuró un certificado médico esperando que no fuera necesario usarlo. Pero lo fue, a las nueve de la mañana la cola de padres con sus niños bajo el intenso sol guariqueño era kilométrica (¿dónde está la Lopna en situaciones como esta?). Elena no habría aguantado semejante cola sin sufrir una recaída, así que apeló a su certificado médico. Los funcionarios públicos de inmediato la hicieron pasar, dando lugar a uno de los momentos más bochornosos de su vida cuando cientos de padres afrontando horas de cola con sus niños bajo el sol, vieron como esta familia “privilegiada” les pasaba por delante, y la abuchearon tanto de entrada como de salida.
No sé porqué con tantas confrontaciones políticas que estamos viviendo en Venezuela, me dio por contarles esta historia de una madre con tuberculosis abucheada en Extranjería. Quizás porque en este tortuoso camino pareciera que hemos perdido el don de la empatía.
Artículo publicado hoy en El Nacional
5 comentarios:
que historia tan terrible!!!! de donde se habra contagiado? que increible esta escena....es isa, pero no me reconoce la identidad este blogger.....
Hola Isa, difícilmente se sabrá cómo se contagió Elena, lo bueno es que no contagió a nadie de su familia. Después de que le diagnosticaron la tuberculosis, han aparecido un poco de tísicos de closet: amigos y conocidos que la sufrieron recientemente.
yo hubiese dicho que era la gripe porcina y listo.... que me dejen hacer mi pasaporte en paz,pero hablando seriamente , si hay mucha tuberculosis en personas que uno ni imagina y aqui en Espana desde que llegue me encontre a varias personas en la clinica donde trabajo que sus hijos o esposas estan siendo tratados con TBC...cosas del primer mundo
Gaby cuando estuve en Chicago hace un par de meses el gran titular fue una médico internista a quien le diagnosticaron tuberculosis y se temía que hubiese contagiado a cientos de pacientes, así que por lo visto la tuberculosis está tanto en el Imperio, como en la Madre Patria como en estas tierras revolucionadas.
Como que el ejemplo de Bolívar nos une por lo menos en algo.
Yo viajo frecuentemente a la madre patría y he conocido algun caso tambien, espero que tu amiga haya normalizado su vida y que no tenga secuelas.....posdata: me gusto tu blog y lo voy diseccionando a ratos viendo asi tambien tus post antiguos
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